“Condenamos los disturbios violentos pero no hay que confundir a la parte con el todo, y es que la inmensa mayoría de los que se manifestaban de manera pacífica incluso eran los que pretendían expulsar a los que iban a provocar disturbios”. “Quien pretenda generar incidentes en la ciudad de Madrid sabe que se va a encontrar una respuesta firme y adecuada, aquí no caben indeseables que quieran romper nuestra convivencia”. Las dos frases pertenecen a José Luis Martínez-Almeida, alcalde de Madrid, pero aluden a momentos distintos.
En el primero de sus comentarios, Almeida hace alusión a los graves disturbios que se están produciendo estos días en Madrid, protagonizados por grupos de jóvenes violentos, algunos pertenecientes a organizaciones fascistas que, convocados por Vox, se agrupan desde hace más de dos semanas, todas las noches, en los aledaños de la calle de Ferraz, sede nacional del PSOE, queman contenedores, tiran objetos a la Policía Nacional y siembran el caos en el madrileño distrito de Argüelles.
La segunda frase en cambio fue pronunciada por el regidor de la capital cuatro años atrás ante la posibilidad de que hubiera protestas por parte de miembros del llamado Tsunami Democràtic, que estuvieron también semanas manifestándose en Barcelona y ocasionando graves disturbios como protesta por la sentencia del Tribunal Supremo contra los líderes del procés.
Entre ambas declaraciones se ve el doble rasero con el que Almeida ha encarado las manifestaciones callejeras, según sean protagonizadas por los “independentistas” en Catalunya, o por grupos de la extrema derecha en Madrid. Hace unos años -e incluso ahora- Almeida no ha dudado en censurar con severidad los fuertes altercados provocados en Barcelona por los CDR o los miembros del llamado Tsunami Democàtic que solo buscaban, decía, “romper España y alterar la convivencia”, mientras estos días ha estado tratando con bastante tibieza las importantes algaradas y las agresiones provocadas por grupos violentos, algunos pertenecientes a organizaciones fascistas, que noche tras noche acuden a la sede nacional del PSOE de la madrileña calle Ferraz para mostrar su más absoluto rechazo a la amnistía a los líderes catalanes del procès. El alcalde condena estos hechos pero siempre con algún 'pero'.
Cree una “burla” comparar la violencia vivida en Catalunya con la de Madrid
Durante aquellas largas semanas de tensión vividas en octubre de 2019 en Catalunya, Almeida aseguró que era una “burla y una ofensa” que el ministro del Interior Fernando Grande-Marlaska, dijera que había “normalidad” en Cataluña y que Barcelona “era una ciudad tranquila”. “Todos los españoles asistimos con congoja a las escenas que se están viendo en Barcelona, y desde Madrid queremos transmitir nuestra solidaridad absoluta con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y los Mossos d'Esquadra y todos los barceloneses”, afirmó antes de participar en Valladolid en la XXV Intermunicipal del PP.
Además, exigió que el titular de Interior asumiera “las responsabilidades” de lo que “se estaba produciendo allí”, que tildó de “altercados y disturbios callejeros de extraordinaria intensidad”, para advertir de que en Madrid “se reprimirían” con contundencia “todos aquellos comportamientos proindependentistas que atenten contra el orden público”, al tiempo que apremiaba a Interior a hacer eso mismo en Barcelona: “Lo que tiene que hacer [el ministro] no es decir frases de cara a la galería sino hacer su trabajo”, afirmó.
“En estos momentos hay en Barcelona y en general en Catalunya grupos que pretenden incendiar la convivencia y la imposición unilateral de sus ideas al margen del Estado Democrático y de Derecho y por tanto hay que hacerle frente”, dijo en otra ocasión, preguntado por esas mismas protestas.
Durante las últimas dos semanas Almeida ha visto con mayor comprensión los disturbios y protestas contra la ley amnistía que tanto su partido, el PP, como Vox –estos con mayor intensidad– no paran de jalear en una llamada a la “movilización permanente” contra el Gobierno de Sánchez. Almeida incluso ha llevado ya por dos veces este asunto de carácter nacional al Pleno municipal de Cibeles para que quede constancia de su rechazo a la medida de gracia. La última vez este viernes.
El pasado martes, cuando ya se había producidos graves incidentes en la calle Ferraz y Santiago Abascal denunciaba que la Policía Nacional estaba “gaseando a niños y ancianos pacíficos” cumpliendo “órdenes políticas” de Interior y de la Delegación del Gobierno, el regidor madrileño reducía a simples “molestias” los daños y perjuicios causados por los violentos en comercios y restaurantes, a los que los ciudadanos no han podido acceder al estar blindada la zona por los agentes de la Policía Nacional. “Es obvio que se están produciendo molestias a los comercios y a los restaurantes”, dijo, pero añadió: “Esto no pasa únicamente en Ferraz, pasa cada vez que se ejercita un derecho constitucional a la manifestación o a la reunión” y “es complicado conciliar ambas cosas”.
