Son las once y media de la mañana en un día entre semana de junio en Helsinki, Finlandia. Duvi Leineberg, una enfermera del servicio de atención a distancia, hace las rondas de visitas virtuales del almuerzo. En vez de subirse a un automóvil y visitar a cada persona una por una, se sienta frente a una gran pantalla de ordenador desde la que puede ver los hogares de siete personas. La mayoría están sentadas frente a una mesa y se preparan para comer.
Se trata de un grupo que se reúne de forma virtual para almorzar. Se ha creado con el objetivo de garantizar que las personas mayores que reciben atención domiciliaria no se saltan ninguna comida y comen a la hora adecuada.
Leineberg dirige la sesión. Comienza comprobando que todo el mundo tiene su comida y que está caliente. Algunos tienen sopa, otros, comida preparada entregada por los servicios de atención domiciliaria. También toman café.
Una de las pantallas muestra una estancia vacía y Leineberg llama al usuario del servicio para asegurarse de que se encuentra bien. El hombre pasa por delante de la pantalla, pero le indica que no tiene hambre y que no le apetece comer en este momento. Leineberg les pregunta qué planes tienen para esa tarde. Algunos responden que saldrán a dar un paseo.
Leineberg, que antes trabajaba como enfermera en un hospital, cree que estos grupos son de utilidad. “En primer lugar, el usuario siente que forma parte de un grupo. También nos aseguramos de que comen bien. Si veo algo que parece fuera de lo normal, puedo llamar a las enfermeras de los servicios de atención domiciliaria para que se desplacen a la casa si lo consideran oportuno”.
A los usuarios también les encanta este servicio. Riitta Koskinen, de 80 años, explica con la ayuda de un traductor: “Soy mayor, vivo sola y es bueno tener compañía. Comemos al mismo tiempo y la comida sabe mejor cuando estás con otros. Realmente disfruto este momento del día. Me hace comer y es bueno ver a otras personas”.
La población de Finlandia está envejeciendo rápidamente y el país tiene problemas para contratar a personal en el ámbito de la atención sanitaria y domiciliaria. Para 2070, se espera que uno de cada tres finlandeses tenga más de 65 años. Al mismo tiempo, se ha producido un enorme descenso de la tasa de natalidad y se espera que el número de finlandeses en edad de trabajar disminuya en cerca de 200.000 para 2050. Como resultado de todo lo anterior, la demanda y el coste de los servicios de atención están aumentando, mientras que la recaudación de impuestos está disminuyendo, lo que lleva a los políticos a advertir que el modelo nórdico que garantizaba atención social “de la cuna hasta la tumba”, financiado en gran medida por el Estado, ya no será sostenible.
Taina Mantyranta, asesora en cuestiones de atención médica del Ministerio de Asuntos Sociales y Salud de Finlandia, reconoce que “Finlandia se enfrenta a limitaciones económicas. Llevamos varias décadas intentando reformar nuestro sistema social y sanitario. Se ha reconocido la necesidad de desarrollar servicios sociales y sanitarios más integrados, también con el objetivo de reducir los costes. Las TIC y la digitalización son el resultado de esta reforma”.
El grupo de almuerzo virtual es uno de los servicios del programa de atención a distancia de Helsinki. Los usuarios tienen una tableta que se conecta con las enfermeras de un centro de servicios de atención a distancia. Las citas virtuales permiten hacer un seguimiento de los usuarios durante todo el día y garantizar que se toman la medicación. Tienen 800 clientes de atención domiciliaria y las enfermeras realizan 24.000 visitas virtuales al mes. Para finales de 2019, el servicio espera atender a 1.100 clientes.
De 44 a cinco euros por visita
Las perspectivas de reducción del coste sanitario son muy atractivas. Mientras que una visita a domicilio cuesta el equivalente a unos 44,5 euros, una visita virtual cuesta 5 euros. En el transcurso de un turno, una enfermera puede llevar a cabo más de 50 visitas virtuales. El coste es un 90% más barato que si hubiera ido a los hogares de todos y cada uno de estos usuarios.
Así que no es de extrañar que este servicio quiera poner en marcha un grupo de encuentros virtuales para cenar, así como otros tipos de encuentros. Por otra parte, ya “llevan” virtualmente a los usuarios a conciertos y espectáculos. Hanna Hämäläinen, que trabaja como planificadora en el servicio, recuerda cuando “llevó” a 64 clientes a un concierto de villancicos. Colocaron un biombo en la primera fila y el sacerdote los saludó mientras ellos seguían el concierto en casa desde sus pantallas. “Lo curioso es que aunque algunos tienen problemas de memoria, sabían todas las letras. Ese es el poder de la música y comprendí que si hay un concierto, ellos deben tener la oportunidad de seguirlo desde sus hogares”, señala.
La vecina ciudad de Espoo también está estudiando la posibilidad de atender a distancia. Para 2027, el 8% de su población tendrá más de 75 años. Roope Leppänen, director médico del hospital de Espoo, admite que no disponen de los recursos suficientes para hacer frente a este aumento. “Vemos el cuidado remoto como una posibilidad. Apenas estamos comenzando, pero en los próximos años ampliaremos estos servicios muy rápidamente”, afirma. Sin embargo, sostiene que la atención a distancia nunca reemplazará completamente la atención presencial, pero que será cada vez más importante debido al avance de la tecnología y al hecho de que las futuras generaciones están acostumbradas a las relaciones virtuales. No espera que reemplace totalmente a los servicios de atención presencial.
“Las personas también necesitarán visitas presenciales. En mi opinión, la atención virtual no puede reemplazar completamente la atención presencial, pero la tecnología hará las cosas aún más fáciles dentro de 10 años”, señala Leppänen.
Tanto al personal como a los usuarios parece gustarles este servicio. Tiina Kosonen, una enfermera del servicio de atención a distancia, explica que puede establecer relaciones estrechas con los usuarios. “Me gusta y es beneficioso para los usuarios. Tenemos una relación estrecha. Nos miramos a los ojos y hablamos cara a cara”. Uno de los usuarios, Raimo Uimonen, de 86 años, que padece epilepsia y vive solo, dice: “Este servicio me hace sentir seguro. Me gusta hablar. Estas sesiones virtuales son importantes porque me dan la oportunidad de hablar cara a cara”.
Leppänen añade: “He estado en visitas a domicilio. Entras en la casa de una persona, te quitas el abrigo y de alguna forma interrumpes las rutinas. Por supuesto que hay algunos casos en los que se necesita estar allí, pero si podemos aumentar el contacto con el usuario de forma virtual [¿no será eso positivo]”?
Así que, ¿podría este tipo de servicio funcionar en otros países europeos como el Reino Unido, donde el número de personas de 65 años o más aumentará en más de un 40% en los próximos 20 años?
Claire Turner, del Centro para Envejecer Mejor, cree que sí. “Es práctico y positivo hacer un seguimiento de alguien de forma remota, ver cómo está, recordarle que debe tomar los medicamentos, ya que eso nos da más tiempo para las visitas a domicilio para las personas que necesitan este apoyo presencial”, concluye.
“Las relaciones sociales son la esencia de la vida. Es importante para nosotros como seres humanos y no cambia a medida que envejecemos. Es bueno que uno de los objetivos de este programa de atención virtual sea fomentar el contacto de personas que comparten intereses o valores”, explica Turner.
Traducido por Emma Reverter