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La Ingobernable: “Gente con ganas de hacer cosas hay infinita y un espacio como este permite ese desborde”

Fátima Caballero / Olmo Calvo

Las chicas del Eje de Economía feminista de Madrid se ponen sus pelucas de colores. Se encuentran en una de las salas de la primera planta del inmenso edificio ahora reconvertido en La Ingobernable, situado en la calle Gobernador número 39 esquina con el Paseo del Prado. En unos minutos interpretarán la performance con claros tintes feministas para que espectadores y curiosos se unan a una actuación que es festiva pero, sobre todo, reivindicativa.

'Pasarela precaria' –así se llama– simula un pase de modelos en el que las figurantes representan cada uno de los elementos de precariedad que atraviesan las vidas de las mujeres en la ciudad “sea por cuestiones de papeles, laborales, de vivienda, de salud...”, explica una de sus integrantes a eldiario.es.

Hay música y mucha ilusión por las posibilidades que este nuevo espacio tomado “por derecho” ofrece, pero el objetivo es “plasmar el recorte de derechos y de recursos públicos destinados a frenar las desigualdades que venimos sufriendo los últimos años”. A la vez, en otra de las salas, un grupo de quince personas se encuentra reunida en asamblea para debatir las próximas actuaciones de este centro social improvisado y seguir organizando las ideas.

Estamos en La Ingobernable. Han pasado cinco días desde que un grupo de veinte personas, que se manifestaban para denunciar la mercantilización del centro de la capital cedido a la turistificación, tomara el edificio, ahora “liberado”. Un inmueble municipal de unos 3.000 metros cuadrados, según los cálculos de la organización, que se encontraba cerrado y en “estado de abandono total”, explica Alba Sánchez, portavoz de La Ingobernable. “Lo primero que hicimos tras liberar el edificio fue sacar una gran cantidad de escombros”.

El edificio situado en pleno centro de la ciudad, entre Cibeles y Atocha, fue cedido por el Gobierno de Ana Botella a la Fundación Ambasz en marzo de 2013. La fundación privada y Botella acordaron una cesión por 75 años y una inversión por parte de los primeros de 10 millones de euros para la construcción de un museo de arte y arquitectura. Cuatro años después, no ha habido ningún avance en lo que iba a ser un espacio cultural impulsado por el arquitecto argentino Emilio Ambasz.

Desde La Ingobernable consideran “ilegítima” la cesión. Hacen alusión a informes municipales que en 2013 la desaconsejaban, pero que Botella desoyó. Teniendo en cuenta la falta de acción de la fundación y su carácter privado, el colectivo social que ha ocupado el edificio pide que el Ayuntamiento de Carmena lo recupere.

Las palabras de Rita Maestre, portavoz del Gobierno municipal, han ido encaminadas en ese sentido este jueves. Maestre ha criticado “la cesión a dedo” por parte de Botella, pero en ningún momento ha indicado que el Ayuntamiento se plantee la continuidad del colectivo social.

Si llegara la anulación de la cesión, ya supondría un triunfo. La Ingobernable busca un edificio de estas características, grande y en el centro de la ciudad, que pueda albergar un centro social que, aseguran, es “tan necesario” en la ciudad.

El Ayuntamiento ha hablado de esa necesidad y tanto concejales de Ahora Madrid como dirigentes de Podemos e Izquierda Unida han manifestado su apoyo en público al proyecto. Piden un lugar que recoja la “potencia” de gente reunida con muchas ideas.

La portavoz de La Ingobernable indica a este medio “las enormes posibilidades” del edificio para poner en marcha las actividades que ya hay sobre la mesa. “La hipótesis era cierta, el centro de Madrid necesita centros sociales. La prueba es que en muy poco tiempo la cosa se ha desbordado, la gente se ha volcado. Gente con ganas de hacer cosas hay infinita y un espacio como este permite ese desborde e ilusión.”

Saben que no tienen el beneplácito del Ayuntamiento de Carmena, que se ha posicionado en numerosas ocasiones en contra de las ocupaciones y que en esta ocasión no ha sido diferente.

Ahora lo que está en el aire es determinar quién debe pedir el desalojo legalmente: un asunto en el que trabaja tanto el Ayuntamiento como el colectivo. Mientras esto se dirime, los organizadores creen que su estancia puede alargarse algunos meses en los que no tienen pensado dejar de trabajar para poner en marcha todas las ideas para que sea más difícil echarlos.

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