Natalya Hassoumi vive en la Franja de Gaza y durante más de una década sus familiares en Ucrania han estado preocupados por su seguridad. En momentos en los que el aislado territorio palestino ha sufrido ataques aéreos, su familia no ha podido contactar con ella durante días. Ahora, la situación se ha invertido y Hassoumi lleva tres semanas sin saber nada de sus padres y hermanos, que residen en la ciudad ucraniana de Jersón, ocupada por las tropas rusas. “Puede ser que los rusos estén obligando a la población a utilizar redes y tarjetas SIM rusas, pero no sé qué está pasando”, dice la doctora de 41 años. “Es muy duro no tener respuestas”.
Hassoumi es una de las 830 personas de origen ucraniano que viven en Gaza. Según los líderes de la comunidad, la ucraniana es la comunidad de extranjeros más numerosa que vive en la zona costera bloqueada. La endocrinóloga, que ha vivido tres enfrentamientos en la guerra entre Israel y Hamás, el grupo que controla la Franja, es muy consciente de la situación a la que se enfrenta su familia en Jersón.
“Nunca pensé que en Ucrania pudiera estallar una guerra”, dice Hassoumi en la casa de la ciudad de Beit Lahia en la que vive desde 2011 con su marido, Lyad, y sus tres hijos pequeños. “No hay comida, no hay electricidad... Gaza y Ucrania tienen ahora los mismos problemas”.
Refugiarse en Gaza
La Unión Soviética fue una gran defensora de la causa palestina y durante décadas ofreció becas y visados de negocios a personas de Cisjordania y Gaza. Después de que Ucrania declarara su independencia en 1991, muchos de esos lazos perduraron. La mayoría de los ucranianos que ahora están en Gaza son mujeres que conocieron a hombres palestinos que estudiaban en universidades ucranianas, se casaron con ellos y se mudaron a Gaza con sus maridos.
En mayo del año pasado, durante la guerra de 11 días entre las fuerzas israelíes y los grupos militantes palestinos, en la que murieron 256 personas en Gaza y 14 en Israel, unas 120 familias de Gaza con vínculos con Ucrania fueron evacuadas y se refugiaron en ese país europeo, pero menos de un año después, una mujer cuenta cómo ha hecho el viaje en sentido contrario.
Las restricciones de viaje durante la pandemia habían hecho que en los últimos dos años Viktoria Saidam, de 21 años, no pudiera visitar a sus suegros en Gaza. Cuando Rusia invadió Ucrania en febrero, ella y su marido, Ibrahim, de 24 años, ambos estudiantes en Kiev, vieron cómo los bombardeos se iban acercando cada vez más. La pareja decidió huir de Ucrania y refugiarse en casa de los padres de Ibrahim. Huyeron desde la ciudad natal de Viktoria, Vinnytsia, en minibús y cruzaron a pie la frontera rumana. Luego volaron a El Cairo y se dirigieron al paso fronterizo de Rafah para entrar en la Franja de Gaza.
La joven afirma que conocía los problemas de Gaza causados por la toma del poder por parte de Hamás y el posterior bloqueo egipcio-israelí, que dura ya 15 años. Su población de dos millones de personas sufre una tasa de desempleo de más del 50%, cortes de electricidad, un suministro de agua contaminada y la posibilidad constante e impredecible de una nueva ola de combates.
La pareja cree que su situación es temporal. “Desde que nos casamos, he estado preparando a Viktoria para lo que iba a ver en Gaza”, dijo Ibrahim a medios locales. “De hecho, describí la situación como aún peor de lo que es, para que cuando ella viniera no la viera tan mal”.
Apoyo a Rusia contra EEUU
Natalya Mabhouh, peluquera de 45 años, vive en Gaza desde 1997. Su madre y su hermana siguen en su ciudad natal, Járkov, y su hijo mayor, Ahmed, también vivía en esa ciudad ucraniana cuando Rusia la invadió en febrero. Ahmed y su esposa, de nacionalidad ucraniana, se han refugiado en Alemania.
“Cuando llegué a Gaza la situación económica era buena, había paz, pero desde entonces nos acostumbramos a las guerras y a la escalada de tensiones”, dice la mujer. “La guerra ha sido un duro golpe. Los rusos y los ucranianos son como un solo pueblo... Todavía no entiendo cómo hemos podido llegar a la situación actual”.
En general, la sociedad palestina apoya a Rusia frente a Ucrania en esta guerra que estalló hace ya cuatro meses. La perciben como una lucha entre superpotencias, Rusia y Estados Unidos, el aliado más importante de Israel. Ni Hamás ni la Autoridad Palestina, con sede en Cisjordania, se han pronunciado públicamente sobre la invasión rusa.
El estallido de la guerra en Europa también ha provocado tensiones en las comunidades ucranianas y rusoparlantes de Gaza. En marzo, muchos ucranianos locales se mostraron molestos después de que un grupo de rusos celebrara una manifestación a favor de Moscú. Esto ha roto amistades de años, y estas discusiones violentas siguen en las redes sociales.
“Es muy duro”, dice Hassoumi. “Mi madre es ucraniana y mi padre es ruso y de repente la gente no me habla. Siento que a mucha gente no le importan los detalles, pero es una ocupación, como la de los israelíes”.
La comunidad ucraniana de Gaza, que se ha visto obligada a estar pendiente de la guerra desde la distancia, ya sea a través de Internet o viendo las noticias de la televisión, teme por el futuro de su tierra natal y de su hogar de adopción.
“Hemos construido una vida en Gaza, así que a pesar de todo nos quedaremos”, dice Ashraf al-Nimr, uno de los líderes de la comunidad ucraniana local que tiene pasaporte ucraniano, se casó con una ucraniana y vivió en Mariúpol durante una década. Desde que comenzó el brutal asedio ruso a la ciudad, 15 miembros de la familia de su esposa Olya han desaparecido. “Podemos ayudar a los ucranianos, con instrucciones sobre cómo enfrentarse a la guerra, cómo esconderse. Podemos recaudar dinero. Los ayudaremos en todo lo que podamos”, dice.
Traducción de Emma Reverter