Jorge González dirige el Instituto de Medicina Legal de La Rioja y a un equipo que se encarga de asesorar a los jueces y tribunales en todas las cuestiones en las que hacen falta conocimientos médicos. Un equipo - González destaca la importancia del trabajo que hacen en conjunto - en el que la experiencia de la mitad del equipo forma un perfecto tándem con las ganas y la energía de la juventud que es parte ya del Instituto.
Una plantilla de 17 personas entre 8 médicas y médicos forenses, una psicóloga forense, una trabajadora social forense, cuatro administrativas y 3 personas técnicas de autopsia que construyen un centro referente en la formación de medicina forense y en la sensibilización con las violencias que sufren las mujeres, tratando de evitar la violencia institucional y la revictimización que a veces provocan estas consultas.
Y es que los Institutos de Medicina Legal no solo se encargan de hacer autopsias de cadáveres, aunque el día de la entrevista hayan tenido un caso. “Supone un porcentaje muy pequeño de la actividad diaria del instituto. Valoramos al año cerca de 4000 casos y 121 fueron cadáveres el año pasado. Es la parte más conocida porque cuando hay una muerte en circunstancias diferentes a las naturales llama mucho la atención y tiene más repercusión social”, explica Jorge González, el director.
Según explica, el servicio de patología forense se dedica al estudio de las circunstancias en que se producen las muertes violentas o sospechosas de criminalidad. El resto del trabajo es el servicio de clínica médico forense, que realiza valoraciones de todo tipo, entre las que están las valoraciones integrales a víctimas de violencia machista, las valoraciones de casos de violencia sexual y de sumisión química.
“Hacemos más valoraciones porque se denuncia más, hay una sensibilización social”
¿Cómo ha evolucionado la violencia contra las mujeres?
Hay una cuestión fundamental, que es la sensibilización social. Hemos dado grandísimos pasos en la condena social. Hace 20 años, la violencia de género era más tolerada socialmente. Ahora no, ahora tenemos todos perfecta conciencia que es algo que hay que erradicar de raíz. Desde esa perspectiva vemos que socialmente ha dejado de ser una cuestión con la que podamos mirar a otro lado. Desde el IML sí que vemos que hacemos más valoraciones, que en parte atribuimos no a que haya más casos sino a que precisamente esa concienciación social lleva a las mujeres víctimas a denunciar sus casos primero a nivel social y segundo a nivel judicial, que es donde intervenimos nosotros.
¿La violencia es ahora más cruel, es menos visible…?
No hay grandes diferencias en cuanto a las formas de violencia de género respecto a las que había hace años. Se puede dar de diversas maneras, con diferente intensidad física. Cuando una persona practica violencia sobre otra, no lo hace con el único ánimo de infligir un daño físico sino por esa necesidad psicológica de demostrar ese dominio por parte del maltratador.
Desde la perspectiva física, esa violencia tiene un abanico de manifestaciones muy amplio, pero nos preocupa también la perspectiva psicológica. De ahí la importancia que damos en los IML a las valoraciones integrales. Antes de la ley 1/2004 las valoraciones que hacíamos eran fundamentalmente físicas. Venía la víctima con una lesión física, hacíamos esa valoración forense, determinábamos el tiempo estimado de curación, si iban a quedar secuelas y nuestra labor terminaba ahí. Ahora lo que hacemos son valoraciones integrales, en las que atendemos también a la parte psicológica. Por eso la importancia de tener una psicóloga forense. Ese daño social que va acompañado de repercusiones en el entorno, en la vida familiar, laboral de la víctima es la que recae en la trabajadora social forense. Atendemos a las víctimas de otra manera.
Las valoraciones forenses de víctimas de violencia machista despejan todos los bulos que corren sobre las denuncias falsas: “Es un porcentaje muy mínimo. Las víctimas que lo sufren se merecen toda nuestra empatía, sensibilidad y consideración hacia la mejor atención que podamos prestarles”.
