Solomillo, una historia poco hecha cuenta los avatares de Juan Solomillo, un tipo que vive la vida de una forma un poco ingenua. De hecho, desconoce el propio sentido de su existencia hasta que un día conoce a una mujer de la que se enamora por completo. Su apellido, muy apetitoso también: María Entrecott. Sin embargo, la mala suerte acompaña al pobre Solomillo tras comprobar la desaparición de su amada. “Se da cuenta de que se la han jalado”, comenta Fele Martínez. El protagonista de la obra insiste en que este trágico acontecimiento motivo una profunda transformación en la forma de ser de Solomillo pues decide revelarse contra su destino y convertirse en el “Ché Guevara de las proteinas”, subraya.
Con este argumento “disparatado”, como reconoce el propio autor, se plantea una obra que pretende reflexionar sobre la soledad del intérprete en el escenario. Esta tesis se presenta ante el público de una forma paradójica y cuanto menos curiosa, pues se trata de una historia repleta de personajes y en la que tan sólo hay un solo actor. Esta original puesta en escena ha sido interpretada como una muestra más de la innovación en el teatro por la que apuesta el grupo Sexpeare.