Las lluvias de invierno han llegado finalmente a Gaza, trayendo consigo nuevos desafíos para los 2,3 millones de habitantes de la Franja que llevan sufriendo seis semanas de guerra entre Israel y Hamás. Tras un otoño cálido y seco, en la madrugada del martes una tormenta mediterránea se desató sobre el enclave palestino, un rectángulo costero de unos 41 kilómetros de largo y 12 de ancho. La lluvia dispersó el humo y el fuego de los últimos bombardeos nocturnos, además de limpiar todos los barrios del polvo gris que se desprende de los escombros tras los ataques.
Según los últimos datos de la ONU, el consumo de agua en Gaza se ha reducido en un 90% desde que comenzó el conflicto, por lo que muchas familias salieron a disfrutar del inusual aire húmedo. “Se ha despejado el humo del aire y el cielo estaba precioso... Hoy es un nuevo día”, escribió en la red social X (antes Twitter) el cirujano palestino-británico Ghassan Abu Sitta.
Pero el primer alivio que trajo la lluvia se disipó en cuanto los niños con la ropa mojada empezaron a tiritar, los alojamientos improvisados a inundarse y el suelo de caminos y descampados a transformarse en barro. Se estima que dos tercios de la población de Gaza ha tenido que abandonar su hogar debido a los intensos bombardeos y a la invasión terrestre de las fuerzas israelíes.
La guerra, que se desató tras los ataques de Hamás del 7 de octubre contra comunidades del sur de Israel, ha provocado la muerte de más de 11.300 palestinos, según las últimas cifras de las autoridades de Gaza, gobernada por Hamás. Con base en esos datos, ya es la contienda más sangrienta de los 75 años que dura el conflicto entre palestinos e israelíes, y de las anteriores ofensivas de Israel contra Gaza.
“Al principio mis hijos disfrutaron de la lluvia y mi hija salió a lavarse el pelo”, dice Saleh Al Omran, de la ciudad central de Deir Al Balah. Tras un bombardeo que dañó su hogar, se tuvo que trasladar con su familia a la casa de su cuñada. “No tenemos forma de calentar la casa, hace frío”, agrega.
Más de 630.000 personas del norte de Gaza se encuentran refugiadas en colegios y otros edificios de la agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA) en la mitad sur de la Franja, adonde huyeron cuando el ejército israelí les ordenó trasladarse a “zonas seguras”. Pero en el sur también están cayendo bombas y la propia UNRWA informó este martes de que le estaba costando prestar servicios básicos en esa zona. La agencia alertó de que podía quedarse sin combustible este miércoles y que eso llevaría a interrumpir la mayor parte de sus operaciones humanitarias, así como el suministro de alimentos y medicinas por el paso egipcio de Rafah, única puerta de Gaza con el mundo exterior.
El comisionado general de la agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA), Philippe Lazzarini, ha alertado de que alrededor del 70% de la población en la Franja de Gaza se quedará hoy sin agua potable y que todas las operaciones de la agencia están “al borde del colapso”.
Por su parte, el director de la UNRWA en Gaza, Thomas White, ha informado de que medio tanque de combustible ha entrado hoy a Gaza por primera vez desde el inicio de la guerra hace más de un mes, pero ha lamentado que no pueda destinarse a las plantas de agua ni a los hospitales de la Franja.
“Acabamos de recibir 23.027 litros de combustible de Egipto (medio camión cisterna) pero su uso ha sido restringido por las autoridades israelíes sólo para transportar ayuda [humanitaria] desde Rafah”, ha explicado en su cuenta oficial de X.
Mientras, la directora ejecutiva del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), Catherine Russell, ha recordado que “con el invierno a la vuelta de la esquina, la necesidad de combustible se hará más acuciante”. Russell visitó ayer el sur de la Franja de Gaza y fue testigo de esa primera lluvia invernal: “Cuando hoy dejé Gaza la lluvia arreciaba, aumentando la sensación de penuria”.
En los campamentos de desplazados
En un campamento levantado frente a un hospital de Deir Al Balah, los desplazados tienen dificultades para abrirse paso entre el barro y cubrir sus tiendas con lonas de plástico, según la agencia de noticias AP. “Todas estas tiendas se han venido abajo con la lluvia”, lamenta Iqbal Abu Saud, que huyó de la Ciudad de Gaza junto a 30 de sus familiares. “¿Durante cuántos días vamos a tener que aguantar esto?”, se pregunta.
“La lluvia no hará más que agravar el sufrimiento”, ha afirmado Margaret Harris, portavoz de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en una rueda de prensa en Ginebra en la que también apuntó a las infecciones bacterianas, diarreas infantiles y otras enfermedades transmitidas por el agua, que ya venían en aumento debido a la interrupción del bombeo de aguas fecales y a la escasez de agua potable.
Para la próxima semana se prevén más tormentas, con temperaturas que bajarán hasta los 17 grados centígrados a medida que llega el invierno. Es probable que las condiciones meteorológicas también afecten a los combates, ya que el barro dificulta el movimiento del armamento israelí.
Tal y como como dijo a la cadena de televisión árabe Al Jazeera un hombre desde un refugio de la ONU, la crisis humanitaria es cada vez más acuciante. “Si nuestros hijos no mueren por la guerra, morirán de hambre y por el frío del invierno”, lamentó.
Traducido por Francisco de Zárate y actualizado por elDiario.es