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Almeida cambia las reglas del juego en los mercados de Madrid: más turismo gourmet y un modelo cuestionado

El Ayuntamiento de Madrid aprobó la modificación de la Ordenanza de Mercados Municipales el pasado 29 de octubre, gracias a la mayoría absoluta del Partido Popular en el pleno. El Gobierno de José Luis Martínez-Almeida defendió los cambios de la norma aprobada en 2010 con tres grandes argumentos: la flexibilidad, la autonomía en la gestión y la adaptación a los nuevos hábitos de consumo. “Se da cabida a actividades recreativas y sociales como desfiles y conciertos, además de catas y degustaciones, que pueden ocupar hasta un 50% del espacio común”, destacó el Consistorio en una nota de prensa remitida a los medios.

La nueva legislación aumenta la superficie máxima destinada a degustación o consumo de alimentos tanto en los locales (hasta el 25% de la superficie de la sala de ventas o 30 metros cuadrados) como en las zonas comunes (50% de la superficie total de las zonas comunes, con un máximo de 25 metros cuadrados por cada local de hostelería o comercio con degustación en el mercado). Podrán celebrarse actuaciones musicales, presentaciones, desfiles y otras actividades lúdicas y educativas, además de promoción de productos y de consumo responsable, degustaciones, máquinas expendedoras y cajeros.

Se amplían del mismo modo los horarios, “ajustados siempre al interés general del mercado y a la normativa vigente” según el Ejecutivo municipal. La ordenanza permite ahora los contratos de cesión del derecho de uso de los locales, con un año de duración como máximo, además de facilitar la entrada en las nuevas concesiones a los comerciantes que venían desarrollando su actividad en el mercado. También se prohíbe la cesión del ejercicio de la actividad sin cesión de la titularidad del local. Por último, se facilita la instalación de infraestructuras para la recarga eléctrica de vehículos en el área del aparcamiento y de zonas destinadas al depósito de bicicletas y vehículos de movilidad urbana con cero emisiones.

Dos grandes debates: gestión directa o indirecta y modelo turístico o de proximidad

Los grupos municipales de Más Madrid y PSOE votaron en contra, después de que fueran desestimadas sus respectivas enmiendas a la totalidad y la mayoría de sus enmiendas parciales. “Enmendamos el modelo”, asegura la portavoz adjunta del Grupo Municipal Socialista, Enma López. “Lo que queremos es que el Ayuntamiento se involucre en los mercados municipales con acompañamiento e inversión, de forma que los comerciantes no deban ocuparse de unos gastos inasumibles que además no les corresponde cubrir a ellos”, expone. Defiende una gestión en la que “las concesionarias estén en constante coordinación e implicación con el Ayuntamiento”, por mucho que la naturaleza siga siendo indirecta.

Igualmente contraria se muestra la concejala de Más Madrid Sara Ladra, también portavoz de la formación en la Comisión de Economía, Innovación y Hacienda: “Los cambios van contra la idea de mercados municipales como servicio esencial a la ciudadanía, contra la naturaleza de la ordenanza que era proteger el pequeño comercio, la cohesión social y la vida en los barrios”. El peligro, dice, es que se conviertan “en lugares de ocio y eventos, ampliando zonas de degustación y organizando desfiles o conciertos sin relación con los productos ni la alimentación”.

Los cambios van contra la idea de mercados municipales como servicio esencial a la ciudadanía, contra la naturaleza de la ordenanza que era proteger el pequeño comercio, la cohesión social y la vida en los barrios

Ladra alerta contra el peligro de que “los mercados acaben convertidos en bares, ya no es un comercio de abastos y cada vez es menos local”. López, con matices, apunta en la misma dirección: “No me parece mal que se dinamicen estos espacios con otras actividades, pero hay que fomentar y proteger los mercados de abastos”. Para ello, desde el PSOE de Madrid apuestan por fomentar las escuelas de oficios (carnicero, pescadero o charcutero) con la creación de una municipal.