El regidor madrileño cifraba después los daños en 27.000 euros, una cantidad irrisoria teniendo en cuenta que las calles de la zona terminaron en esa nueva jornada de violencia repletas de cristales rotos, de bengalas y de todo tipo de objetos que lanzaban los manifestantes, que han acabado quemando contenedores y agrediendo e insultando a los agentes de la policía y a los periodistas que acuden a hacer su trabajo, con lanzamiento de huevos y globos rellenos de pintura .
El alcalde después aseguró que no estaba “preocupado por las imágenes que se están dando de la ciudad de Madrid porque esto a diferencia de lo que pasó en Cataluña, no tiene un carácter global”. “Es una minoría violenta que hay que condenar”, sostuvo.
Una semana antes había rebajado los daños a “tres contenedores y cinco cubos de basura, en total 2.000 euros”, mientras declaraba: “Desde luego es condenable, ahora, ¿recuerdan ustedes la imagen de Barcelona?”, señaló, para arremeter después contra Grande-Marlaska que está “dispuesto a amnistiar a los que quemaron Barcelona”.
Sin embargo, ante el paulatino aumento de violencia callejera, como se vio el día de la investidura en el que varios exaltados agredieron a un grupo de diputados del PSOE y a periodistas –entre ellos al fotógrafo que colabora con este medio, Olmo Calvo, al que le lanzaron pintura roja en su cámara de trabajo–, Almeida se ha visto obligado a endurecer un poco su discurso.
“Espero que no se produzcan ni disturbios ni altercados y en el caso que se produzcan hay que reprimirlos, pero siempre respetando el derecho de las personas que se manifiestan de manera pacífica”. “No voy a ser yo quien deslegitime las protestas pacíficas de miles de personas y no voy a confundir a esas miles de personas con los violentos a los que condeno de forma tajante”, afirmó el jueves. No obstante, insistió en compararlo con la actitud de los grupos de “izquierda” ante otras manifestaciones celebradas en el pasado contra el PP, a pesar de que ni fueron convocadas ni tampoco jaleadas por esos partidos a los que dirigía sus reproches. “¿Puede decir la izquierda que condena los disturbios que se han producido en España en los últimos años como los de 'Rodea el Congreso'? No, no lo puede decir porque no lo ha hecho”, sentenció.
En medio de este clima de crispación, el PP, al igual que lo hará Vox, ha acudido este sábado a la enésima manifestación de protesta convocada contra la amnistía y los pactos cerrados por Sánchez con Junts, ERC, por diversas “asociaciones de la sociedad civil” - todas de tinte conservador-. El escenario esta vez ha sido la Plaza de Cibeles, sede del Ayuntamiento de Madrid, como anteriormente lo fue la Puerta del Sol, donde se encuentra el Gobierno de la Comunidad madrileña, y antes la Plaza de Colón, concentración a la que no se sumó Feijóo.
Allí Almeida ha dicho que “las manifestaciones en Ferraz estaban mejor antes de que llegara Vox”, partido que desde el principio está alentando las protestas en la sede socialista, que desde hace varios días derivan sistemáticamente en violencia.
El alcalde ha añadido que “los partidos políticos no deben ser protagonistas de concentraciones nacidas desde la sociedad”, a pesar de que la semana pasada fue el PP quien convocó las concentraciones en todas las capitales de provincia contra la amnistía y también impulsó a finales del pasado mes de septiembre un multitudinario acto en la Plaza de Felipe II de Madrid con el mismo fin.
Ambos partidos están estos días más unidos que nunca en ese mismo objetivo: impedir que se tramite esa ley de gracia y, si puede ser, ver al “traidor” de Pedro Sánchez en prisión, como ha deseado en diversas ocasiones Santiago Abascal, con el que el líder del PP coincide en opinar que aquí se está perpetrando un “golpe de Estado contra la Constitución”.
Este sábado Abascal reclamaba una entrevista con el gallego para “coordinar la respuesta a la ley de amnistía desde el Senado”, donde el PP cuenta con mayoría absoluta y Vox tiene tres parlamentarios. El líder de la extrema derecha ha insistido en que “no pueden dar la batalla por perdida”. “Hay que seguir resistiendo con una movilización social sostenida y dar una respuesta institucional coordinada”.
El domingo, tras otras dos noches de disturbios en el centro, Almeida empezó a agravar el tono. Condenó “total y absolutamente” la violencia de algunas de las protestas que tienen lugar en algunas calles de la capital. Aunque luego aclaró el motivo: “Una minoría radical, desde luego, no puede transmitir una imagen equivocada ni de la manifestación ni de la ciudad de Madrid”.