La contrarreforma ideológica en Madrid empieza por el tráfico y con contestación en la calle

La contrarreforma ideológica en Madrid empieza por el tráfico. Madrid Central queda de facto sin efecto desde este lunes con la moratoria en las multas. Da igual que la contaminación se haya reducido a niveles históricos desde que entró la medida en vigor, que haya menos tráfico, que se pusiera en marcha como orden de urgencia para evitar una sanción de la Unión Europea o que el propio Gobierno municipal que lo desmantela reconozca que ha cambiado la “concienciación” de los madrileños sobre el uso del coche.

El Gobierno municipal de las tres derechas (PP y Ciudadanos en coalición y Vox que aplaude desde fuera una medida que está en el centro de su programa) comienza a desarmar sin plan B las restricciones al tráfico impulsadas por Manuela Carmena, incluidas algunas que estaban en marcha desde hace 15 años.

El fin de semana evidenció que José Luis Martínez-Almeida no lo va a tener fácil: hay pocos precedentes de una manifestación multitudinaria quince días después de que un alcalde haya tomado posesión. Con alertas por ola de calor y la ciudad coqueteando con los 40 grados centígrados, una muchedumbre (los organizadores hablan de 60.000 personas) salió a la calle este sábado a decir que no quiere involución, que la crisis climática esta ya entre nosotros y que no quieren un paso atrás contra la contaminación. En eldiario.es decenas de intelectuales y personalidades de distintos ámbitos también piden al nuevo gobierno municipal que repiense sus planes y dé una oportunidad a una medida que ha funcionado bien, según todos los parámetros. La UE, mientras, mira a la capital de reojo y advierte de que estará pendiente de las “consecuencias”.

El asunto es complejo porque movilidad fue la piedra angular de la campaña del PP de Madrid. También marcó la agenda de Ciudadanos y de Vox. La formación de extrema derecha aseguró que las restricciones eran “sectarismo”, Begoña Villacís –actual vicealcaldesa– dijo que era una “entelequia” abordar el problema de la contaminación desde el distrito centro y el nuevo alcalde, José Luis Martínez-Almeida, advirtió de que la medida convertiría a Madrid en “una suerte de gueto”, que arruinaría a los comercios o que produciría un “efecto llamada de alejamiento del centro”.

El actual regidor se grabó vídeos, colgados después en redes sociales, para denunciar los atascos que provocaba. “Quieren acabar con la libertad y con la vida cotidiana en las ciudades, como hacen en Madrid”, dijo su compañera de candidatura, Isabel Díaz Ayuso, en un vídeo en el que acusó al anterior Ayuntamiento de Madrid de querer “controlar las vidas” de los ciudadanos.

Ya con el bastón de mando en la mano, Martínez-Almeida llevó Madrid Central como prioridad a su primera Junta de Gobierno. En la segunda, dio la orden para poner en marcha la moratoria en las multas pese a la presión para mantener las restricciones: de la UE, de los vecinos y vecinas, de los colegios, de las organizaciones ecologistas... Este empuje ha rebajado las promesas de campaña. Ahora las posiciones maximalistas que cubrieron horas y horas de mítines han quedado en un interrogante. No hay plan alternativo a Madrid Central, al menos por el momento.

El Ayuntamiento insiste en que la medida “no se suspende”. El concejal de Movilidad y Medio Ambiente, Borja Carabante, asegura que solo se vuelve a la fase de avisos previa sin multas hasta que ideen un “modelo alternativo que haga compatible las necesidades de los ciudadanos y la calidad del aire”. Este plan, sobre el que no ha trascendido nada porque está sin elaborar, debería ponerse en marcha en dos meses, según el nuevo equipo de Gobierno.

El alcalde ha planteado varias medidas para reducir la contaminación, que a son a su juicio “más eficaces” que Madrid Central: reforzar los autobuses, la renovación de calderas de gasóleo y carbón, los incentivos para que la gente compre coches eléctricos, impulsar las motos porque son “vehículos no contaminantes” –pese a que emiten más óxidos de nitrógeno por kilómetro que los automóviles de gasolina– o los carriles BUS-Vao.

Para esta última alternativa, el Ayuntamiento de Madrid no tiene competencias en lo que extralimita la ciudad. “La cuestión la tenemos que resolver en los 400.000 vehículos que todos los días entran y salen del perímetro de la M-30”, dijo Almeida. Pero en las radiales la iniciativa para construir los carriles preferentes corresponde al Ministerio de Fomento. Desde Ecologistas en Acción advierten de que ninguna de estas medidas son incompatibles con continuar con un área de bajas emisiones.

“Me cuesta creerlo. Desde el punto de vista técnico, no hay ninguna sola motivación para revertirlo. Todos los índices han mejorado”, apuntaba el exgerente de la EMT, Álvaro Heredia, en una entrevista en SomosMalasaña. Heredia recuerda que el “efecto frontera” no se ha producido y advierte de los riesgos de abrir Gran Vía, el eje sobre el que pivota el área de bajas emisiones, al tráfico. “Es la clave de Madrid Central. El tráfico residencial se distribuye por ella y si se deja de libre circulación, no va a funcionar y puede haber un efecto rebote en toda la ciudad, se puede colapsar todo el entorno”.