Otra medida en sentido pedagógico y formativo, en este caso sí incorporada por el Ayuntamiento después de admitir la enmienda socialista, es el establecimiento de aulas de cocina en centros educativos para aprender a cocinar y tratar el género. “Es una forma de fomentar los relevos generacionales en este tipo de profesiones, para que las persianas que se cierran se vuelvan a abrir, pero también para que se renueven los públicos de estos mercados”, relata López. Las excursiones de colegios o impulsar la apuesta municipal por showcookings que sirvan de punto de encuentro para el barrio los fines de semana van en esta misma dirección.

“Si la hostelería es el modelo elegido, proponemos tender a separar las actividades como ya ocurre en el de Chamberí, con una zona específica de restauración”, apunta Enma López como solución a “unos problemas de convivencia ante los que el Ayuntamiento no puede lavarse las manos”. Se refiere, por ejemplo, a la disposición de mesas y sillas de restaurantes que entorpecen pasillos, zonas de carga y descarga o salidas de emergencia. En este sentido, Ladra argumenta que “si hay locales vacíos en estos mercados una buena opción sería cederlos a asociaciones del barrio y otras actividades que se necesitan en esos entornos, y no que en ellos se coloque un locker para que los turistas dejen sus maletas”.

Ladra explica que la pérdida de identidad se explica también desde el modelo de gestión: “La ordenanza permite, por un lado, la gestión directa, en la que el Ayuntamiento delega en un gestor profesional pero siempre con criterios de servicio público. Y por otro la indirecta, a través de un tercero (muchas veces asociaciones de comerciantes) que contratan a ese gestor para que siga únicamente criterios de rentabilidad”.

Ante el aumento del turismo o la falta de relevo generacional en los oficios clásicos de estos negocios, ese objetivo exclusivamente económico desemboca a su juicio en la expansión de espacios de degustación frente al comercio de proximidad: “Esto solo va a ir a más ahora que se permite dedicar el 50% de los mercados a degustación y se amplían los horarios para ese ocio paralelo, en forma de conciertos o desfiles”.

“El alcalde, al anunciar los cambios en la ordenanza, ya habló de ese reclamo de ocio y turismo. Pero no podemos poner todos los equipamientos públicos al servicio del rendimiento y rentabilidad, quien pierde es el ciudadano al que se le despoja de un servicio público”, denuncia Ladra. “Pero es que, incluso desde la rentabilidad económica, vemos que hay mercados como el de la Cebada que tampoco acaban de funcionar con esta apuesta”, apostilla la edil.

Barcelona: una inversión mayor y con más fondos que repercute en el consumo

Para López el modelo a seguir está en Barcelona, donde “el Instituto Municipal de Mercados cuenta con una persona dedicada a cada mercado, quien trabaja de tú a tú con el gerente y acompaña a los comerciantes”. Y añade: “Lo que queremos es que el Ayuntamiento ejerza su responsabilidad sobre los mercados. En un piso de alquiler, es impensable que el inquilino tenga que pagar la reforma de un tejado, pero eso es lo que deben asumir actualmente muchos comerciantes en los mercados municipales. No queremos ni gestión directa, ni convertir a un carnicero en funcionario, como nos han llegado a decir”.

En un piso de alquiler, es impensable que el inquilino tenga que pagar la reforma de un tejado, pero eso es lo que deben asumir actualmente muchos comerciantes en los mercados municipales

“Me gustaría que los mercados fueran un pacto de ciudad, que los construyéramos entre todos, pero veo que no es así”, lamenta la edil socialista. “En Barcelona el 30% de la compra de productos frescos se hace en mercados municipales. En Madrid ese porcentaje es del 7%” , apunta para sustentar su apuesta por un formato de gestión similar al barcelonés.

Más allá del modelo, López llama a un refuerzo de la financiación. El Ayuntamiento de la ciudad condal ha invertido 100 millones de euros en cuatro años en los 39 mercados municipales de la ciudad (más de 2,5 millones de media), frente a los 48 millones de Madrid para sus 45 mercados (poco más de un millón por cada recinto).

Para la edil una cuestión de cantidad, pero también de metodología de financiación: “Mientras que en Barcelona priman las ayudas directas, en Madrid se efectúan a través de subvenciones. Y ya sabemos que quienes más las piden suelen ser quienes menos lo necesitan, quienes cuentan con más recursos y conocimiento. Esto da pie a que en función del concesionario privado se establezcan mercados de primera y segunda”.