Un grupo de investigadores certifica que Madrid Central reduce la contaminación más allá de sus límites
Una investigación académica certifica por primera vez la eficacia de Madrid Central en la reducción de la contaminación y confirma que la medida beneficia la calidad del aire no solo de la zona de bajas emisiones, sino también del resto de la ciudad. Estas son las conclusiones de un estudio titulado 'Restricting traffic into city centre: Has Madrid Central been effective to reduce No2 levels?' firmado por cuatro científicos de la Universidad Complutense de Madrid, la Universidad de Oviedo y el Instituto Don Luis (Lisboa), que ha medido la evolución de la polución antes y después de la implantación de esta medida.
El estudio, realizado por expertos en análisis económico, utiliza una compleja fórmula matemática para integrar múltiples variables en el cálculo, como la meteorología (precipitaciones, viento, temperaturas...), días festivos u otros parámetros externos que afectan a la calidad del aire, como el aumento de la flota eléctrica de vehículos.
El objetivo, dicen los investigadores, era medir el efecto real de la implantación de esta política en el centro de Madrid descontando esas variables externas. “Uno de los problemas básicos para ver si una medida como Madrid Central es eficaz es analizar qué ocurrió a la vez con las variables climatológicas. Si sopla mucho el viento, vas a ver cómo caen los niveles de contaminación y puedes inducir que es debido a eso. Por eso hemos querido separar esos efectos”, explica Juan Prieto, catedrático de Fundamentos del Análisis Económico de la Universidad de Oviedo y uno de los autores del trabajo académico.
El resultado arroja una reducción de los niveles de dióxido de nitrógeno en la estación de la Plaza del Carmen, la única que hay en el interior de Madrid Central, de alrededor de 15 microgramos por metro cúbico (μg/m3), lo que supone una caída de entre el 23 y el 34% según las observaciones. La media anual de esta estación en 2018 estaba en 45 μg/m3.
Las disminuciones también son notables fuera de los límites de Madrid Central, en las zonas no afectadas por las restricciones. Plaza de España registra reducciones de cerca de 5 μg/m3 y Escuelas Aguirre (la peor parada en 2018) bajó más de cuatro microgramos, Ramón y Cajal por encima de siete. Los investigadores han certificado que en nueve estaciones en el interior de la M-30, el nivel de dióxido de nitrógeno cayó entre 3,5 y 8,5 μg/m3. En 2018, estas nueve estaciones registraron una media anual de 40,5, según las cifras municipales oficiales, de manera que la reducción alcanzaría el 13%.
La investigación toma como muestra 11 de las 24 estaciones de medición de la ciudad. Todas las que están en el interior de la almendra central, delimitada por la autovía de circunvalación M-30, y una más de fuera: Plaza Elíptica. Esta última es la excepción en los datos, pues es la única que no experimenta reducciones importantes en los registros de No2.
En este cuadro están recogida las disminuciones en microgramos de dióxido de nitrógeno por metro cúbico por cada una de las estaciones referenciadas. Hay cuatro columnas, con datos similares, en función de a qué momento se retrotraen las muestras empleadas. En el último caso (4), los investigadores toman un abanico de datos más amplio en el tiempo (desde 2015).
“Las caídas en las estaciones fuera de Madrid Central son menores a las estimadas para la Plaza del Carmen pero igualmente considerables”, dice el estudio, que contradice con datos el argumento utilizado por el PP para desmontar la zona de bajas emisiones: el llamado “efecto frontera”. Esto es, que Madrid Central dispara la contaminación en las zonas aledañas sin restricciones.
El alcalde de la ciudad, José Luis Martínez-Almeida aludió a esta tesis cuando puso en marcha la moratoria de las multas en Madrid Central que solo estuvo unos días en vigor porque fue tumbada por la justicia. “Los datos de contaminación han empeorado el conjunto de la ciudad aunque sí que es cierto que los datos de la estación del distrito de Centro han mejorado”, expuso el regidor.
“El invierno y la primavera fueron especialmente negativas en términos climatológicos. Una vez que corriges la climatología, lo que vemos es que no solo fue muy eficaz en la zona de la reducción del tráfico, sino que generó efectos positivos en todas las estaciones dentro de la M-30”, apunta Prieto. “En Plaza del Carmen, la estación que está dentro de Madrid Central, la contaminación se reduce mucho más que en las demás, pero en el resto también se reduce. No hay evidencia de ese efecto frontera”, añade, por su parte, Rafael Salas, promotor de la investigación, coautor y catedrático de la Universidad Complutense.
Salas defiende que los datos se han obtenido con una metodología “muy robusta” llamada difference in difference. La investigación emplea, para dar solidez a los datos, un segundo método estadístico (nearest neighbour matching estimation).
El estudio también pone de relieve que la monitorización de la estación de la Plaza del Carmen arroja unos datos inéditamente positivos que colocarían, hasta mayo y si no hay cambios, a este punto en la senda del cumplimiento de los límites de tóxicos marcados por la Unión Europea en 2010 y situados en 40 microgramos de dióxido de nitrógeno, NO por metro cúbico. “Es evidente que no solo se ha mejorado la calidad del aire, sino que se ha conseguido quedar por debajo del máximo. Las previsiones es que las mediciones no superen los 36 en Madrid Central”, apunta Salas.
Los investigadores, además, concluyen que la zona de bajas emisiones ha empujado cambios en las rutinas de movilidad de los ciudadanos madrileños. “Es nuestra interpretación de los resultados. Así leemos el hecho de que en todo el interior de la M-30 se produjeran caídas en los niveles de contaminación”, asegura Juan Prieto.
La idea de los autores es continuar con el estudio para analizar el segundo semestre de 2019 con la previsión de que los resultados pueden cambiar. “Creemos que los anuncios y contraanuncios del nuevo Gobierno sobre la política medioambiental ha introducido confusión y eso crea ruido. Pensamos que eso puede modificar sustancialmente los datos”, auguran los investigadores.
“Si pretendes que cambien su comportamiento, tienes que mandar a la ciudadanía la señal de que una vez que estableces una política no se puede cambiar. Es importante para que tenga efecto, que sean muy clara, que se sepan cuáles son las reglas y que no cambien en el tiempo”, zanjan.
El Ayuntamiento mantiene hoy por hoy todas las restricciones de Madrid Central, pese a que intentó suspender las multas, y ha introducido nuevas prohibiciones –ya recogidas en el calendario de la normativa heredada de Manuela Carmena– a partir del 1 de enero. El único cambio ha sido la apertura de dos calles con restricciones dentro del perímetro de bajas emisiones al tráfico.
Ecologistas en Acción analizó a finales de noviembre los datos recogidos por la red de estaciones con resultados similares. El conjunto de los 24 puntos de medición arroja una media de 34 microgramos de dióxido de nitrógeno en 2019 frente al promedio de 38 microgramos entre 2010 y 2018, un 11% menos que en 2010. El valor de NO2 en 2019 está por debajo de todos los registrados en el último lustro, que fueron 35, 41, 39, 42 y 37 entre 2014 y 2018.
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