En un segundo plano ha quedado otra reversión inmediata: los semáforos de la A-5. Arrancaron el pasado 26 de febrero y fueron el primer paso del anterior Ayuntamiento para transformar la autovía del paseo de Extremadura (A5) en una calle de Madrid. Sin embargo, esto no llegará a término.

La medida fue controvertida para los vecinos de localidades colindantes que se quejaban de que aumentaban los atascos. Ahora Madrid y PSOE defendieron que eran la herramienta para reducir la velocidad y para recortar la contaminación acústica de la zona, con muchas viviendas a pie de vía. Los cambios introducidos a partir del miércoles están obligando no solo a apagar los semáforos sino a revertir todo el entorno: el radar de tramo pasa de 50 a 70 kilómetros por hora y se están cambiado los 'Ceda el paso' por los 'STOP' en algún acceso.

Otros pasos atrás

El combate contra la política viaria puesta en marcha por la administración de Carmena se suma a otras contrarreformas que ya ha iniciado el ayuntamiento de José Luis Martínez-Almeida respaldado por las tres derechas. Apenas tres días después de ser investido alcalde de Madrid, una de las primeras medidas del equipo del regidor del PP fue retirar las pancartas contra la violencia machista de los edificios de las 13 juntas municipales de distrito que preside la formación conservadora.

Los emblemas habían sido promovidos en la pasada legislatura por el área de igualdad y su colocación fue aprobada por unanimidad en cada pleno. La retirada, que fue duramente criticada por Más Madrid, fue justificada por la nueva corporación municipal en que se estaba incumpliendo la ley que regula la colocación de pancartas en edificios municipales. La normativa permite, no obstante, colgarlas para una ocasión puntual y de manera provisional, como en el caso de los emblemas del Orgullo LGTBI.

En realidad, el concepto de violencia machista está en la diana de las propuestas de Vox, uno de los socios de Almeida en el Ayuntamiento. La formación de extrema derecha considera que esa denominación forma parte de la “ideología de género” con la que se refieren de forma despectiva al feminismo, y que se han comprometido a combatir desde las instituciones, con iniciativas como la retirada de las pancartas a la que accedió el equipo de Gobierno de la capital de PP y Ciudadanos. El partido de Abascal prefiere hablar de “violencia intrafamiliar”, designación que incluyó en el acuerdo que firmó con los populares para hacer a Almeida alcalde de Madrid.

Otra de las obsesiones de la extrema derecha es el colectivo LGTBI. Apenas unos días antes de que comenzaran las fiestas del Orgullo de la capital, Vox planteaba a PP y Ciudadanos firmar un documento único en el que propone derogar artículos de la ley LGTBI y de la ley de transexualidad como condición para apoyar la investidura de Isabel Díaz Ayuso como presidenta de la Comunidad de Madrid.

Desde el Ayuntamiento han asumido parte del discurso de la extrema derecha contra el colectivo. La nueva corporación ha eliminado mensajes de las banderolas del Orgullo ideadas por el equipo de Carmena. El diseño original constaba de dos banderolas que colgaban juntas: una con el lema 'Nuestro Mayor Orgullo' y una segunda, que ahora no aparece, con frases reivindicativas y de homenaje a la lucha de los más mayores. La pasada semana la nueva Alcaldía también rechazó la presentación de un poemario LGTBI en la Casa de la Villa argumentando el carácter “marcadamente histórico, institucional y representativo” del recinto.

La habitual colocación de la bandera arcoíris representativa del colectivo LGTBI en la fachada del edificio del Ayuntamiento con motivo del Orgullo también ha estado marcada por las directrices de Vox. El partido de extrema derecha dijo en un tuit: “En Vox no nos metemos en la cama de nadie. Si Almeida quiere demostrar que Madrid respeta los derechos de todos, al margen de su orientación sexual, que cuelgue la bandera española, que es la de todos, no la de un lobby que odia a todo el que no piensa como ellos”.

Este jueves, un día antes del día internacional del Orgullo, el Ayuntamiento colgaba en el centro de su fachada una bandera de España gigante y relegaba la bandera arcoíris a un lateral del edificio. A diferencia de otros años, el despliegue de la bandera se realizó sin la presencia de asociaciones LGTBI ni de miembros de la oposición.

Almeida aseguraba esta semana que la decisión de colocar una gran bandera española en lugar de la del arcoíris “no tiene nada que ver” con la petición de Vox. Desde el Consistorio argumentaban además que la enseña nacional “representa la unidad, la concordia entre españoles y el respeto” a la Constitución, que es “garante” de las “libertades y los derechos”.

El nuevo Ayuntamiento también ha empezado a desmantelar las iniciativas culturales impulsadas por los espacios vecinales que se habían consolidado durante la etapa de Manuela Carmena al frente del Consistorio. La pasada semana varias actividades llevadas a cabo por vecinos de distintos barrios de Madrid fueron sido suspendidas in extremis por el nuevo Ejecutivo en el Ayuntamiento. Los colectivos afectados llevaban años trabajando en proyectos autogestionados, también antes de la llegada de Ahora Madrid a la Alcaldía y en los últimos años habían recibido un impulso del anterior Gobierno municipal.

El equipo de Almeida ha suspendido además en los últimos días de las actividades de los Foros Locales impulsados por Ahora Madrid durante el anterior mandato, que constituían espacios en los que se otorgaba poder de decisión a los vecinos en los diferentes distritos sobre sus propios vecindarios.