Durante sus mítines electorales, Donald Trump se especializó en crear consignas políticas pegadizas que escondían la ausencia de un programa político real: [Hillary] a la cárcel, America First, construyamos el muro, drenar el pantano [referencia a Washington].
Sin embargo, una de esas consignas resultó tener un potente programa político detrás: cientos de proyectos de ley a lo largo y ancho del país en tan solo tres meses, convirtiéndose de hecho en la acción política republicana más coordinada, organizada y calculada de los últimos tiempos.
La consigna en cuestión era “detened el robo”, una referencia tendenciosa a la gran mentira de Trump sobre el resultado de las elecciones generales del pasado noviembre.
Y la intención política que escondía detrás es una agresiva campaña de supresión del voto contra afroamericanos, población de ciudad, comunidades de bajos ingresos y otros grupos cuya participación en las urnas es considerada una amenaza por los republicanos.
Durante décadas, los conservadores tuvieron como núcleo de su discurso un proyecto para reducir el tamaño del Gobierno, impuestos bajos, valores “familiares”, libertad de culto, seguridad pública, seguridad nacional y restricciones al aborto.
En 2021, a estos temas se les ha sumado en el programa del partido una propuesta audaz y novedosa que por momentos pareció eclipsar todos los demás asuntos: suprimir el voto.
“La diferencia ahora es que se está haciendo de una forma absolutamente abierta”, dice el analista político Lincoln Mitchell, escritor y observador internacional de elecciones. “Para ser justos con los republicanos, la supresión del voto tiene una larga historia en Estados Unidos y no se restringe a un solo partido, pero sí se identifica con una ideología, y esa es la ideología de la supremacía blanca”, dice Mitchell.
“Así que durante gran parte del período posreconstrucción, hasta las décadas de los 70 o 80, ese tipo de políticas se identificó principalmente con el Partido Demócrata –pensemos en el antiguo Partido Demócrata de los Derechos de los Estados– o con ambos partidos”, dice el analista.
“No es hasta en los últimos 40 años cuando esto se ha convertido en un tema del Partido Republicano”, añade.
“No debería votar todo el mundo”
Desde las elecciones de noviembre, legislaturas de estados controlados por los republicanos han presentado más de 250 proyectos de ley que buscan generar obstáculos para votar, restringir el voto anticipado, reducir el censo electoral, limitar el voto por correo y ahora, en Georgia, prohibir darle una botella de agua a una persona que esté haciendo una fila de 10 horas para votar.
El mes pasado, en una entrevista con la cadena CNN, John Kavanagh, congresista republicano en el Parlamento de Arizona, articuló el pensamiento detrás de todo esto: “No debería votar todo el mundo”, dijo. “Todas las personas con derecho a votar deberían poder hacerlo, pero no quiero que se empadronen personas que no tienen interés o que no quieren ser empadronadas para votar”, aclaró después.
El pasado febrero, el propio Trump transmitió el mismo mensaje, aunque de forma menos sutil, en la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC, por sus siglas en inglés). En su discurso, el expresidente se extendió durante 10 minutos sobre una lista de tácticas para suprimir el voto. Todas ellas han sido propuestas por parlamentos estatales para convertirse en ley y algunas ya han sido aprobadas.
“Deberíamos deshacernos de la locura y la corrupción del voto masivo por correo,” dijo Trump, reclamando además nuevas y estrictas leyes para identificar votantes, corroborar firmas y verificar la ciudadanía de las personas que se acercan a los centros de votación.
Sylvia Albert, directora nacional del departamento de elecciones y votación del grupo de vigilancia del gobierno Common Cause, dice que los esfuerzos republicanos por suprimir el voto de determinadas comunidades son “una vergüenza”.
“Estos proyectos de ley son una vergüenza, un intento partidista por callarnos”, dijo Albert la semana pasada en una rueda de prensa. “Y no es casualidad que estos proyectos de ley se presenten después de unas elecciones libres y justas con récord de participación. Los estadounidenses ejercieron su derecho al voto y, en respuesta, estos políticos nos dicen ‘en realidad, no queríamos que vosotros votarais’”.
En Georgia, el mes pasado el gobernador republicano firmó una ley que pone obstáculos al voto por correo, prácticamente eliminando las urnas para depositar esos votos y aumentando los poderes del Congreso estatal en materia electoral. En la asamblea general del estado de Pensilvania, los republicanos han presentado más de 50 proyectos de ley de supresión del voto. Un proyecto de ley de Texas propone que para votar por correo sea necesario demostrar una discapacidad.
El Congreso de Michigan analizará 39 proyectos de ley que restringen el derecho al voto, limitando especialmente el voto por correo. Los republicanos de Arizona han presentado proyectos para limitar el voto por correo, la purga de más de 100.000 personas de la lista permanente de voto anticipado y una ley que convertiría enviarle el voto a un familiar en un delito.
“El partido republicano es consciente de que, con su formación ideológica actual, si la democracia estadounidense se moderniza y la población adquiere derechos electorales como tienen otras democracias, perderán el control durante una generación entera”, dice Mitchell. “Básicamente, quedarán fuera de la política nacional”.
Quentin Turner, director de programas de Common Cause en Michigan, dice que los esfuerzos republicanos por suprimir el voto en ese estado se dirigieron contra las comunidades afroamericanas, en especial una propuesta por limitar el acceso a las urnas a partir de las 17 horas.
“A las 5 de la tarde, muchas personas de clase trabajadora en Michigan, especialmente en Detroit, no han salido del trabajo ni han acabado con sus compromisos”, dice Turner. “Entonces no podrán ir a depositar el voto porque habrán cerrado las urnas.”
“Si bien el proyecto no dice específicamente que apunta a los votantes afroamericanos, por las características de sus especificaciones, tendría un impacto mucho peor en esas comunidades”.
La presión a las empresas
El trasfondo abiertamente racista de los intentos por suprimir el voto ha generado un posible peligro político para los republicanos. Presionadas por los grupos activistas, las empresas han comenzado a condenar las leyes.
El jueves, American Airlines anunció que “se opone firmemente” a la legislación para suprimir el voto en Texas. Los activistas han llamado a boicotear Coca-Cola, Delta Airlines y Home Depot por considerar que han actuado poco y tarde ante el intento de supresión en Georgia.
Los esfuerzos por limitar el voto también pueden resultarles contraproducentes a los republicanos si limitan la participación de grupos de votantes que no son los deseados. Por ejemplo, es posible que las restricciones al voto por correo les impida votar a las personas mayores o que aumenten la participación de grupos motivados por los ataques a sus derechos, como sucedió en enero en Georgia en la segunda vuelta electoral por dos escaños del Senado.
“Históricamente, los afroamericanos del sur del país han luchado mucho por votar”, dice Mitchell. “Esta es una barrera racista y antidemocrática, pero es una barrera puesta frente a personas que están acostumbradas a las barreras racistas y antidemocráticas. No les da miedo. Eso lo hemos visto ya dos veces en Georgia.”
“¿Así que están intentando que no votemos? ¡Que les den! ¡Haremos que vote aún más gente!”
Traducido por Lucía Balducci