Díaz Ayuso afronta una investidura marcada por las revelaciones de Avalmadrid y Púnica
Iba a ser casi un trámite para confirmar que la joya de la corona, la Comunidad de Madrid, sigue en sus manos y mostrar su liderazgo. Pero al PP se le han torcido un poco los planes. Las donaciones de bienes de su familia en riesgo de embargo y sus contactos con los empresarios de la Púnica han marcado los días previos a la investidura de Isabel Díaz Ayuso y condicionarán también el debate en la Asamblea de Madrid que empieza este martes con el discurso de la candidata.
Si no hay sorpresas, la próxima presidenta, la baronesa del PP con más poder territorial que ha dado un balón de oxígeno al proyecto de Pablo Casado , se va a estrenar en la Puerta del Sol salpicada de sospechas. A ello se suma que una agenda judicial que no ha jugado a su favor: la Fiscalía pidió la semana pasada la imputación de Esperanza Aguirre y Cristina Cifuentes, dos expresidentas para las que Ayuso trabajó directamente.
La investidura llega –muy a pesar del PP– con agosticidad y media España en chanclas. Pero al partido eso no es lo que más le preocupa. Isabel Díaz Ayuso tiene, además del reto de poner en marcha una región con un presupuesto de 20.000 millones de euros, los de sacudirse de sus propias polémicas, evitar una ruptura interna –una parte del PP ha recibido muy mal que reniegue de su relación con las expresidentas y la elección de cargos para el Gobierno puede abrir grietas– y afianzar la relación con su socio en el primer Gobierno de coalición de la historia de la Comunidad de Madrid.
Los recelos entre ambos partidos han crecido considerablemente en las últimas semanas. El viernes la dirección nacional de Ciudadanos advertía a Isabel Díaz Ayuso de que ya hicieron dimitir a un presidente autonómico, el de Murcia, por un caso de corrupción y este lunes han confirmado que empujarán su cese si es imputada. En ese caso, el acuerdo de Gobierno firmado por ambos partidos recoge que Ignacio Aguado asumiría la presidencia en funciones. Algunos cargos bromean: “Ni tan mal”.
El PP se ha blindado ante el reguero de informaciones que revelan que la próxima presidenta regional utilizó su posición en el PP para acceder a información sobre el crédito de su padre en Avalmadrid o que la sitúan como “interlocutora” con los hermanos De Pedro en las tareas de mejora de la reputación de cargos del PP de Madrid, según las declaraciones judiciales del hermano del conseguidor, Adrián De Pedro, recogidas en el sumario de la Púnica.
“Nosotros no le damos demasiado crédito a todas esas noticias que salen”, dijo el vicesecretario de Participación del PP, Jaime de Olano. La dirección nacional considera que la candidata “ha dado todas las explicaciones”. “Judicialmente no hay absolutamente nada, no ha sido llamada a declarar en calidad de testigo ni investigada”, ha defendido también el vicesecretario de Comunicación, Pablo Montesinos. El líder del partido, Pablo Casado, mantiene silencio sobre las polémicas mientras el argumentario que comparten PP, Ciudadanos y Vox consiste en apelar a la máquina del fango. A que los partidos de izquierda son los que están “embarrando” la investidura en busca de “foco mediático”.
En un grupo más amplio de cargos y dirigentes del PP, sin embargo, hay compañeros que piensan que la nueva presidenta ya viene con una mochila. “Ha nacido con plomo en las alas”, asegura un dirigente destacado de la formación, que da por hecho que no habrá un cambio de posición de Ciudadanos de última hora. “Ahora les interesa entrar en el Gobierno y después, ya veremos”, dice el cargo, que manifiesta cierto temor ante la actitud de los de Aguado dentro del Gobierno y la lealtad al PP.
Un debate bronco: “Veremos la crispación”
Los conservadores creen, no obstante, que Ciudadanos mantendrá las formas en la investidura e Ignacio Aguado hará un discurso de “viento a favor” de Díaz Ayuso, con quien compartirá la cúpula del Gobierno de la Comunidad de Madrid. La dirección regional dice que “no toca” ser incisivos con la presidenta y que se va a trabajar “en una coalición de lealtad”. “Un gobierno no tiene que ser dos gobiernos separados”, aseguraba el número dos de Ciudadanos en Madrid, César Zafra. El partido considera que las sombras sobre la candidata no la “inhabilitan” porque no está imputada, aunque las polémicas les han forzado a mantener un difícil equilibrio como respaldo y apariencia de azote y “fiscalizador” del PP. “Una cosa es permitir la investidura y otra ser cómplice de las tramas de corrupción”, dijo Aguado cuando la Fiscalía lanzó sospechas sobre Aguirre y Cifuentes.
La formación naranja y el PP se muestran más “inquietos con las intervenciones de la oposición, especialmente de Rocío Monasterio (Vox) e Íñigo Errejón (Más Madrid), que vaticinan pondrán el foco en las polémicas de los últimos días con Avalmadrid y Púnica. ”Iba a ser un trámite pero veremos el nivel de crispación“, dicen fuentes del PP.
“Uno tiene que ser ejemplar en la vida pública. El PP nos tiene acostumbrados a protagonizar incidentes de este tipo, por llamarlo de alguna manera”, decía la ministra de Hacienda en funciones, María Jesús Montero, en una entrevista en la Cadena Ser, en la que ha señalado a Ciudadanos por no ser “la primera fuerza interesada en que se esclarezcan estos elementos”. El PSOE ya ha avanzado que planteará una comisión de investigación sobre Avalmadrid cuando arranque la legislatura.
