En una época en la que no tener tu propio Call of Duty era considerado motivo de excomunión entre las grandes editoras, la tristemente desaparecida THQ trató de sacarse un superventas de acción de la chistera con Homefront, título que nos planteaba un futuro distópico en el que Corea del Norte, aprovechando una fortísima crisis económica en Occidente, decide echarle un par e invadir yankilandia, objetivo que consigue en un pispás sometiendo cruelmente a la población estadounidense y marcando su orgullo para siempre. Teniendo esto en cuenta, ¿qué americano de bien no iba a comprar este juego sólo poder darse el lujo de combatir virtualmente al cerdo invasor?
Finalmente se impuso la cordura y Homefront, debido a sus profundas carencias a nivel jugable, acabó siendo un fiasco para la crítica y, pese a defenderse en ventas, se quedó bastante lejos de las cifras anheladas por su editora, demostrando que para triunfar hace falta algo más que apelar al patriotismo barato. Hace falta aportar diversión, profundidad, desafíos y libertad de acción, y eso es precisamente lo que quiere hacer Homefront: The Revolution.
Eso sí, lo primero que hay que destacar es que nos encontramos ante un título que ha ido de cuerda floja en cuerda floja hasta caer por fin en manos de Koch Media (Deep Silver). Esto es debido a que, tras hundirse THQ, fue comprado por Crytek, compañía que a su vez vendió sus derechos a Koch Media por su delicada situación financiera. Tranquilos, aún no está probado que la licencia Homefront lleve la desgracia allá por donde pasa, y prueba de ello es que su estudio responsable, Dambuster Studios, parece estar haciéndose cada vez más y más fuerte.
Ya solamente por su título, un Homefront: The Revolution que deja de lado el ‘2’ tradicional de toda secuela, podemos intuir que no nos encontramos ante una mera continuación del juego original. Es más, The Revolution parece querer desprenderse sabiamente de toda posible conexión para plantear una revolución no sólo en lo narrativo, si no también y mucho más importante desde el punto de vista jugable.
Como muchos ya sabréis su principal baza es apostar por el género sandbox, algo que está muy de moda en los últimos años al ser la fórmula ideal para potenciar la libertad de acción del jugador, para que cada cual pueda vivir la aventura a su manera con horas y horas de juego por delante gracias a la gran colección de objetivos secundarios, retos y desafíos a superar.
Sí, estamos pues ante un título mucho más ambicioso que quiere romper con ese esquema de ‘campaña cinematográfica’ y poco más. Y eso no quiere decir que la narrativa vaya a perder peso, puesto que se quiere ganar una mayor inmersión del jugador gracias a una potente ambientación. La acción nos llevará a la ciudad ocupada de Filadelfia, una urbe icónica de los Estados Unidos al ser una de las principales cunas de su identidad.
De esta forma se quiere potenciar el simbolismo mucho más que si nos hubieran plantado en las calles de Los Ángeles, San Francisco o Chicago. La propia matriz de los Estados Unidos está sufriendo una durísima ocupación y será nuestra misión, junto a muchos otros miembros de la resistencia, el expulsar a los coreanos de las calles luchando puerta a puerta.
Un punto realmente llamativo es que la ciudad ha sido literalmente calcada de Google Maps, por lo que todo aquel que la haya visitado podrá reconocerla en el acto, aunque bajo el velo de destrucción y caos propio de cualquier conflicto armado. Desde Dambuster afirman haber puesto un especial empeño en reflejar la crudeza de la guerra a sabiendas de que es una de las grandes bazas para atraer al jugador y sumergirle en esta obra de ficción.
Homefront: The Revolution quiere tomarse en serio a sí mismo. Y es por ello que, en vez de ponernos en la piel de un supersoldado del bando ganador, nos lleva a formar parte de una resistencia incipiente que aún no es capaz de echar a andar por sí sola. De esta forma siempre estaremos en desventaja, por lo que andar por ahí matando a todo lo que se mueva será poco menos que inviable.
Sus responsables quieren que analicemos cada situación, que aprendamos a usar las características del mapeado en nuestro favor, que midamos las fuerzas enemigas antes de actuar, que tiremos de ingenio para superar las situaciones más críticas. Y eso lo consiguen como decimos poniéndonos siempre en desventaja. Para compensar nuestra inferioridad militar tendremos a mano ciertos gadgets improvisados, como un coche teledirigido bomba, por ejemplo.
Además, tal y como hemos podido ver en los vídeos publicados en la GamesCom, podremos modificar nuestras armas en tiempo real ajustando cargadores, modalidad de tiro, supresores y puntos de mira, algo esencial para adaptarnos a cada condición de combate. Y por supuesto, dado el gran escenario que tendremos a nuestros pies, podremos desplazarnos con vehículos como motocicletas.
Así pues desde Dambuster Studios quieren plasmar en su juego la guerra de guerrillas, forzándonos a realizar acciones tan rápidas como contundentes primando que los enemigos no sepan ni quién ni por dónde les han golpeado, por lo que todas las armas, gadgets y vehículos irán en dicha dirección primando la polivalencia frente a la tecnología y la potencia de los coreanos.
Con todo esto creemos que nos encontramos ante un shooter ambicioso, que quiere evolucionar respecto a su predecesor en todos los sentidos, desde la narrativa hasta la propia mecánica jugable. Y eso es algo que sólo puede derivar en fiasco absoluto o en éxito rotundo según como juegue sus cartas. Sinceramente, viendo lo que quiere ofrecer y dejando a un lado ese patriotismo ya tan manido que exhala por sus cuatro costados, esperamos que sea lo segundo, que los chicos y chicas de Dambuster sean capaces de ofrecer un juego divertido y profundo capaz superar el mal nombre del original.
Homefront: The Revolution - Puntos fuertes:
- Quiere ser un sandbox completo, capaz de ofrecer múltiples posibilidades de acción al jugador.
- Siempre estaremos en inferioridad, por lo que andar por ahí haciendo el cabra no es una opción. Analizar cada situación será crucial.
- La ciudad de Filadelfia se ha recreado de forma fidedigna, calcándola de Google Maps para después ‘destrozarla virtualmente’ con el objetivo de reflejar una sangrienta ocupación militar extranjera.