El éxito de Ocasio-Cortez fortalece en EEUU a los candidatos que reclaman un giro a la izquierda del Partido Demócrata
Un día a mediados de junio, la enfermera y activista Cori Bush revisó sus cuentas para ver cuánto llevaba recaudada su candidatura en las primarias contra un congresista demócrata de Missouri: en 24 horas había conseguido 9 dólares.
Unos días después, el 26 de junio, Alexandria Ocasio-Cortez derrotó a Joe Crowley en las primarias demócratas para el Congreso en Nueva York. Bush volvió a revisar sus números: 2.000 dólares en tres horas. Al día siguiente, Ocasio-Cortez la mencionó en un tuit y otros 8.000 dólares entraron en su cuenta.
“La victoria de Alex lo cambió todo”, dijo Bush. “En primer lugar, nos dio un nuevo empuje y nos ayudó a renovarnos. Entonces vino inmediatamente esa atención nacional a la contienda”.
Con 28 años, Alexandria Ocasio-Cortez venía de trabajar en la campaña presidencial de Bernie Sanders. La victoria que obtuvo en junio sobre Crowley, un demócrata que lleva 10 mandatos en el congreso (20 años) y que apuntaba a ser el próximo líder de la oposición, ha desatado un acalorado debate sobre la dirección a seguir por el Partido Demócrata.
Desde su victoria, Ocasio-Cortez ha saltado a la escena nacional pidiendo un sistema sanitario con un sólo organismo público que pague por la salud de todos, el fin de la agencia federal responsable de gestionar la inmigración (ICE, por sus siglas en inglés) y haciendo campaña junto a Sanders y candidatos demócratas por todo el país.
Este fin de semana, Ocasio-Cortez ha participado junto a Bush en un mitin en San Luis (Missouri). Bush está tratando de destronar a Lacy Clay, que lleva 17 años como congresista demócrata en la Cámara de Representantes. Según Bush, uno de los principales logros de Ocasio-Cortez ha sido demostrar que un candidato recién llegado y progresista puede vencer a un oponente consolidado.
“Tenerla aquí servirá para demostrar a la gente que eso también puede suceder aquí”, señala Bush. “Verán que no fue sólo un relámpago, que este movimiento está en marcha porque la gente está cansada y lista para una política buena y limpia que sencillamente atienda a las necesidades de las personas”.
Ya hay pruebas de que la oleada de candidatos en la izquierda está teniendo un impacto, llevando la agenda política del Partido Demócrata más a la izquierda. Comenzó con la carrera presidencial de Sanders en 2016 y ganó ímpetu con los mítines, marchas y movimientos activistas locales que desde entonces se han multiplicado por todo el país.
El proyecto de sistema sanitario financiado por los presupuestos (similar al existente en Europa) que Sanders presentó a finales de 2017 en el Senado ahora tiene el respaldo de un tercio de los senadores demócratas. Entre ellos, Kamala Harris, Kirsten Gillibrand y Cory Booker, posibles candidatos para las elecciones presidenciales de 2020. Cuando Sanders presentó en 2012 el mismo proyecto de ley, sólo llevaba una firma: la suya.
“Esto es como una prueba de fuego para los demócratas”, afirma Linsey Fagan, que se presenta como candidato en Texas para el Congreso contra el político republicano Michael Burgess (congresista desde 2003). “Si no apoyan el Medicare [el sistema de salud pública estadounidense] para todos, no van a ganar sus primarias. Cualquier demócrata que quiera ser presidente tiene que apoyar Medicare para todos al 100%”.
Fagan es una madre soltera que recuerda la ayuda recibida de Women, Infants and Children, un programa del Ministerio de Agricultura que concede fondos para las becas de estudio y necesidades de nutrición y salud de los niños en familias con pocos recursos. A pesar de presentarse en un distrito profundamente republicano, Fagan dice haber recibido el apoyo de votantes de Trump.
“Cuando hablo con la gente conservadora de mi distrito, muchos dicen que votaron por algo diferente, que cuando votaron por Trump estaban votando por el cambio”, dice Fagan. “Pero les dieron un cambio que no era el correcto. Ellos quieren un cambio positivo y unificador”.
