Medialab nació como idea en 2004, pero vivió su florecimiento casi diez años después al trasladarse a un edificio rehabilitado por el Ayuntamiento de Madrid casi a su medida. Gobernaba Ana Botella, aunque las obras de la antigua Serrería Belga las puso en marcha Alberto Ruiz-Gallardón. Ahora, otro gobierno del PP, encabezado por José Luis Martínez-Almeida, está desmontando a toda prisa lo que se ha construido a lo largo de una década en un inmueble muy particular escondido en una de las zonas más privilegiadas del centro de Madrid. El área de Cultura, dirigida por Andrea Levy, asegura que se trata solo de una mudanza, pero la opacidad en los planes –la plantilla se enteró a través de un artículo de prensa– y la falta de planificación ha desatado la intranquilidad de los trabajadores y de la comunidad generada en torno a este emblema de la cultura abierta, reconocido con premios nacionales e internacionales.
Ni la petición del comité de empresa, que solicitó por carta que se paralizara el traslado a Matadero -iniciado ya parcialmente este martes- ni el Ministerio de Cultura, que envió una misiva al alcalde de la capital y a la presidenta autonómica, Isabel Díaz Ayuso, para detener el desalojo han frenado al Ayuntamiento de Madrid. Tampoco la movilización en contra de toda la comunidad aglutinada en torno a Medialab, We are the Lab, ni el rechazo de la oposición en el Palacio de Cibeles.
Diez trabajadores y trabajadoras inician su jornada laboral de este miércoles en un nuevo espacio, separados y respondiendo a diferentes superiores jerárquicos. Antes han secundado una protesta pública para mostrar su rechazo a la decisión unilateral del Ayuntamiento. Las portavoces de Cultura de Más Madrid y PSOE, Pilar Perea y Mar Espinar, participarán en la próxima comisión del ramo desde el exterior del edificio de Medialab Prado para “reivindicar que el proyecto es indisociable de la Serrería Belga y esclarecer su desmantelamiento”.
Inicialmente, Madrid Destino -la empresa municipal de la que depende la gestión cultural de la capital- pretendía mover al 100% de la plantilla. Pero las prisas dejaron también noqueada a la cúpula directiva de Matadero, que no se veía capaz de absorber con tan poco tiempo las actividades que se hacían –y que están programadas desde ahora hasta junio– en Medialab, un edificio de 4.000 metros cuadrados dedicado en exclusiva a este proyecto. La falta de planificación ha obligado a Cultura a cambiar los planes a última hora para solo desalojar a la mitad. Son en total 12 fijos y siete eventuales, además de 10 más contratados por empresas externas.
El resto seguirá en Medialab, junto a los materiales vinculados a actividades, como la impresora 3D o el laboratorio audiovisual, que tampoco se mueven de momento. Tres personas del equipo están de baja médica y algunas de las que siguen trabajando están tomando medicación contra la ansiedad por el estrés que les ha generado esta situación. En la plantilla hay “nervios” y “shock” por la precipitación de los acontecimientos.
“Solicitamos que, con carácter preventivo, se suspenda el traslado a las instalaciones de Matadero Madrid Centro de Creación Contemporáneo de todos los trabajadores/as que está previsto para el próximo día 17 de marzo hasta que por parte del Área de Gobierno de Cultura, Turismo y Deporte y Madrid Destino no se pueda garantizar que dicho traslado no repercuta negativamente tanto a los propios trabajadores/as como a la continuidad del proyecto que vienen desempeñando”, decía la carta enviada al Consejo de Administración de la empresa pública, a la que ha tenido acceso elDiario.es y que nunca obtuvo respuesta más allá de un acuse de recibo.
La plantilla no se explica por qué el Ayuntamiento ha acelerado tanto el traslado. En principio, y tras la sorpresa de la mudanza a Matadero, los trabajadores contaban con permanecer en el espacio actual hasta junio cuando termina la programación prevista para este curso. Pero en pocos días el escenario ha cambiado mucho. Primero el Ayuntamiento decidió prescindir del director artístico, Marcos García. El área de Cultura, dirigido por Andrea Levy, no rompió su contrato por anticipado, sino que decidió no renovarlo. El siguiente movimiento fue cesar a la gerente del centro cultural, Clara Lapetra. Ocurrió el 5 de marzo aunque no se comunicó al comité de empresa hasta tres días después.
Como espectadores de la cascada de decisiones unilaterales, los trabajadores solo ha tenido una reunión con Recursos Humanos. “La persona con la que nos reunimos nos dijo que eran órdenes directas de Cultura y que lentejas”, asegura un trabajador. Algunos piensan que la reacción “de resistencia” y “oposición” de la comunidad construida en torno a Medialab ha generado una respuesta reactiva por parte del Ayuntamiento para “actuar por la vía de los hechos”. “Simbólicamente si sacas de ahí a los trabajadores ya tienes eso ganado”, expresa el mismo trabajador.
Sin director ni gerente: “La cohesión del equipo se pierde”
Los trasladados aseguran que no han recibido información sobre dónde se ubicará su nuevo puesto de trabajo en Matadero. “En la misma línea de no tener información oficial de la empresa porque nadie quiere retratarse, solo le han enviado a un compañero una lista de dónde vamos cada cual a través de la responsable de riesgos laborales”, relata una persona de la plantilla. La nueva organización les divide en cuatro espacios diferentes y una trabajadora aún no tiene lugar asignado.