En el Instituto de Medicina Legal de La Rioja también hacen las valoraciones de las agresiones sexuales, 29 el año pasado. “Se vienen manteniendo cifras similares, aunque este año sí ha habido más reconocimientos que, como en el caso de violencia física sobre la mujer, atribuimos a que se sienten más respaldadas socialmente y por los nuevos procedimientos forenses”, explica Jorge González.
Antes, someterse a estas valoraciones era un paso que en ocasiones dificultaba que las mujeres denunciaran; para no tener que pasar por un proceso muchas veces sola, que además de doloroso, les haga revivir la agresión y les vuelva a hacer sentir que una persona dirige su cuerpo.
Por ello, en abril de 2021 se formó un grupo de trabajo en el Comité científco del Consejo Médico Forense, un ógano consultivo dependiente del Ministerio de Justicia del que forma parte Jorge González, el director del IML de La Rioja, para “elaborar un protocolo que entendíamos era muy necesario para recoger esa sensibilidad que se está desarrollando en la actuación forense con respecto a las víctimas de delitos tan graves”.
¿Cuáles son las principales novedades que incluye el protocolo de actuación forense en los casos de violencia sexual?
Hasta ahora el médico forense solo actuaba para hacer los reconocimientos de víctimas de violencia sexual cuando el juzgado de guardia lo activaba. Tenemos el convencimiento científico de que en ocasiones la víctima no está capacitada debido a la situación de estrés y bloqueo para tomar una decisión de si quiere denunciar o no. Puede ocurrir que en las pruebas biológicas o toxicológicas se pierdan si no interviene el médico forense de forma precoz. ¿Cómo soluciona el nuevo protocolo esta situación? En el momento de que el médico forense tiene conocimiento de que hay una víctima de violencia sexual, nos desplazamos al centro sanitario y hacemos una prueba siempre con consentimiento de la víctima. Somos nosotros los que informamos al juzgado de que nos estamos dirigiendo a atender a una víctima de violencia sexual. No esperamos a que esté la denuncia puesta, con el riesgo de que la víctima no presente la denuncia y no vamos a exponer ese grave delito a que se pierdan esos factores identificadores del delincuente o también esas circunstancias que han modificado las capacidades de defenderse de la víctima.
Otras cuestiones muy importantes que dejamos por escrito. Que la víctima tiene derecho a estar acompañada. Hasta ahora se permitía pero en algunas situaciones podía surgir alguna duda. También está por escrito que el lugar del reconocimiento debía ser un centro sanitario para evitar esa duplicidad de reconocimientos, ya que cada uno es un nuevo impacto psicológico. Eso sí que estaba contemplado anteriormente, pero no había un protocolo específico en el que constase oficialmente.
También hay una serie de pautas sobre cómo recoger esas muestras, cómo atendemos a la víctima cuando la recibimos, cómo tenemos que tener cuidado con el lenguaje que empleamos, cómo tiene que ser la víctima la que dirija el proceso de reconocimiento porque está atravesando una situación estresante, tiene sus temores y miedos. Hemos dejado por escrito que, si tenemos que parar porque en un momento determinado lo necesita, que no sea el médico el que lo imponga, nos tenemos que tomar el tiempo necesario. No es confortable ni cómodo, y por eso tiene que ser ella la que imponga los tiempos, nos plantee sus necesidades y nosotros atender todas en la medida que sea posible. Esa es la parte muy importante, atender a las víctimas como personas.
Esto supone un cambio radical respecto a finales del siglo pasado, cuando el juez ordenaba el reconocimiento y la víctima era sometida en el sentido literal. Ahora no, ahora a la víctima se le respeta y se le permite dirigir el proceso.
