“Aquí hemos venido, a hacer bulto”, dice un militante pocos minutos antes de que empiece el acto. Es el primer mitin de Ángel Garrido como candidato de Ciudadanos, su estreno como protagonista de un encuentro poco concurrido en una terraza del pueblo más rico de Madrid, Pozuelo de Alarcón. A poco más de 500 metros, su hasta ahora compañera y nueva contrincante, Isabel Díaz Ayuso, se reúne con empresarios de la noche madrileña. No se cruzarán.
Hay sillas vacías y un trasiego importante de estudiantes de la prestigiosa y carísima Escuela de Negocios ESIC -pegada al restaurante- que miran, preguntan quién sale y al final se marchan. Dos mujeres del partido invitan a dos de ellos a sentarse. Sin éxito. El día está soleado y la audiencia, de poco más de 50 personas, se arranca en un aplauso después de que uno de los organizadores lo indique, como un regidor. Suena la música y salen los protagonistas. Primero, el candidato Ignacio Aguado; a su estela, el número 13, que hoy parece más un número 2. Al acto no ha acudido César Zafra, la mano derecha de Aguado y segundo en la lista a la Asamblea de Madrid. En el encuentro nadie quiere hablar de “sillones”. “Del 1 al 129 que forman parte de la lista de Ciudadanos son igual de importantes”, indica Aguado, que avanza que quiere que Garrido esté “muy pegadito a él”.
Ya sobre el escenario, ambos tratan de mostrar su sintonía. El número uno de Ciudadanos le define como el “interlocutor más fiable” del Gobierno de Cifuentes. Después matiza y dice que realmente era el “único”. Garrido, para corresponder, remonta su “amistad” al inicio de la legislatura. “Nos hemos dado cariñosamente, es normal que intentes vencer dialécticamente a tu adversario pero por encima de todo estaba la relación personal. Y construir algo juntos, más allá de nuestros propios grupos políticos”, afirma el expresidente, que asegura que los cuatro presupuestos aprobados en la Comunidad de Madrid avalan esa relación bien avenida.
Un mensaje a Casado sin respuesta
Los aplausos se reproducen cada tanto. Garrido admite que su decisión de última hora, sin previo aviso al presidente nacional, no ha sido “cómoda” y ha despertado “incomprensiones”. 48 horas después, desvela, no ha habido llamadas con Pablo Casado. Solo un mensaje enviado que el líder conservador, dice, no ha respondido. El expresidente intenta, de nuevo, explicar su decisión. Habla de principios aunque, en su tono calmo, habitual lanza ataques contra el reacción del PP a su marcha en una semana crítica.
Alguien grita en ese momento “traidor” desde detrás de unos setos. El ambiente se tensa. Y Garrido trata de salir del paso: “¿Entendéis por qué va a perder votos el PP? Por este tipo de cosas...”. Otra vez aplausos. El acto queda enrarecido justo cuando el discurso crítico del expresidente iba en ascenso. “Si tú calificas de traidores, navajeros o traperos a los que se van, cómo esperas que alguien se incorpore. Así es explicable por qué algunas formaciones pierden personas a raudales”.
El encuentro, en el que fundamentalmente hay afiliados de los municipios limítrofes, apenas recoge propuestas. Aguado se marca el objetivo de “lograr que Madrid sea la región más próspera de Europa” y para eso, dice, la receta es olvidarse “de izquierdas y derechas” y superar el discurso “de la clase obrera”.
“Qué clase obrera, si en España lo que hay son trabajadores, son clase media. Los marcos de empresario explotador de Podemos o de lucha entre clases están obsoletos”, ha dicho en referencia a los partidos que “son nostálgicos del siglo XX”. “Una persona que empieza a trabajar con contrato temporal de tres meses, que al final le hacen indefinido, que después de ocho años trabajando le despiden, capitaliza el paro y monta una franquicia. ¿Esa persona qué es? ¿Clase obrera? ¿Patrón explotador?”, ha insistido.
Al terminar muchos quieren hacerse fotos con el nuevo fichaje y el partido aprovecha para montar una carpa al lado de la terraza. A unos metros, Díaz Ayuso sigue en su reunión. Según Ciudadanos, el PP convocó el acto para coincidir a posteriori. Preguntada por la cercanía, ella, que ha vuelto a ser Trendic Topic en Twitter por asegurar que añora los atascos nocturnos de Madrid, prefiere no responder. Garrido dice que es “normal” que se coincida en campaña en un pueblo y que estaría encantado de encontrarse con su excompañera.
El expresidente ha renunciado este viernes a ser diputado del grupo popular en la Asamblea de Madrid tras apearse de la candidatura europea y desapuntarse como militante. El PP había advertido que, si hoy no pasaba al grupo de no adscritos o dejaba directamente el escaño, le expulsarían. A partir de ahora, Garrido pertenece al grupo que no se adscribe a ningún partido. En este cajón de sastre no hay ningún diputado esta legislatura. Será el primero, por lo que seguirá cobrando su salario de 3.500 euros al mes.