“Hemos podido observar que como consecuencia de este proceso se va a producir una fusión entre los compañeros/as de Medialab con los de Matadero perdiendo con ello la esencia propia del proyecto de Medialab que queda difuminado postulándose para una posible desaparición progresiva”, apunta una comunicación enviada por el comité de empresa esta semana a toda la empresa municipal.
Otro de los problemas añadidos a esta mudanza exprés es la falta de cargos directivos: no hay ni director ni tampoco gerente del proyecto. La plantilla va a tener que responder a diferentes coordinadores en Matadero, lo que desmonta el organigrama del proyecto, según los trabajadores. “Nos hace dudar sobre la veracidad que se mantengan los proyectos de Medialab. La cohesión del equipo se pierde si lo pones con superiores diferentes”, aseguran desde el comité de empresa.
En la carta enviada a Madrid Destino, se advierte de la posible “inadecuación de los nuevos espacios a las actividades”. “Puede desembocar en una modificación sustancial del proyecto”, señala el escrito, que enumera una veintena de proyectos con dificultades de supervivencia por requerir de materiales o de espacios especiales (Fablab, grupos de trabajo de unas 30 personas que se reúnen semanalmente, fachada digital y La Cosa, residencias de innovación ciudadana, EDCD: Encuentros de Diseño y Cultura Digital....).
También sorprende en la planificación del Ayuntamiento por qué se decide dar acogida al Museo de Arte Contemporáneo de Madrid en el edificio de Medialab si hay una rehabilitación sin estrenar de 3.000 metros cuadrados en el centro cultural Conde Duque, donde ya hay expuesta una parte de esta colección. En el espacio de la calle Alameda, el área de Cultura pretende abrir también un “laboratorio empresarial”. El departamento que dirige Andrea Levy, además, ha manifestado su intención de un giro a Medialab “redefiniendo sus objetivos”, además de mudarlo de edificio. Para ello, el área convocará un concurso público con el que elegirá a un nuevo responsable de contenidos y un proyecto de trabajo. Habrá que esperar para valorar cómo afecta esta nueva deriva al proyecto actual.
Una candidatura a Patrimonio Mundial en riesgo
La decisión del Ayuntamiento de Madrid ha levantado a varios sectores. Más de 500 arquitectos, entre los que se encuentra Juan Navarro Baldeweg, Belén Moneo, Iñaqui Ábalos, Emilio Tuñón o Fuensanta Nieto, han firmado una carta que adelantó elDiario.es contra el traslado de Medialab. Los arquitectos aseguran que “la transformación del edificio en un espacio museístico conllevaría cambios profundos en su programa funcional y formal, que afectarían tanto a la distribución de los espacios y elementos interiores del mismo, como a su imagen y fachada para controlar las condiciones museísticas de la exposición de las obras o circulaciones”. El área de Cultura no ha respondido a este medio sobre si necesitará hacer reforma y de qué calado.
El mayor inconveniente al intentar convertirlo en museo es su extrema luminosidad. Más de la mitad de su fachada son ventanas y una sala de exposiciones necesita de un alto control de las condiciones lumínicas y de conservación. Cualquier esfuerzo por convertirlo en una caja blanca anularía su valor patrimonial. Además, la rehabilitación de la antigua Serrería Belga, firmada por María Langarita y Víctor Navarro y hecha ad hoc para este proyecto, fue ampliamente reconocida: con el Premio XII Bienal de Arquitectura y Urbanismo de España, el Premio COAM 2013 y el Premio Sacyr 2014. Al Gobierno de Alberto Ruiz-Gallardón le costó siete millones de euros. Solo en la fachada digital, arquitectónicamente única, se invirtió un millón.
“La reforma fue diseñada con la idea de crear un edificio transparente porque se cultivaba dentro una idea de cultura transparente y abierta”, explica Antonio Lafuente, investigador del CSIC y responsable del Laboratorio del Procomún durante una década. Lafuente también fue miembro del comité científico que elaboró la candidatura del conocido como Eje Prado-Recoletos a Patrimonio Mundial de la UNESCO. En el expediente enviado por el Consistorio al organismo internacional, se incluía Medialab como centro cultural de especial relevancia, porque la organización internacional tiene en alta consideración aquellas unidades que alimentan la participación ciudadana.
El comité nacional del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS) ha mostrado su “profunda preocupación” ante el cambio de identidad del espacio y advierte de lo “inapropiado y pernicioso” que sería una modificación de tal calado en el bien y, por tanto, en la candidatura a formar parte de la deseada lista de Patrimonio Mundial cuando está en la recta final. Su resolución, prevista en junio, se ha visto aplazada por la pandemia. ICOMOS tiene un papel determinante como organismo asesor en lo relativo al seguimiento de los bienes inscritos y candidatos a la citada lista.
Pese a los avisos, el director general de Patrimonio Cultural del Ayuntamiento de Madrid, Luis Lafuente, asegura que la “incidencia del traslado de MediaLab a Matadero en la candidatura no supone ningún riesgo”. “Si no, no lo haríamos”, respondía a ABC esta semana. Mientras, en una parte del sector cultural madrileño la incomprensión se ha apoderado de la escena, entre críticas a la “improvisación” y al “poco cálculo” en la operación impulsada por la concejala Andrea Levy.