La primera mujer que rompió barreras en las tradiciones de Rincón de Soto repite 40 años después
La celebración de San Antón es una de las más arraigadas en el municipio riojano de Rincón de Soto y es también un ejemplo en igualdad. Vale Medrano es este año la mayordoma de la fiesta a sus 88 años, como lo fue ya hace 37 años cuando se convirtió en la primera mayordoma de San Antón en este pueblo. “Recuerdo que entonces me llamaron valiente, pero no es valentía, es ilusión y que te guste”, apunta Vale, a lo que responde su nieta Antea: “Le llamaron valiente la primera vez por ser la primera mujer y ahora por ser mayor”.
Y es que ser la representante de San Antón en Rincón de Soto es mucho trabajo. Una tradición marcada desde hace siglos marca que las semanas previas a la fiesta, familiares y amistades del mayordomo o la mayordoma se encargan de la recogida de leña y su traslado hasta la localización donde se hace la hoguera. Es una de las peculiaridades de la fiesta en este municipio de La Rioja, que la ubicación de la hoguera cambia y la elige la persona representante. Este año será en la calle Aldeanueva por ser un lugar cercano a la casa de Vale Medrano, seguro y donde se generarán pocas molestias.
El 16 de enero a las 12.00 horas la mayordoma encenderá la hoguera. Después se bendicen los roscos y por la tarde se reparten patatas asadas y vino. Al día siguiente, se reparten los roscos para los cofrades tras la bendición de los animales y la misa. La fiesta terminará el 26 de enero con una comida de hermandad. “Todo lo que rodea a la fiesta es responsabilidad de organización y preparación del mayordomo o la mayordoma”, puntualiza Antea, también confrade. Sin embargo, los nuevos tiempos han permitido que ahora se pueda disfrutar más de la fiesta: “La primera vez que mi abuela fue mayordoma, tuvo que amasar todos los roscos, preparar la comida... Ahora eso se hace ya en las panaderías y se come en un restaurante”, apunta la nieta.
La Cofradía de San Antón de Rincón de Soto tiene casi 200 años y, como tantas otras, era una cofradía solo para hombres. Pero cuando murió su padre, en los años 70, Vale Medrano se plantó y solicitó entrar como cofrade. “Al principio me dijeron que no e insistí durante dos años hasta que lo conseguí”, apunta orgullosa. No recuerda problemas en el pueblo y a sus vecinos “les pareció muy bien”. De hecho, fueron varias las mujeres que después de ella se inscribieron como cofrades, entre ellas su hija y su nieta. “A ellas ya no les costó, yo abrí el camino”.
Pronto se apuntó para ser mayordoma, que se elige según una lista correlativa en la que los cofrades se van apuntando. “Pedí que me tocara en un año que la fiesta fuera en sábado y domingo porque yo trabajaba”. Así, Vale Medrano fue la primera mayordoma mujer de San Antón en 1988, cuando tenía 52 años. Aquello ya fue más fácil, “después de pelear por entrar en la cofradía, tenía el derecho de serlo”, recuerda mientras su nieta Antea subraya al lado que fue “una pionera”. Vale transmite a sus 88 años la misma ilusión por la celebración de San Antón que tuvo entonces y, probablemente, la que le hizo luchar porque las mujeres también tuvieran su sitio en la Cofradía.
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Por eso, no entiende que muchos pueblos todavía no dejen participar a las mujeres en sus tradiciones y en sus cofradías. Y recuerda que durante todos los años en los que solo hubo mayordomos hombres “ellos se encargaban de representar e ir a por leña, pero todo el trabajo, preparar la comida, repartir las patatas... todo lo hacían las mujeres de su casa”.
Vale Medrano está orgullosa de haber sido la primera mayordoma y hace pocos años pensó que le gustaría repetir, un privilegio guardado para los primeros cofrades que cumplirá este 2025. No obstante, no han sido muchas las mujeres mayordomas, 5 o 6, que han tenido este papel desde aquel 1988 que Vale Medrano rompió unas barreras que todavía siguen impidiendo que las mujeres tengan el mismo lugar que los hombres en muchas tradiciones.
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