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El Ayuntamiento da luz verde al parque logístico más grande de Madrid: “Arreglarán la calle solo para estos señoritos”

La última vez que los vecinos de Villaverde protestaron contra el polígono que van a construir en su barrio llevaron cazuelas, sartenes y cucharas de palo. Fue el pasado 17 de julio y era la quinta vez que se reunían: antes hubo dos manifestaciones y otras dos concentraciones, estas sin cacerolada. En aquel momento, la constructora aún no contaba con licencia para levantar los 90.000 metros cuadrados de naves que tiene proyectados. Pero tras media hora de ruido, el presidente de la Federación Regional de Asociaciones de Vecinos de Madrid (FRAVM), Vicente Pérez, cogió un micrófono y tomó la palabra:

- Convocamos esta concentración porque sabemos que el Ayuntamiento tiene lista la licencia de obra. La entregará pronto. Ahora es cuando la gente dice: ya está. Se derrota y se va a casa. Pero es justo cuando hay que pelear y arrancar medidas al Ayuntamiento para que los costes medioambientales no los paguen los vecinos.

Acto seguido, un representante vecinal cogió el testigo e informó de los próximos pasos. Inició una colecta para pagar la cartelería a repartir por el barrio y animó a todo el mundo a pintar y colgar sus propios carteles en los balcones. “Que ponga algo como 'Plataforma logística: NO'. La presión debe continuar”, dijo.

Hace cinco meses, presiones como esta hicieron algo de efecto y consiguieron que el Ayuntamiento aprobara por unanimidad, a propuesta del PSOE, paralizar la construcción. Ahí la constructora solo tenía la declaración responsable, una autorización que permite acondicionar el terreno pero no edificar. La idea era “aclarar todo lo relacionado con el proyecto” y desarrollar un Plan Especial de Control Urbanístico Ambiental, algo que midiera el impacto de crear un enorme parque logístico que, solo por la cantidad de furgonetas que traerá, provocará tráfico, ruido y contaminación.

Sin embargo, ni los trabajos pararon ni se ha hecho ese plan. “No han llegado a suspenderse las obras. Han talado árboles, han cimentado, han trabajado sábados y domingos. Va viento en popa”, explica Jorge Pascual, el primer vecino que, buscando en internet, se enteró de lo que harían ahí y empezó a movilizar al barrio. “Parecía un proyecto súper secreto. Un buen día aparecieron y nadie anunció lo que iban a construir”.

Ahora, en pleno mes de julio, la concejalía de Desarrollo Urbano Sostenible (dirigida por Mariano Fuentes, de Ciudadanos) ha concedido la licencia de obras pendiente, según confirman a este medio fuentes del Gobierno. La publicidad de la constructora asegura que empezará a entregar naves a finales de año, así que estos días los trabajos van acelerados. “Vemos que ya han levantado bastantes pilares. El concejal dice que están muy preocupados, pero les han concedido licencia alegando que es un acto reglado”, continúa Pascual. La pregunta que todos se hacen es: ¿por dónde saldrán los miles de camiones que se prevén? ¿Irán por la calle Eduardo Barreiros, una zona residencial? ¿O construirán un acceso a la M-40, como solicitan los vecinos?

Un polígono para repartir paquetes a todo Madrid

A finales del año pasado, la gestora Invesco y la constructora valenciana Pavasal acordaron crear un enorme parque logístico en Madrid. El terreno tiene más de 155.000 metros cuadrados y hasta 2004 estaba ocupado por la fábrica de Renault, que cerró y lo dejó vacío. Su ubicación, entre Villaverde y Usera y a menos de ocho kilómetros de Sol, lo hace adecuado para el reparto de última milla: los pedidos que entregan los e-commerces en menos de dos horas y dentro de la ciudad.

Cuando las obras comenzaron sin aviso, los vecinos se pusieron a indagar. Descubrieron los planes de la empresa y comprendieron que la salida se haría por la puerta por la que ya entraban los camiones: la calle Eduardo Barreiros, una larga vía urbana que va de Villaverde a Usera y que en el tramo de Villaverde solo tiene dos carriles, uno por sentido. La plataforma se llama PAL M-40, pero para acceder a esta autopista los camiones deben atravesar el barrio.

