Imagen: Un participante local luciendo el atuendo de época característico de la prueba
El coche ha sido en las últimas décadas el campeón absoluto para llegar el primero a cualquier extremo de la ciudad, si bien las intervenciones en beneficio de la bicicleta en Logroño y otras capitales le están haciendo tambalearse de su posición de privilegio. Pero en esa batalla que el asfalto parece tener ganada, existen algunos soldados, parafraseando a Asterix y Obelix, que han resistido siempre al invasor.
Entre esos focos de resistencia se encuentran Nájera y su alto del Castillo, donde puede apreciarse la belleza del valle que atraviesa la localidad. Pero el premio de alcanzar este mirador sólo se gana a base de corazón y ganas, puesto que la única forma de acceder a la cima es haciéndolo a pie.
Una carrera con aroma rústico y un toque 2.0
Y es que antes de que sonase en los heats latinos ya ocurría: lo prohibido, lo inaccesible, atrae. Sobre esta base nació la Subida al Castillo de Nájera, mezclada con una apuesta entre dos lugareños para dilucidar quién ascendía más rápido sus rampas de hasta el 30% de desnivel partiendo desde el casco urbano. La idea gustó tanto que este sábado ha alcanzado la 55º Edición.
La supervivencia del evento tantos años quizá se deba al empeño de los najerinos y su adaptación a las circunstancias del momento. De ahí que la organización, liderada por el grupo de montaña K2 Nájera ha sido pionera en nuestra Comunidad tramitando las inscripciones de la prueba a través de una App (ALP) que gestiona el también lugareño Alberto Hernando.
Pero no todo iban a ser comodidades para los corredores y con lo que gusta de desafíos el runner promedio casi que mejor. En este sentido los organizadores animaron a participar con un vestuario de época, mitad por dar colorido a la carrera, mitad para sentirse en la piel de los esforzados de las primeras ediciones. Una Holy Run rústica en la que el local Miguel García fue premiado por la originalidad de su atuendo.
Un duelo de récord y un noble gesto
Faltaba el picante para los buenos aficionados: un emocionante duelo entre un crack foráneo (Rodrigo Vicente) frente a grandes deportistas locales, representados por David Rioja (Tritones) y Diego Castillo (Beronia).
El burgalés venía con la vitola de favorito tras proclamarse recientemente campeón de España de trail running con su equipo, el Desafío Urbión. Y el recorrido, con 400 metros desnivel en sólo 5km, le venía niquelado para plasmar su superioridad sobre el terreno.
Cómo ocurre en otros deportes, el factor campo se hizo notar y Rodrigo Vicente, tuve que correr de lo lindo para amarrar la victori. Hasta tal punto que batió el récord de la prueba con una renta de sólo 12 segundos sobre Rioja, al que precedió Castillo.
Sin embargo, lo mejor de esta apasionante jornada llegó en la carrera de chicas: Reyes Moreno lideraba holgadamente la prueba a falta de 200 metros para la conclusión y la corredora del Rioja Triatlón tomó por error un camino paralelo al oficial, una circunstancia que en ningún caso le daba ventaja ni cuestionaba la justicia de su claro triunfo.
Pero Reyes, para sorpresa de todos los presentes que ya le aplaudían en meta, decidió detenerse a un metro de la raya de llegada y esperar a que sus perseguidoras (Jacquelin Ali y Virginia Gómez) pasasen primero por la línea de llegada, ya que no se sentía acreedora del triunfo “sin atenerse 100% a las reglas establecidas”.
Un gesto de los que engrandecen este deporte, y nos recuerda que más allá de conseguir grandes gestas competitivas están los valores y las personas que los representan.