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Sobre este blog

Stories Matritenses es un blog del grupo de periódicos hiperlocales Somos Madrid escrito por Pedro Bravo.

Pedro Bravo escribe ensayo y ficción. Su último libro es Cabo Norte (Menguantes, 2020). Además, ha publicado Exceso de equipaje (Debate, 2018), Biciosos (Debate, 2014) y La opción B (Temas de Hoy, 2012)Es socio de Soulandia, una empresa que aplica la narrativa a estrategias de comunicación, y del coworking malasañero Espíritu23. Habita en la linde occidental del barrio.

www.pedrobravo.es

Enamórate de quien te hable de desigualdad

Reunión vecinal ante un intento de desahucio en Móstoles, en una imagen de archivo

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Biodiversidad es la variedad de la vida, la pluralidad de seres y relaciones entre ellos y con el medio, o sea, la Tierra y la atmósfera, que son contenedores de existencia y, por eso, la existencia misma. Que la biodiversidad se mantenga y no mengüe es fundamental para calibrar y conservar la salud, la nuestra, la del planeta, la de la vida. La merma de especies y ecosistemas es causa, efecto y otra vez causa de un desequilibrio que es el inicio de una serie de catastróficas desdichas. En un mundo en el que el mero ejercicio de respirar ya es un acto de conexión con otros, la hegemonía y el acaparamiento son insanos. 

Biodiversidad es uno de esos términos que asociamos inmediata y casi exclusivamente a asuntos medioambientales pero que regula cualquier otro ámbito relacional. La economía, por ejemplo. Incluso, por concretar más, la economía de mercado. Sin embargo, cada vez es más frecuente escuchar a los que se autocalifican como paladines de tal cosa defender el desequilibrio, sostener que no hacen falta mecanismos de control que impidan que todos los peces chicos sean tragados por dos o tres peces gordos.

De hecho, desde hace ya décadas, la tendencia general de los gestores de lo público ha sido la de ir retirándose de la mediación en las competencias desiguales o, peor, la de facilitar esa desigualdad. Ocurre en el sector tecnológico y en el cultural, en el energético y en el hostelero, en el inmobiliario y en el del transporte. Los negocios se van concentrando en cada vez menos manos que, al ser cada vez más grandes, tienen mayor capacidad de ejercer presión para consolidar y aumentar su poderío y, así, perpetuar el desequilibrio.

Lo venimos sufriendo años en todas las ciudades, grandes, medianas y pequeñas, con sus correspondientes matices. La economía, la propiedad de los negocios, es cada vez menos diversa y la tendencia es a más concentración. Es una pena, porque eso de comerciar entre iguales es algo que dio origen y ha estado dando sentido a la ciudad desde sus principios. Y es alarmante, porque cada vez hay menos fuerzas que manifiesten preocupación por la ausencia de diversidad económica y ganas de plantarse ante al desenfrenado tren del turbocapitalismo. 

Más bien todo lo contrario, las distintas versiones de iluminados que están haciéndose no tan poco a poco con los mandos o pretendiéndolo —de Bukele a Orban, de Milei a Trump, de Abascal a Alvise— están creando un mundo paralelo en el que los problemas son cualquier otra cosa menos esa desigualdad que ellos apoyan con una fe histérica. Una estrategia de la que es maestro Steve Bannon y que explica muy bien Naomi Klein en su último libro, Doppelganger (Paidós, 2024).

El zeitgeist no juega a favor del equilibrio. Estamos, casi todos y casi cada uno de nosotros, enfermos de vanidad y, muchos, de narcisismo, convencidos de que nuestro minúsculo y frágil yo es la medida del universo. No vendrán tiempos mejores porque lo que se extiende por los canales de comunicación es algo que va mucho más allá de la caricatura que representa Llados, es la ideología que llevan años transmitiendo tipos como Jordan Peterson, es el mensaje de los peces gordos para que la desigualdad siga alimentando su equivocada razón de ser.

Lo grave, como decía, es que no hay nadie en frente para oponerse a esta máquina de devorar equilibrios. Es decir, no hay ninguna fuerza que esté mostrando la realidad tal cual es. Ni los partidos que se llaman de izquierdas, ni los grandes sindicatos, ni los medios; sólo pequeños colectivos de vivienda, de riders, de trabajadores del sector turístico y otros a los que no se les da la voz necesaria. No hay quien explique a las personas, cada vez más, que están en el lado malo de la desigualdad que su precariedad no es un accidente natural, ni culpa de los inmigrantes ilegales que viven en el país (menos del 1% de la población en el caso de España), ni un efecto secundario del feminismo. Todo el mundo está ocupadísimo en asuntos más o menos pequeños que se hacen enormes por un exceso de atención que no es otra cosa que distracción. Otro error que parece dejarnos a cada uno de nosotros solos ante un futuro que se hace cada vez más corto y estrecho.

El camino pasa por darse cuenta, por entender que si estamos aquí es porque estamos juntos. Lo explica siempre muy bien el filósofo italiano Emanuele Coccia. Cierro con unas palabras de su libro La vida de las plantas (Miño y Dávila, 2027): “La supervivencia de la casi totalidad de los seres vivientes presupone la existencia de otros vivientes: toda forma de vida exige que haya otra vida ya en el mundo (…). Vivir es esencialmente vivir de la vida de otro: vivir en y a través de la vida que otros han sabido construir o inventar”.

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Stories Matritenses es un blog del grupo de periódicos hiperlocales Somos Madrid escrito por Pedro Bravo.

Pedro Bravo escribe ensayo y ficción. Su último libro es Cabo Norte (Menguantes, 2020). Además, ha publicado Exceso de equipaje (Debate, 2018), Biciosos (Debate, 2014) y La opción B (Temas de Hoy, 2012)Es socio de Soulandia, una empresa que aplica la narrativa a estrategias de comunicación, y del coworking malasañero Espíritu23. Habita en la linde occidental del barrio.

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