Qué pasará con Marine Le Pen tras su derrota ante Macron
A la tercera no fue la vencida para Marine Le Pen, que este domingo no logró convencer a los votantes franceses de que la eligieran presidenta.
Le Pen desintoxicó a la Agrupación Nacional (AN), su partido de extrema derecha, echando a los matones xenófobos que negaban el Holocausto –entre ellos, su propio padre–, suavizó su imagen con historias sobre lo mucho que adora a sus gatos y apareció en televisión con sonrisas apacibles y vestuario de colores neutros y tranquilizadores.
Llegó hasta a desechar la idea del 'Frexit', aunque muchos han argumentado que su intención de crear una “alianza” de naciones europeas dentro de la Unión Europea (UE) es, en realidad, abandonar la Unión de manera encubierta. Ya no apoyaba la pena de muerte y parecía haber dejado atrás la idea de prohibir el derecho a la doble nacionalidad, sin dejar de mantener una fuerte postura antiinmigración.
Sin embargo, y a pesar de haber criticado repetidamente, según dice, la “arrogancia” de su rival, Emmanuel Macron, y su “desprecio por el pueblo francés”, el programa de Le Pen no ha atraído a suficientes votantes como para darle las llaves del Palacio del Elíseo.
“Esto no ha terminado”
El domingo por la tarde, Le Pen reconoció su derrota a la vez que afirmó que su porcentaje de votos, que finalmente ha sido del 41,5%, representaba “una victoria en sí misma” y dijo que continuaría la batalla política contra Macron. “Millones de compatriotas nos han elegido a nosotros y al cambio, estamos más decididos que nunca y nuestra voluntad de defender al pueblo francés es mayor que nunca. Esta derrota es en sí misma una forma de esperanza”, dijo a sus simpatizantes.
Dijo que los próximos cinco años serán “tan brutales como los últimos cinco”. “Mantendré mi compromiso con Francia y con los franceses, esto no ha terminado, dentro de unas semanas tenemos las elecciones legislativas”. Su discurso no incluyó la tradicional felicitación al vencedor. Terminó con una interpretación de La Marsellesa.
El compromiso de Le Pen de continuar la lucha y “no abandonar a Francia nunca” pone en duda su promesa de renunciar a sus ambiciones presidenciales. Había dicho que no volvería a presentarse, pero su discurso de este domingo deja la puerta abierta a otro intento de presidir el país. A sus 53 años, sigue siendo joven en términos políticos franceses por mucho que Macron, de 44, y los miembros de su equipo hayan rebajado en algunas décadas la edad media.
Pero Le Pen también había dicho que pasar más tiempo con sus gatos no significaba que tuviera que dejar del todo la política. “Me he convertido en una criadora de gatos, es una pasión; se puede hacer política teniendo una profesión, o convertir una pasión en una profesión”, dijo el año pasado en la emisora radio RTL.
En marzo, dijo al periódico dominical francés Le Journal du Dimanche: “A priori, no volveré a presentarme [a la presidencia], pero seguiré haciendo lo que llevo años haciendo, defender a los franceses, no sé en qué papel, pero será en uno en el que sea más eficaz”.
Guerra interna
Le Pen se hizo cargo en 2011 del partido Frente Nacional de su padre Jean-Marie Le Pen con el objetivo de limpiar su imagen. Le Pen padre había provocado un terremoto político en Francia en 2002, cuando pasó inesperadamente a la segunda vuelta de las presidenciales con solo el 16,9% de los votos.
En 2012, Marine Le Pen obtuvo el 17,9% en la primera vuelta de las presidenciales, en las que el socialista François Hollande ganó a Nicolas Sarkozy en la segunda vuelta. En 2017, Le Pen obtuvo un 21,3% en la primera vuelta y se enfrentó a Macron en la segunda. Macron venció y Le Pen cambió el nombre del partido por el de Agrupación Nacional (RN, por sus siglas en francés).
En las elecciones de 2022, Le Pen aumentó su porcentaje de votos en primera ronda hasta un 23,15%. Sin embargo, el voto de extrema derecha se dividió entre ella y Éric Zemmour, que obtuvo un 7,1%, lo que sugiere que su puntuación podría haber sido mucho mayor.
Antoine Bristielle, director del Observatorio de Opinión de la Fundación Jean-Jaurès, de tendencia progresista, dice que una retirada de la primera línea de la política de Le Pen podría desencadenar una lucha interna en el partido. Le Pen ha cedido las riendas del partido a la prometedora estrella de la extrema derecha, Jordan Bardella, un joven de 26 años, hijo de inmigrantes italianos, que creció en una árida banlieue de París.
“Creo que [Le Pen] será candidata en las elecciones legislativas en su circunscripción del norte, pero no quiero hablar por ella”, dijo Bardella tras el discurso de Le Pen.
Hay otros jóvenes esperando entre bastidores, como su sobrina Marion Maréchal, que en la primera vuelta abandonó la lealtad familiar para dar su apoyo a Zemmour. “Para la familia de la derecha radical el peligro es que haya una guerra interna para hacerse con el liderazgo”, dice Bristielle. “Aunque Marine Le Pen no sea muy buena haciendo campaña, es muy buena organizando el partido. Su fuerza ha sido mantener un frente unido dentro de él, el riesgo es que se fracture sin ella”.
Traducción de Francisco de Zárate
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