Tres meses sin museos ni teatros en París: el auge de las galerías y la digitalización del arte
“Avísame cuando todo esto termine. Firmado: Mona Lisa”, reza un un post-it pegado en una recreación de La Gioconda (sin la Gioconda) expuesta en una de las columnas de la calle Rivoli, cerca del museo del Louvre, y protegida por un cordón de seguridad.
“Sin nadie que la admire, la Mona Lisa abandona el Louvre”, ironiza el artista callejero TooLate, autor de la obra, en su cuenta de Instagram. Con este mensaje pretende denunciar la situación en la que se encuentra el sector cultural en Francia, donde museos, monumentos, teatros, cines y salas de espectáculo llevan cerrados desde finales de octubre y sin fecha de reapertura.
Después de más de tres meses clausurado, este sector lleva semanas pidiendo poder volver a acoger público, aunque sea de forma parcial. “Durante una hora, un día, una semana o un mes, dejadnos abrir nuestras puertas aunque tengamos que cerrar en caso de confinamiento”, suplicaban más de 100 directores de centros artísticos de todo el país en una petición dirigida a la ministra de Cultura, Roselyne Bachelot, e impulsada por el Palais de Tokyo la semana pasada.
Otra demanda promovida por un grupo de artistas, entre ellos Carla Bruni, exigía en una tribuna publicada en Le Monde la reapertura inmediata de la cultura para “mejorar la salud mental de los franceses”.
Ante las súplicas, esta semana Roselyne Bachelot ha admitido que está trabajando en un protocolo de reapertura para los museos y los monumentos, que serán “los primeros en ser convocados”. Sin embargo, este compromiso excluye a la industria del teatro, el cine y el espectáculo.
Tampoco hay una fecha para la ocasión, sino que abrirán “cuando los contagios y la presión hospitalaria disminuyan”, según dijo la ministra. La falta de precisión no ha tranquilizado al sector y hasta ha originado tensión en la esfera política. En Perpiñán, el alcalde ultraderechista Louis Aliot abrió cuatro museos de la ciudad, una decisión que el prefecto de Pirineos Orientales ya ha denunciado ante el tribunal administrativo de Montpellier.
Galerías de arte para “llenar el vacío cultural”
A diferencia de los museos, las galerías de arte abrieron sus puertas el 28 de noviembre, una vez terminado el segundo confinamiento, junto con librerías, bibliotecas y tiendas de discos, por tener un componente comercial.
Desde entonces, se han convertido en uno de los únicos puntos de acceso al arte y la cultura. “Hemos notado un gran cambio”, explica Fatiha Amer, directora de la Opera Gallery, ubicada cerca de los Campos Elíseos. “Cada sábado tenemos muchos visitantes de todas las edades, familias, grupos de amigos… No son coleccionistas ni compradores, sino franceses de todo tipo, gente que no solía frecuentar galerías y que busca llenar este vacío cultural”, detalla.
Esta galería exhibe desde el pasado 15 de octubre la exposición Manolo Valdés, Musas Monumentales en homenaje al pintor y escultor español. La obra está compuesta por varias esculturas de gran tamaño expuestas en la céntrica avenida de George V, llamando la atención de muchos parisinos. “Hay gente que las descubre en la calle y viene a la galería para conocer más acerca de la obra”, explica Fatiha Amer.
Observando una de estas estatuas, una pareja de jóvenes comenta que consumir arte por internet no les acaba de convencer. “Hemos cambiado de hábitos, más paseos y mucha lectura, pero echamos de menos la atmósfera de los museos”, lamentan. Por su parte, la galería ha decidido prolongar la exposición hasta finales de marzo, un cambio de calendario poco habitual pero que, dadas las circunstancias, consideran oportuno. “El arte no es un lujo, es una necesidad y debemos hacerla accesible”, comenta la directora del centro.
Alternativas digitales y apoyo para los artistas
Durante este paréntesis, la cultura continúa buscando alternativas y recurriendo a internet, como ya hicieron durante el primer y segundo confinamiento. “Nos hemos digitalizado completamente”, cuentan desde el Museo de la Moda de París, que propone una visita virtual por su exposición Gabrielle Chanel, Manifiesto de moda, inaugurada tres semanas antes del confinamiento. “También ofrecemos podcasts y talleres virtuales sobre la historia de la moda”. Esta es una práctica común que ha sido adoptada por muchos establecimientos: el Centro Pompidou inaugura esta semana una exhibición sobre Kandinski en formato digital y el Museo del Louvre conmemora el 500 aniversario de la muerte de Leonardi Da Vinci ofreciendo una exploración de La Gioconda en realidad virtual.
Algunas instituciones buscan el equilibrio entre sostener a los artistas y hacer la cultura más accesible. Es el caso de La Ópera de París, que a través de su plataforma digital de pago continúa con su programación habitual de conciertos, óperas y ballets. “Nos permite poner en valor a nuestros artistas, puesto que seguimos trabajando y manteniendo nuestro nivel de excelencia”, detalla la Ópera de París a este diario. En diciembre, la obra de danza clásica La Bayadère se emitió en directo por 11,90 euros y acumuló más de 10.000 visitas, mientras que la sala más grande de este monumento tiene una capacidad máxima de 2.700 espectadores.
Por otra parte, hay quienes aprovechan este período sin público para hacer reformas. La Torre Eiffel dejará de ser marrón y está siendo repintada de color dorado para los Juegos Olímpicos de 2024, mientras que el Museo de Orsay aprovecha para restaurar algunas de sus colecciones y continuar con sus obras a un ritmo más acelerado.
“Es una decisión injusta”
El hecho de que el gobierno haya dado prioridad a museos y monumentos, en caso de una posible reapertura, no ha sido bien recibido para el sector del espectáculo. “Es una decisión injusta y nos ha desmoralizado. No entendemos el criterio del Gobierno, así que continuaremos haciendo presión”, declara Aurélie Hannedouche, delegada general del Sindicato de Músicas Actuales (SMA), una entidad que representa a alrededor de 500 centros culturales, entre ellos 150 salas de espectáculo.
Actualmente, este sector está llevando a cabo dos estudios científicos para determinar el riesgo de contagio durante un concierto, siguiendo el ejemplo del ensayo clínico en la Sala Apolo de Barcelona el pasado 12 de diciembre. “Queremos hacer esta prueba, nos parece una opción interesante y la queremos aplicar en Francia”, detalla Aurélie Hannedouche, que opina que “es la única manera de demostrar al Gobierno que no somos peligrosos”. Según Hannedouche, el concierto en la Sala Apolo fue recientemente evaluado en una reunión entre la ministra de Cultura y los representantes del espectáculo el pasado 29 de enero, pero aún está por ver si se podría llegar a implementar.
Al igual que muchos representantes del sector, Hannedouche considera que reabrir “es una necesidad que va más allá del dinero”, y es que desde el inicio de la pandemia el Gobierno ofrece un paquete de ayudas destinadas al sector cultural, como el acceso a un fondo de solidaridad, una sistema de paro parcial o exenciones fiscales, entre otras. “Son cruciales para sobrevivir, pero eso no implica que no necesitemos volver a actuar”, concluye.
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