Entonces comenzó su lucha. Jorge Pascual creó un change.org y una propuesta en los presupuestos participativos para solicitar que el parque tuviera acceso directo a la M-40. “Hay quien dice que es inviable. Pero tendrán 450 metros de fachada con la autopista”, cuenta. “Incluso me llamó un responsable y me reconoció que teníamos razón y que para ellos era un problema que no hubiera acceso”.

El problema es que ahora, con la licencia concedida, esta opción parece haber desaparecido. El concejal de urbanismo indicó en la última comisión que, tras la de obra, tienen que otorgar la licencia de actividad. Y que no darían esa licencia hasta que no se urbanizara y desdoblara la calle Eduardo Barreiros. Esto significa crear cuatro carriles de coche, aceras y hasta un carril bici, según dicen los vecinos que prometió el anterior concejal, José Manuel Calvo (Más Madrid).

Fuentes de Pavasal indican que están abiertos a “soluciones complementarias”, pero dan por hecho que los vehículos saldrán por Eduardo Barreiros, para cuyo acondicionamiento (en el trozo que les toca) dieron 900.000 euros al Ayuntamiento en octubre de 2018. “Era uno de los requerimientos: que cediéramos espacio y nos hiciéramos cargo de la urbanización del tramo colindante”, indican. “Todo lo que hagan además de esto, fenomenal. Pero es el Ayuntamiento el que debe determinarlo”. En su defensa alegan que en la primera fase del proyecto solo construirán 13 naves (aunque en su promoción hablaban de 26) y que estiman un máximo de 650 movimientos de vehículos diarios. Eso son 54 entradas o salidas por hora durante el día.

Pascual desconfía, porque la cifra del proyecto inicial era de 2.000 movimientos diarios. Y, como a otros vecinos, le causa recelo que se arregle la calle Eduardo Barreiros porque viene a instalarse una empresa. “Esta petición se lleva haciendo décadas en Villaverde. El tramo de Usera ya está urbanizado, pero en Villaverde aún es industrial. ¿Qué pasa? Que nos huele mal”, señala Pascual. “Llevamos años luchando por esa calle y ahora que vienen estos tíos por fin la van a arreglar”.

“Si no se toman otras medidas, meter más carriles empeoraría la situación”, añaden desde la FRAVM. Habría espacio para más furgonetas, lo que en consecuencia crearía más ruido y más contaminación. “Una cosa es solucionar los problemas actuales, independientes de la plataforma, y otra arreglar la calle para que estos señoritos funcionen como les dé la gana. Y lo que pedimos es que en ningún caso salgan por Eduardo Barreiros”.

Una historia que recuerda a la del Wanda

Tanto la urbanización completa de Eduardo Barreiros como un hipotético acceso a la M-40 llevarían, en cualquier caso, tiempo. Y en principio los pagaría el Ayuntamiento. A vecinos y asociaciones la historia les recuerda a la del Wanda Metropolitano, cuando el consistorio concedió la licencia de actividad pese a no estar construidos los accesos. “Terminaron el estadio y se la dieron. Se abrió sin accesos. Se ha hecho uno y faltan varios”, remacha Pérez. Otra opción deslizada por el área de urbanismo es que salgan por abajo, por la calle José Pérez. Pero ahí también hay viviendas.

La construcción avanza mientras se alargan las conversaciones entre empresa, Ayuntamiento y asociaciones. Los camiones de obra tienen el barrio tomado y ya han causado desperfectos porque las calles son pequeñas y no caben. El de la foto de apertura es un camión que no era capaz de girar y, cuenta Pascual, “se quedó atrancado bastante rato”.

“El Ayuntamiento se ha bajado los pantalones y lo único que hace es firmar todos los documentos para que esto siga adelante”, concluye. Tanto la empresa como una de las asociaciones del distrito argumentan que plataforma es buena para el entorno, principalmente porque generará puestos de trabajo en el sur de la ciudad.

“Ahora que está de moda lo de los desequilibrios territoriales, clama al cielo. Pero ya sabemos el tipo de trabajo que crea el reparto”, concluye Pascual. “Y el parque está a 5 kilómetros de Madrid Central. Si nos van a multar por contaminación, esto será un problema añadido”.