Sí, los barrabravas de Boca y de River estarán en Madrid este domingo. La justicia argentina dio permiso este miércoles a Rafael Di Zeo, el líder de La Doce, para viajar a Madrid. Di Zeo, que estuvo acusado de asesinato y que ahora mismo está procesado por encubrir a otro barrabrava de Boca en un caso de secuestro, no tendrá problemas en salir del país y, en principio, tampoco debería tenerlos con esa autorización judicial en pasar los trámites migratorios en España. Sin embargo, se supone que no podrá ingresar al estadio Santiago Bernabéu.
En Argentina, tanto los líderes de la barra brava de Boca como los de la de River –Los Borrachos del Tablón– tienen vetado el ingreso a los estadios de sus equipos. En el fútbol argentino la afición solo puede ver a su equipo cuando juega de local. El público visitante no puede asistir a los partidos porque la policía no puede garantizar su seguridad. E incluso en esas gradas monocromáticas los controles son exhaustivos –se entra con DNI en mano– para dejar fuera a los elementos más peligrosos de las barras, los que han sido ‘fichados’ por algún delito o por estar implicados en hechos violentos.
Tras el ataque que sufrió el 24 de noviembre el autobús de Boca Juniors, la Conmebol decidió que no se podía disputar en Buenos Aires y aterrizó rápidamente en Madrid, dejando a los aficionados argentinos sin partido –al menos a los que no pueden pagar un viaje a Europa y una entrada que triplica el precio de la original– y planteando dudas sobre la conveniencia de que España financie el operativo de seguridad que supone este encuentro.
El fantasma de las barras bravas argentinas sobrevuela esta anómala final de la Copa Libertadores, que ha generado polémica tanto en España como al otro lado del Atlántico. El barrabrava que disputa a De Zeo el liderazgo de La Doce, Maximiliano Mazzaro –fue el cerebro de la barra entre 2007 y 2013 y luego fue relegado– consiguió volar a Madrid, pero fue interceptado por la policía en el aeropuerto y deportado a Argentina. Tras esta noticia, el abogado de Di Zeo aseguró que su cliente se estaba planteando la conveniencia de viajar a Madrid.
“Un consenso no explícito que naturaliza la violencia”
Calificado como un partido de alto riesgo, supondrá un despliegue de agentes y dispositivos policiales, superiores a una final de Champions. La Castellana estará cortada desde la mañana y habrá nutridos cordones policiales para evitar que los simpatizantes de uno y otro equipo se crucen. ¿Esto garantiza la seguridad? En opinión de los expertos, sí y no.
“El hecho de que se juegue en España implica una selección de clase –apunta Pablo Alabarces, sociólogo y autor entre otros del libro Crónicas del aguante. Fútbol, violencia y política– lo cual no supone por sí mismo que no vaya a haber incidentes”.
Para este especialista, el problema de la violencia en el fútbol argentino no se puede reducir a una cuestión de estratos sociales: “Hay un problema estructural, un consenso no explícito que naturaliza la violencia y una relación entre rivales que se basa en quién es más macho”, analiza. Otros estudiosos del fenómeno, como José Garriga, doctor en Antropología Social, apuntalan esta tesis: “Es mucho más fácil montar prejuicio de que los violentos son pobres o son 15 inadaptados. Pero es falso. Estamos hablando de mucha más gente. Y la misma persona que comete un acto de violencia en el mundo del fútbol en otro ámbito no lo hace”.
Sin embargo, esta selección forzosa de clase puede, en opinión de Alabarces, bajarle el tono a un superclásico disputado a 11.000 kilómetros de Buenos Aires. “Es otro contexto, sin la legitimidad con que cuentan en Argentina, y en el que tienen mucho más que perder”. Es decir, el aficionado que ha pagado miles de euros por estar en Madrid no querrá un problema con la policía española –tampoco el residente o ciudadano español de origen argentino– y los miembros de las barras bravas tampoco quieren un conflicto internacional. “Y además habrá policías profesionales –incide Alabarces– y no unos que actúan como cómplices o, en el mejor de los casos, como si tuviera que demostrar que son más machos que los demás”.
El periodista argentino Alejandro Wall hace hincapié en que la mayoría de los últimos episodios violentos registrados en el fútbol argentino –se cuentan más de 300 muertes alrededor de este deporte en el país– han sido por disputas internas de las barras bravas y no por enfrentamientos con las de otros equipos. “El negocio genera tensiones internas que se traducen sangrientas batallas. De hecho, las disputas entre Los Borrachos del Tablón han dejado en los últimos 10 años varias víctimas mortales”, recuerda Wall.
¿Por qué tienen tanto poder?
“Los barrabravas no son ultras, no son hooligans. Son grupos que han montado un negocio alrededor de la violencia, con la complicidad de los clubes de fútbol y de las instituciones. No son ultras porque detrás de ellos no hay ninguna ideología, y no son hooligans porque no ejercen la violencia porque sí. En su caso, la violencia es un capital que invierten en distintos mercados para obtener beneficios”, explica Alabarces.
“Los barrabravas van a estar en Madrid, está claro, porque tienen que sostener su negocio”, opina Wall. “Un negocio muy lucrativo que cuenta con el apoyo y la complicidad de los clubes de fútbol y de las instituciones: la policía, la justicia, el poder político…”, enumera. “La Doce está prohijada por el actual presidente del Gobierno y por uno de sus hombres de confianza”, puntualiza Alabarces. Mauricio Macri fue presidente de Boca Juniors entre 1995 y 2008 y ese puesto fue el gran espaldarazo para su carrera política.
Wall y Alabarces coinciden en que el fenómeno no es el origen sino una consecuencia del problema de la violencia en el fútbol argentino. “Las barras te garantizan la seguridad en las tribunas, que no haya robos, hacen un control de quién entra y quién no a la cancha”, explica Wall. A cambio, obtienen entradas para la reventa, incluso sobornos cuando se realizan eventos en el estadio (conciertos, festivales) y muchas veces el plácet de la dirección de los clubes para otros negocios relacionados con la afición.
Cuenta el periodista Gustavo Grabia que en 2005 La Doce organizaba tours para turistas que ofrecían la experiencia de ver un partido en La Bombonera con la barra brava, a 150 euros. Y que Los Borrachos del Tablón cobraban un porcentaje por cada entrada que se vendía en el estadio de River para conciertos multitudinarios como los de los Rolling Stones. De hecho, en Argentina se sigue especulando con que el ataque al autobús de Boca tuviera que ver con el allanamiento en un domicilio del líder de la barra de River en el que se incautaron de 300 entradas para la fallida final, un día antes del partido.
Di Zeo, el líder de La Doce, organizó incluso una ‘escuela de barrabravas’ a la que acudieron miembros de los Ultrasur en 2013. “Era profesor de violentos y sus alumnos más avanzados provenían de México (Pumas, Tigres de Guadalajara y América), Colombia (Atlético Medellín, Independiente Santa Fe), Ecuador (Liga Deportiva, Emelec) y europeos, cuyos mejores alumnos fueron los del Mónaco de Francia y Real Madrid”, detalla Grabia en Infobae. “Cuando a los argentinos les sorprende que en todo el mundo se cante lo mismo que en los estadios de nuestro país, ya saben quiénes hicieron escuela”.
Los barrabravas de Boca esperan sentirse como locales en el Bernabéu a cuento de esa relación pasada a la que alude Grabia. Los de la barra de River sueñan con celebrar en la Cibeles, como el Real Madrid. Mientras tanto, la ciudad se blinda ante estos visitantes incómodos. Y sí, detrás de todo esto, una final. Un partido de fútbol.