“El mayor factor de vulnerabilidad, aparte de ser mujer, es la sumisión química”
El director de Instituto sí advierte de un aumento de los casos de sospecha, sumisión y vulnerabilidad química tanto el año pasado como este. “Hay un mayor número de mujeres que denuncian una violencia sexual después de haber estado expuestas a una mayor vulnerabilidad debido a la ingesta de determinadas sustancias”, señala Jorge González. Avanza que está finalizando un estudio entre los años 2009 y 2020 en el IML de La Rioja “en el que el mayor factor de vulnerabilidad de las víctimas de violencia sexual en ese periodo, aparte de ser mujer, es el hecho de la sumisión química”.
La detección de sustancias en los organismos de las víctimas es complicada: “la mayor parte de sustancias que se utilizan para facilitar la sumisión desaparecen del organismo con mucha rapidez, aunque tenemos herramientas para desvelarlas”. “Lo ideal es conseguir esa toma de muestras a la mayor brevedad posible”.
Así mismo, señala que la burundanga es un mito, “no existe como sustancia facilitadora” y, aunque hay otras numerosas, alerta: “el alcohol fundamentalmente”. Con estas sustancias, las víctimas sufren amnesia lacunar: “pierden esa capacidad de reaccionar, de luchar, de consentir, con la voluntad y la capacidad de entender mermada”.
Por eso, hace pocos días el Gobierno de La Rioja anunciaba que iba a trabajar junto al sector de ocio nocturno para prevenir situaciones de sumisión química asociada a la violencia sexual. “Tenemos que tener la conciencia de que hay sustancias que no son buenas por sí mismas, otras que no son buenas cuando se abusa de ellas, pero si además te colocan en una situación de indefensión todavía son peores. Hay que enfocarlo desde la perspectiva de la prevención”, considera González.
“Vamos a tener una tecnología pionera que reducirá mucho las molestias a las víctimas”
Aunque un miércoles por la tarde, el Instituto de Medicina Legal parece estar tranquilo, sus profesionales siempre están poniéndolo a la vanguardia para mejorar el tratamiento de las víctimas. “Estamos tratando de adquirir unos nuevos aparatos, SAFE, que todavía no están en ningún Instituto de Medicina Legal de España”, anuncia Jorge González.
Con un formato similar a un teléfono móvil y con un sistema de filtros de imagen y amplificación de las imágenes, permite observar con mayor precisión cualquier posible lesión que presente la víctima. En los reconocimientos se utilizan colorantes que permiten revelar las lesiones, mientras que “con esta nueva tecnología no tenemos que importunar a la mujer puesto que el propio equipo lleva sus propios filtros especiales para la detección de esas lesiones y de indicios biológicos, identificando claramente dónde hay indicios sin tomar las muestras a ciega”, explica el director del Instituto consciente de que será “un grandísimo avance para la atención a las víctimas, vamos a reducir en un altísimo porcentaje las incomodidades y molestias que les ocasionamos”.
Referente en formación forense
El Instituto de Medicina Legal de La Rioja da mucha importancia a la formación en distintas áreas de la medicina forense. En materia de violencia sexual, el centro dirige la formación para los médicos forenses de toda España. Hace 3 años, coincidiendo con la pandemia, se iba a organizar el curso de formación para los médicos forenses, pero se tuvo que hacer online.
Una vez finalizado este mal periodo, el 30 y 31 de marzo se reunieron en Logroño forenses de toda España para conocer todos los últimos avances en cuanto al nuevo protocolo de actuación médico-forense ante las situaciones de violencia sexual, el nuevo kit de toma de muestras biológicas, entre otras cuestiones.
En el área de patología forense cada dos años organizan un curso de patología forense que tiene un prestigio en todo el mundo de habla hispana y, como ejemplo, en el de este año está prevista la participación de Francisco Díaz, el jefe forense de Washington, un forense del IML del valle del Cauca en Colombia, un forense que se dedica a las labores humanitarias para la ONU, otra forense que es la jefa de forenses de Cruz Roja Internacional de Ginebra, todo en habla hispana. Y también prestigiosos forenses españoles. Del 19 al 22 de octubre tendrá lugar este curso referente en todo el mundo de habla hispana.