Unidas Podemos, por su parte, ha solicitado un pleno monográfico sobre el asunto, que envuelve a la familia de la candidata, y ha pedido ya la dimisión de Díaz Ayuso. Más Madrid, formación liderada por Íñigo Errejón, ha avanzado que denunciará en la Fiscalía Anticorrupción un posible delito de alzamiento de bienes por las donaciones recibidas por la candidata cuando podían ser embargadas por los acreedores. La Mesa de la Asamblea de Madrid, mientras tanto, acumula una treintena de peticiones de información sobre el ente que están atascadas por el bloque de la mayoría de PP, Ciudadanos y Vox. Solo ha llegado una al Gobierno, que no ha querido facilitar información sobre Avalmadrid con el argumento de que no forma parte del sector público por tener capital privado.
El PP de Madrid, aún cuajado de aguirristas y algunos cifuentistas, también se ha revuelto –más en la intimidad que públicamente– con el desmarque de Díaz Ayuso de Esperanza Aguirre y Cristina Cifuentes. Aunque nadie levanta demasiado la voz porque en el PP de Madrid y en la Puerta del Sol están los puestos en juego. El primer Gobierno de coalición también ha abierto en el corazón del partido regional una batalla por las sillas: la Comunidad de Madrid es una administración dirigida desde 1995 por el PP y en ella han encontrado acomodo múltiples personas, muchas aterrizadas después de la moción de censura a Mariano Rajoy. El Gobierno de coalición, aunque hay cuatro consejerías más –se pasa de nueve a trece–, reduce el número de cargos del PP.
De la investidura, si todo sale como está previsto, saldrá el primer Gobierno de coalición de la historia de la Comunidad de Madrid. Será, de alguna manera, la manifestación más objetiva de la pérdida de poder del Partido Popular en la región. Primero se desvaneció la mayoría absoluta en 2015 y el siguiente paso ha sido compartir el Ejecutivo. Es decir, permitir la entrada por primera vez desde 1995 en los despachos de la Puerta del Sol de un nuevo partido político.
Ángel Garrido y David Pérez suenan para las consejerías
Díaz Ayuso esperará para celebrar su toma de posesión hasta el lunes 19 de agosto, aunque antes ya se podrían conocer algunos nombres del Ejecutivo. La candidata ha estado encerrada todo el fin de semana en un chalet de Majadahonda con su equipo más cercano para preparar el discurso de investidura de este martes y confeccionar las consejerías. David Pérez, número dos en la candidatura y personaje polémico donde los haya, está en todas las quinielas. Podría ser consejero de Presidencia. El PP también debe colocar a Enrique Ossorio, exconsejero de Hacienda con Ignacio González y portavoz parlamentario con Cifuentes.
Por la parte de Ciudadanos, suena con fuerza Ángel Garrido, incorporado por Albert Rivera en julio al Comité Ejecutivo Nacional, para estar sentado en el Consejo de Gobierno, pese a su mala relación con Isabel Díaz Ayuso. Todo apunta a que podría ser el responsable de la compleja cartera de Transportes e Infraestructuras. Y Alberto Reyero, un diputado que ha trabajado mucho en Políticas Sociales y Tercer Sector, tiene papeletas para encabezar la Consejería de Asuntos Sociales y Familia, a la que debería agregarse, por petición de Vox, la coletilla “Natalidad”.
Los portavoces parlamentarios también están, según las fuentes consultadas, medianamente perfilados: César Zafra reúne enteros para ser el de Ciudadanos, mientras el PP baraja a Alfonso Serrano, portavoz adjunto del grupo parlamentario en la pasada legislatura y director de campaña de Díaz Ayuso.
Este bipartito, además, está condicionado a un tercer invitado inédito: el partido de extrema derecha, Vox, que ocupará 12 escaños en la Asamblea de Madrid por primera vez. Sus exigencias deben incorporarse, según lo acordado, a la hoja de ruta del Gobierno, aunque el pacto es solo verbal. Entre ellas, emplear los fondos de Cooperación prioritariamente para proyectos madrileños, revisar las subvenciones para evitar que sean de “carácter ideológico”, velar por la “no injerencia de los poderes públicos en la educación” o una política con los MENAS basada en las premisas de seguridad.
La nueva legislatura obligará a alcanzar consensos para cualquier medida y todas las sumas dependerán de la formación de Santiago Abascal. PP y Ciudadanos, al contrario que en el mandato que termina, no llegan a la mayoría absoluta. La extrema derecha va a permitir la investidura pero ya ha anticipado que su lugar está en la oposición y ha advertido que si se toman medidas contrarias a su “ideario”, no habrá presupuestos. A Albert Rivera ya le han pasado facturas sus pactos con Vox con la fuga de varios cargos de peso del partido que no estaban dispuestos a ceder ante sus exigencias.
Tras 80 días y con el viento de cara, Isabel Díaz Ayuso llega a la Puerta del Sol un 15 de agosto con la misión de engrasar un nuevo Gobierno antes de que empiece el curso y una difícil cita en el horizonte: el Congreso regional que antes o después tendrá que celebrar el PP de Madrid para acabar con la gestora y elegir un nuevo líder o lideresa.