La resistencia del establishment
Fagan, Bush y Ocasio-Cortez se conocen bien. A las tres las ayuda Brand New Congress, una organización progresista que respalda y brinda apoyo administrativo a los aspirantes políticos con programas similares al de Sanders. El grupo tiene como objetivo la elección de candidatos progresistas en todo el país y organiza encuentros entre ellos para intercambiar conocimientos. Todos se comprometen a no aceptar el apoyo de las empresas.
Pero no todos creen que el Partido Demócrata, o el electorado estadounidense, esté listo para las ideas progresistas. Dos días después de la victoria de Ocasio-Cortez, la líder de la oposición en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, le restó importancia. Dijo que era la elección que había hecho “un distrito” de votantes y que la política progresista de Nueva York debía ser considerada como algo local, de poca relevancia nacional. “No debe verse como algo que represente otra cosa”, dijo.
Varios candidatos progresistas se han enfrentado a la resistencia del establishment demócrata. Alessandra Biaggi, que se postula en las primarias demócratas para representar al Bronx en el Senado de Nueva York, recuerda que le habían dicho una y otra vez que se callara. “Me han dicho que no es el momento de competir entre demócratas”.
Biaggi se presenta contra Jeff Klein, el que hasta hace no mucho dirigía la Conferencia Demócrata Independiente de Nueva York (un grupo de demócratas que votó junto a los republicanos). “Lo que querían decirme era: ‘¿Cómo te atreves? ¿Quién te crees que eres para presentarte contra alguien que es uno de los jefes políticos de Nueva York?’”, señala Biaggi. “Porque esta es mi primera candidatura y él básicamente ya ha sudado la camiseta”, fue su respuesta.
Ante la resistencia que opone el establishment demócrata, en la izquierda se escuchan voces por la creación de un tercer partido. En 2017, un grupo de activistas lanzó la propuesta 'Draft Bernie for a People's Party' (Alisten a Bernie para un partido del pueblo), con el objetivo de “canalizar el entusiasmo generado con la campaña de Sanders hacia la construcción de un nuevo partido político”.
Según Sam Rosenfeld, profesor asistente de Ciencias Políticas en la Universidad Colgate, que esa iniciativa no llegase a concretarse fue algo bueno. En opinión de Rosenfeld, que también es el autor del libro ‘The Polarizers: Postwar Architects of Our Partisan Era’, la mejor manera en que la izquierda puede cambiar el Partido Demócrata es desde dentro. “Ese tipo de activismo y esa clase de insatisfacción con las élites del establishment del partido tienen una larga historia en el Partido Demócrata y han llevado a cambios importantes en el tiempo”.
Los demócratas progresistas del norte, señala Rosenfeld, lograron cambiar al partido en los años sesenta. Restando poder y enfrentándose a los votantes blancos del Dixiecrat del sur, abrieron el camino para que el Partido Demócrata se hiciera más progresista que el Republicano.
Según Rosenfeld, Ocasio-Cortez y otros miembros del Congreso podrían empezar a desplazar el partido hacia la izquierda formando un bloque dentro del Congreso que amenace con votar en contra de propuestas demócratas cuando no tengan concesiones progresistas. “En términos generales, las instituciones políticas que ya existen en el sistema estadounidense son muy permeables a influencias de todos los partidos. Así que para los activistas hay mucho margen para el éxito si se mantienen dentro de esos partidos”.
En el lado opuesto ya ha quedado demostrado que funciona. Inspirado en el Tea Party, el bloque republicano Caucus por la Libertad logró hacer descarrilar la Ley de Atención Médica Estadounidense de Trump en 2017. El argumento es que no recortaba lo suficiente la Ley de Atención Médica Asequible de Obama (Affordable Care Act). Esto da esperanza a la izquierda para que se lleve a cabo su propio programa.
“Creemos de todo corazón en lo que decimos y la gente se está dando cuenta de que nos dirigimos a ellos”, señala Cori Bush, que se enfrentará el 7 de agosto a Clay en Missouri.
Traducido por Francisco de Zárate