¿Es legal pronunciar las palabras 'desde el río hasta el mar, Palestina será libre' en Alemania? Parece que sí. Puedes corearlas y gritarlas a los cuatro vientos en alemán, inglés, árabe o hebreo, siempre que un tribunal del país no considere que lo haces para expresar tu apoyo al grupo islamista Hamás y a su sangriento ataque del pasado 7 de octubre contra Israel.
Esa distinción hizo que la activista germanoiraní Ava Moayeri fuera condenada por “apología” de actos criminales a principios de agosto, cuando la jueza consideró que esa frase sólo podía ser entendida como un respaldo al ataque de Hamás al ser coreada en una manifestación que tuvo lugar el pasado 11 de octubre en Berlín.
Si se entiende que quien pronuncia la frase apoya, por ejemplo, la liberación pacífica de los palestinos, entonces estaría protegida por la libertad de expresión. Pero la presidenta del tribunal del distrito de Tiergarten, Birgit Balzer, concluyó que ese no era el ánimo de los manifestantes, ya que la protesta tuvo lugar pocos días después del ataque de Hamás. Se espera que Moayeri recurra la sentencia ante un tribunal superior.
El eslogan 'desde el río hasta el mar' ha llegado a simbolizar la brecha que se ha abierto en la sociedad alemana con motivo de la guerra de Israel contra la Franja de Gaza. Para algunos, la expresión es implícitamente genocida, especialmente por el hecho de que Hamás y otras organizaciones consideradas terroristas la han utilizado a lo largo de los años. La magistrada argumentó que, en su opinión, es evidente que esta expresión “niega el derecho del Estado de Israel a existir”.
El eslogan 'Desde el río hasta el mar' ha llegado a simbolizar la brecha que se ha abierto en la sociedad alemana con motivo de la guerra de Israel contra la Franja de Gaza
Por su parte, la ministra de Interior alemana, Nancy Faeser, ha declarado que es un eslogan de Hamás. Otros lo ven como un simple llamamiento a la libertad del pueblo palestino y señalan que quien utiliza esta frase puede hacerlo para lanzar distintos mensajes. El equipo legal de Moayeri argumentó que la frase debe considerarse una “expresión que ha pasado a definir el movimiento mundial de solidaridad con Palestina” y que su origen histórico es anterior a Hamás.
Aunque ha habido intentos por parte de fiscales, la Policía y los “zares del antisemitismo” –que han intentado imponer la primera interpretación–, la mayoría de tribunales se han inclinado por la segunda.
Ralf Michaels, director del Instituto Max Planck de Derecho Privado Internacional y Comparado, con sede de Frankfurt, me dijo en un email que la decisión de la magistrada es “sorprendente y contradice otras decisiones judiciales anteriores”.
En casos similares en Mannheim y Münster, los jueces habían dictaminado que la frase podía utilizarse con un sentido que esté amparado por el derecho a la libertad de expresión, protegido por la Constitución alemana. Por cuestionable que pueda ser la última sentencia, lo ocurrido no hace más que evidenciar las dimensiones de la crisis social y política que atraviesa Alemania.
Un país que sigue interpretando la misma melodía utilizada como himno nacional por los nazis podría ser un poco más cauteloso respecto a la forma en la que los símbolos políticos pueden significar cosas distintas para personas distintas, en momentos distintos.
Moayeri, acusada de expresar su apoyo a Hamás, ha declarado que procede de una familia de comunistas iraníes (presumiblemente laicos). En el pasado, Moayeri también apareció en varios medios de comunicación por sus esfuerzos para que el Estado alemán impida los crímenes de honor en las comunidades islámicas. No parece una defensora de los fundamentalistas religiosos.
Los activistas también se arriesgan a ser detenidos por utilizar variantes de la expresión 'Desde el río hasta el mar', como 'De Risa al Spree', en referencia a un popular restaurante de comida rápida de Berlín y al río que atraviesa la capital alemana. Tal vez lo más llamativo sea que la Policía berlinesa haya prohibido cantar, corear y pronunciar discursos en idiomas distintos del alemán y el inglés en algunas manifestaciones.
Pero, en muchos sentidos, el eslogan ni siquiera es una parte importante del problema de fondo. Las acusaciones de antisemitismo en Alemania han provocado llamamientos a la deportación desde los más altos cargos políticos. En el clima actual se ha cuestionado e incluso retirado la financiación de espacios sociales, de educación superior, centros culturales y artistas a menudo con escasa consideración por las normas democráticas, el debido proceso o la importante labor que llevan a cabo estas instituciones y personas.
Para muchos dirigentes alemanes, empeñados en impedir la propagación del antisemitismo, las objeciones emitidas por tribunales y observadores jurídicos a favor de la libertad de expresión sólo son la prueba de que es necesaria una reforma legislativa. La más preocupante de ellas es, con toda seguridad, un proyecto de ley que se está debatiendo en el Bundestag (Parlamento alemán). Si se aprueba, promulgaría un amplio conjunto de medidas que los críticos temen que tendrían un efecto amedrentador sobre la libertad de expresión en Alemania, incluida una disposición que exigiría que cualquiera que busque financiación federal se someta a una verificación de antecedentes realizada por el Servicio de Inteligencia Nacional. El proyecto de ley cuenta con un amplio apoyo en todo el espectro político.
Quizás sea difícil no oír ecos de Freud en la tendencia de los alemanes a ver el espectro del genocidio en una llamada a la libertad
Quizás sea difícil no oír ecos de Freud en la tendencia de los alemanes a ver el espectro del genocidio en una llamada a la libertad. Para muchos alemanes –como señalaron Alexander y Margarete Mitscherlich en su influyente obra de 1967, La incapacidad de llorar– el final de la Segunda Guerra Mundial significó una represión del sufrimiento de la derrota y de la intensidad de su apego a Hitler.
Es difícil pensar que el duelo reprimido por Hitler esté muy extendido en la Alemania actual, pero es igualmente difícil escapar a la conclusión de que sigue existiendo algún tipo de distorsión psíquica generalizada cuando se trata de cuestiones relacionadas con los judíos y todo lo relativo a ellos. De ahí lo absurdo de que los agentes alemanes detuvieran a activistas judíos y prohibiera una manifestación de un grupo judío de izquierdas por una supuesta preocupación por el bienestar de los judíos.
Existe la legítima preocupación de que el lema 'desde el río hasta el mar' sobre la liberación de Palestina guarde estrechas y dolorosas asociaciones con el terrorismo de Hamás. Alemania podría abordarlas simplemente hablando abiertamente de este peligro. El dolor de todo el mundo merece respeto y consideración, y si la gente se siente traumatizada por algo, eso debería importar. Pero no podemos dejar que nuestros traumas definan nuestra visión del mundo.
Hay muchas formas de imaginar una Palestina libre que no impliquen el genocidio. Aunque el eslogan se asociara en su día a Hamás, no tiene por qué ser así hoy. Hay gente en Alemania que se está apropiando de la expresión 'desde el río hasta el mar' desde una posición de dignidad y de esperanza con los movimientos de protesta no violentos. Tenemos que dejarles hablar. Y Alemania tiene que empezar a escuchar.
Peter Kuras es un escritor y traductor que vive en Berlín
Texto traducido por Emma Reverter