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El repunte de contagios comienza a sobrecargar las urgencias madrileñas, bajo mínimos por el verano

Los hospitales madrileños empiezan a temblar un verano más. Los profesionales lo esperaban porque la situación se repite cada temporada estival en la sanidad pública: cierran camas en los centros de referencia y el personal se queda bajo mínimos por las vacaciones ante la falta de sustituciones. El sindicato MATS ya ha advertido en un comunicado de la “saturación de las urgencias” por el advenimiento de la quinta ola de contagios, más leves pero numerosos y que llegan a las puertas de las urgencias ante el colapso de la Atención Primaria. Los casos se atienden con menos personal y hay también menos camas disponibles para ingresarlos. A eso hay que sumar, coinciden los profesionales, las consecuencias, en forma de enfermedades avanzadas y graves, de una pandemia que dejó para después operaciones, pruebas y citas con especialistas. Las listas de espera para cirugías han crecido hasta un 3500%.

“En la sala de espera tenemos que discernir entre un posible infarto, una lumbalgia o un dolor de oídos. Las dos últimas podrían atenderse en Primaria, pero solo dan citas telefónicas y hay que esperar semanas para una presencial así que vienen a las urgencias y esto se colapsa”, explica una trabajadora del Gregorio Marañón. A las urgencias de este hospital también llegan jóvenes para hacerse una PCR ante la incredulidad de los sanitarios mientras en la mañana del martes había 90 pacientes pendientes de ingreso. A algunos, sin espacio en los boxes, se les ha tenido que situar en los pasillos del área de observación, donde han instalado enchufes en previsión de que la situación se repita, describe la sanitaria, que prefiere no dar su nombre.

Ante el revuelo de la imagen, dicen los trabajadores, se han dado órdenes de meter tres camas por habitación para contrarrestar el cierre de plantas en verano. Al menos 50 puestos de ingreso no están operativos en este centro. No es el único. En La Paz, el tiempo para subir a planta se demora ya más de 24 horas, según el sindicato MATS, porque “no hay donde meter a los pacientes”. La Consejería de Sanidad no aporta datos de cuántas camas se han cerrado este verano. UGT calcula que serán unas 2.300 hasta octubre, un 20% del total.

Las hospitalizaciones por COVID empezaron a aumentar en la región el pasado 8 de julio con un cambio en la tendencia extensible a toda España. Ese día había ingresadas 394 personas a causa del virus. El número alcanzaba las 745 este lunes. La quinta ola, sin embargo, no se mide de momento a través de este parámetro dado que los casos son menos graves por la edad.

El número de contagios y la tasa de incidencia toma mejor el pulso de lo que está pasando: los diagnosticados de media a la semana dibujan una curva ascendente desde principios de julio. El día 1 se contabilizaron 621 de media semanal y la cifra va por 3.055 el 19 del mismo mes.

La tasa de infectados por cada 100.000 habitantes se sitúa en 467 en los últimos 14 días, según la última actualización de datos. Hace tres semanas, no llegaba a los 100. No obstante, Madrid no es la región con la proporción más alta y la tasa está lejos de las cifras desorbitadas de otros momentos en los que la vacunación no estaba tan avanzada. Todos los territorios de España están en fase de ascenso y las situaciones más preocupantes se dan a día de hoy en Catalunya, Navarra y Castilla y León.

Los sindicatos insisten en que el problema no es solo el repunte de infecciones, sino la situación de debilidad del sistema madrileño cada verano por la ausencia de refuerzos, que lo hace mucho más vulnerable a la saturación. Los contagios son más leves por los efectos de la vacunación y porque afectan a personas más jóvenes, pero suficientemente numerosos para poner otra vez en jaque a la Atención Primaria, la base del sistema sanitario madrileño y el talón de aquiles del servicio público en la región gobernada por Isabel Díaz Ayuso.

Los centros de salud tampoco están pudiendo atender adecuadamente a los pacientes no COVID y las urgencias ambulatorias, los llamados SUAP, siguen cerrados desde el inicio de la pandemia. “Cuanto más saturada está la Atención Primaria, más se acude a los hospitales, implique o no implique ingreso. El rastreo se hace ya casi imposible”, indica Julián Ordóñez, secretario de Sanidad de UGT Madrid. MATS denuncia también que la Consejería de Sanidad no ha incorporado apenas personal de refuerzo este verano porque están usando para ello los 11.000 contratos COVID.

La Consejería de Sanidad asegura que la situación está “estable” y bajo control. “Las urgencias pueden tener puntos o picos de actividad, que se están monitorizando en todo momento desde el Servicio Madrileño de Salud. El incremento de pacientes Covid-19 que requieren ingresos sigue siendo leve debido a la campaña de vacunación”, apuntan fuentes del departamento que dirige Enrique Ruiz Escudero. Sobre los refuerzos de personal, un portavoz responde que “las gerencias realizan las contrataciones necesarias en caso de aumento de la demanda asistencial”.

“Si la base del sistema no funciona, repercute negativamente en el siguiente escalón, que son los hospitales. En los centros de salud encontramos gente que se va directamente a urgencias para no esperar o porque ni siquiera les cogen el teléfono en administración. No dan abasto”, resume María Justicia, responsable de Atención Primaria de AMYTS. Los sanitarios de los ambulatorios asumirán, un verano más, las agendas (citas) de sus colegas que se van de vacaciones y los tiempos de espera están disparados “como nunca antes en la historia yo había visto”, sentencia Justicia.

La situación, de momento controlada, no ha obligado a tomar medidas extremas como suspender las vacaciones de los sanitarios. Aunque en algunos sitios, como el hospital de Móstoles, todavía no las tienen todas consigo. El centro ha reabierto una planta para pacientes sospechosos de COVID y los sanitarios sospechan que pueden reabrirse camas. ¿Con qué personal se atenderían? “La dirección dejó caer que en algunas comunidades autónomas ya están quitando vacaciones”, aseguran desde Comisiones Obreras. Para el sindicato, esta “sería la puntilla definitiva para los sanitarios, que no les dejen irse de vacaciones”.

Los profesionales están agotados porque no terminan de ver la luz al final del túnel tras un año y medio a pleno rendimiento en condiciones en muchas situaciones precarias. En el Gregorio Marañón, por ejemplo, están denegando permisos sin sueldo por cuidado de menores o mayores. “Argumentan que no hay gente para sustituirnos”, dice una de las personas de plantilla al día de estas negativas.

Este es también el primer verano que se aplican unas nuevas normas para coger permisos retribuidos para cuidar alumbradas por la necesidad de personal para atender a los enfermos de COVID. “Ahora solo se pueden tomar en una ocasión por niño o por mayor. Si lo cogiste el año pasado, este sistemáticamente no puedes, aunque solo sea un mes”, asegura Ordóñez. UGT pidió por carta a la Dirección General de Recursos Humanos que reconsiderara esta política. Sin éxito.

Datos y gráficos de Ana Ordaz.