Escándalo por la compra del silencio iraquí

Rioja2

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Un nuevo escándalo salpica la actuación de Estados Unidos en Irak durante los últimos años. En esta ocasión se trata del supuesto soborno que la polémica compañía de seguridad Blackwater podría haber pagado a las autoridades iraquíes.

Según fuentes de la empresa estadounidense, Blackwater autorizó el pago de un millón de dólares a altos cargos iraquíes con el objetivo de comprar su silencio tras el episodio de 2007 en el que las fuerzas de seguridad de la empresa asesinaron a 17 civiles en Bagdad.

Cuatro altos cargos de Blackwater reconocieron en una entrevista que el entonces presidente de la empresa Gary Jackson, aprobó el pago de un millón de dólares en diciembre de 2007 que fue enviado desde Amán, donde la empresa mantiene un importante centro de operaciones, a un aliado en Irak. Los preguntados afirmaron desconocer si dicha cantidad fue destinada a las autoridades iraquíes o de no haber sido así, quienes fueron los receptores últimos de estas ayudas.

La estrategia de Blackwater, que es ilegal en el marco de la legislación de Estados Unidos, provocó una profunda división en su seno

, según revelaron los implicados, en informaciones recogidas por el diario The New York Times. Un portavoz de la compañía no estaba disponible para contrastar la información.

Las investigaciones abiertas en Estados Unidos e Irak condenaron el “injustificable” ataque

y concluyeron con la repulsa de la muerte de los 17 ciudadanos civiles. Ante el temor de que Teherán expulsase del país y dejase sin licencia de trabajo a la compañía de seguridad, lo que implica la pérdida de millones de dólares, los implicados accedieron al pago del millón de dólares a cambio de su silencio.

Al parecer, Cofer Black, ex vicepresidente de Blackwater y ex alto cargo de la CIA se enteró del plan por otra fuente de la empresa durante su estancia en Bagdad a dónde viajó para discutir sobre la compensación económica destinada a las familias de las víctimas mortales.

Los cuatro interrogados abandonaron la compañía para la que trabajaban en el momento del incidente, porque estaban en peligro ante la previsible condena de los patrones de conducta de Blackwater.