El ministro japonés para los Juegos Olímpicos, Tamayo Marukawa, ha anunciado este jueves que no habrá público en las gradas durante las competiciones deportivas que comienzan el próximo 23 de julio. Así lo ha decidido el Ejecutivo nipón tras las conversaciones mantenidas con los organizadores. El primer ministro japonés, Yoshihide Suga, ya había decidido a primera hora del jueves volver a declarar el estado de emergencia en el área de Tokio, una alerta que estará vigente hasta el 22 de agosto.
El estado de emergencia entrará en vigor el lunes 12 de julio para frenar el aumento de casos de COVID-19 en la capital, ha dicho Suga tras reunirse con el comité gubernamental que gestiona la pandemia, aunque en la práctica la medida no supondrá mucho cambio con la situación actual, al margen de un endurecimiento de restricciones para los comercios.
El país asiático ha decidido, asimismo, prolongar dicho nivel de alerta en la región de Okinawa (sudoeste), donde ya se encontraba activa, y mantener ciertas restricciones en las prefecturas de Chiba, Saitama y Kanagawa, colindantes con Tokio y donde también se disputarán competiciones de los Juegos. En la prefectura de Osaka (oeste) también se mantendrán las medidas, mientras que en otras cinco provincias (Hokkaido, Kioto, Aichi, Hyogo y Fukuoka) se verán levantadas a partir del lunes.
Según informa el Japan Times, los restaurantes de Tokio y Okinawa deberán dejar de servir alcohol y cerrar a las 20:00 horas. “Los nuevos casos en el área metropolitana de Tokio han aumentado desde junio”, ha dicho Suga. “Se han hecho necesarias medidas más estrictas en esas zonas, pero podrían levantarse antes si vemos pruebas del impacto positivo de la distribución de la vacuna”.
Reunión para debatir la asistencia de público a los Juegos
Los organizadores del evento, cuya inauguración está prevista para el 23 de julio, nunca han descartado la celebración de competiciones a puerta cerrada en función de la situación epidémica, sin embargo, recientemente habían anunciado que tenían previsto permitir la entrada de hasta 10.000 espectadores o la mitad del aforo de las instalaciones.
El Gobierno japonés tenía inicialmente previsto mantener ciertas restricciones sin declarar el nivel máximo de alerta durante la atípica competición deportiva internacional, que fue pospuesta un año por la pandemia, pero se ha visto obligado a cambiar su postura debido al fuerte incremento de contagios en la capital.
Los asesores médicos llevan semanas diciendo que no tener espectadores en los Juegos sería la opción menos arriesgada. En el país, cuya población está muy envejecida y es más vulnerable, preocupa que la llegada de decenas de miles de atletas, autoridades, patrocinadores, periodistas y personal pueda desencadenar una nueva ola de infecciones, combinada con las vacaciones de verano y la propagación de la variante delta, más transmisible. Suga ha respaldado la apuesta del COI por la celebración de los Juegos, a pesar de la oposición generalizada de la población japonesa y de las advertencias de sus propios asesores.
Subida de casos en la capital
Tokio ha registrado este jueves una cifra diaria de 896 nuevos casos de COVID, tras contabilizar en la víspera 920, una cantidad que no notificada desde mayo, cuando todavía estaba en pie el anterior estado de emergencia en las zonas más pobladas del territorio.
La capital ha sido el epicentro de la pandemia en Japón durante buena parte de la crisis. En todo el país, la incidencia sigue siendo muy baja si se compara con otras partes del mundo: 18 casos por cada 100.000 habitantes en los últimos 14 días, según datos de Johns Hopkins analizados por elDiario.es. Aunque el número de nuevos casos es bajo en la mayor parte de Japón, el resurgimiento está ganando fuerza en las grandes ciudades y en las zonas muy pobladas, según la prensa local, que también informa de un aumento del número de pacientes hospitalizados y con síntomas graves en Tokio
La cobertura de la vacunación es menor que en otros países ricos. Solo el 15% de la población está completamente inmunizada (en Reino Unido, esta cifra es de casi el 50% y en EEUU, del 47%). El país no comenzó a vacunar hasta febrero, el inicio fue lento, y entre los obstáculos a los que se ha enfrentado están la escasez de personal sanitario y retrasos en la importación de dosis.