EL ADIÓS, EN JULIO

El CSA La Tabacalera, obligado a un largo cierre por obras

A finales del pasado mes de septiembre el Centro Social Autogestionado (CSA) La Tabacalera reabrió sus puertas tras cerca de tres años de inactividad. Desde entonces, los proyectos que pusieron en marcha los 28 colectivos que formaron la nueva asamblea de este contenedor cultural con 25 espacios operativos han hecho recuperar su efervescencia a parte de la antigua antigua Fábrica de Tabacos de Embajadores.

Sin embargo, tan sólo 9 meses después de aquel renacer y con un montón de propuestas en marcha y en fase de consolidación, el CSA se ve obligado a echar el freno por causa de unas obras en el edificio de Tabacalera que, en el mejor de los escenarios, impedirán el desarrollo de cualquier tipo de actividad abierta al público en el inmueble durante al menos un año.

La noticia, aunque esperada, ha sentado mal entre colectivos y usuarios del CSA, que dispondrán de lo que queda de junio para poder seguir disfrutando de las iniciativas que acoge un espacio que deberá quedar a disposición de la empresa encargada de las obras desde el 1 de julio.

Poco a poco, los distintos colectivos están comunicando el cese de las actividades a sus usuarios, cada cual a su ritmo, mientras muchos de ellos buscan una difícil alternativa espacial para poder continuar con sus talleres, cursos y actividades y que en La Tabacalera ofrecían de forma gratuita. Doce meses de parón pueden significar para algunos la disolución de los proyectos, de los grupos y de las redes que han puesto en pie.

“Los talleres de cerámica, dibujo, bailes, integración a través de la música, costura, Dj, joyería, jabones artesanales, etc, o bien están buscando otro espacio o bien pararán, mientras que colectivos como el de circo, la gente de Molino Rojo, no sabe dónde meterse”, asegura Sergio, uno de los portavoces de la asamblea del CSA.

Las obras y el proyecto de Cultura

Ante el obligado cierre de Tabacalera queda, no obstante, un consuelo que, aunque exige paciencia, augura futuro: la asociación gestora del CSA ultima un acuerdo con La Dirección General de Patrimonio Cultural y Bellas Artes del Ministerio de Cultura, titular del edificio, mediante el cual a la finalización de las obras podrán regresar al espacio del que ahora se despiden para gestionarlo durante cuatro años, con la posibilidad de, pasado ese tiempo, se renueve automáticamente la “autorización especial de uso” por otros cuatro años. “La cesión de 8 años con el formato 4 + 4 es un buen modelo”, se indica desde la asociación.

La firma de ese acuerdo, cuyo protocolo ya se ha iniciado, se haría en lo que queda de mes. Mientras que Abogacía del Estado tiene lista su parte de la documentación que se necesita para la rúbrica del pacto, la asociación La Tabacalera estaría rematando la suya, según comentan a este periódico desde ambos lados.

Por otra parte, los trabajos que se van a acometer en el edificio son los de rehabilitación de las fachadas, cubiertas y carpinterías “por un valor de 5.607.107,01 y una previsión estimada de 12 meses para su realización”, indican desde Cultura.

El CSA sólo ocupa 9.200 metros cuadrados de los 30.000 de superficie total que tiene un edificio que el Ministerio quiere convertir en “un centro de producción y de residencias artísticas que aspira a ser un apoyo estructural al sector artístico contemporáneo desde el ámbito público y con alcance nacional, además de una institución abierta al barrio en el que se sitúa”, según afirman fuentes ministeriales en declaraciones a este periódico.

Así es el Centro Social Autogestionado que para

Durante los nueve meses de retorno del CSA La Tabacalera se han activado colectivos que se podrían englobar en siete ramas: Audiovisuales, Artes Plásticas y Arte Urbano, Música, Manualidades, Literatura y Pensamiento, Trabajo Corporal y Artes Escénicas e Integración Sociocultural.

En Tabacalera hay 3 colectivos de carácter explícitamente audiovisual que ofrecen talleres formativos en el ámbito de la fotografía; de grabación, edición, producción y dirección de vídeo, un programa de proyección diverso y constante de cine, podcast, cortos y documentales; un espacio de debates sobre diferentes films y están inmersos en un proyecto audiovisual propio. 

Por otra parte, la actividad que generan los dos colectivos que hay dedicados a las Artes Plásticas y el Arte Urbano son dignas de elogio. El Keller, colectivo de Arte Urbano del CSA, es un referente en Madrid en cuanto a creación constante de obras, talleres y exposiciones.

La música es la segunda rama más poblada del CSA La Tabacalera y está conformada por 6 colectivos diferentes, entre los que suman más de 30 bandas que ensayan, aprenden y comparten en el espacio. “Desde la reapertura se han llevado a cabo más de 10 eventos y festivales de música, que suelen ser encuentros de barrio, con diferentes temáticas, donde la gente encuentra los espacios de ocio alternativo que tan constantemente demanda y habita la música de su tiempo en su entorno”.

El área de Manualidades la componen siete colectivos que tienen el “reciclaje” y la “sostenibilidad” por bandera. “En la actualidad hay talleres de reciclaje de aceite usado (taller de jabones), bicicletas, todo tipo de latas y metales, maderas y muebles, materiales con los que se puede confeccionar bisutería, instrumentos musicales, plásticos diversos, tetra bricks, vidrios y diferentes materiales que hay en el interior de los equipos electrónicos, etc. 

Cuatro colectivos de literatura y pensamiento han sido los encargados, entre otras cosas, de “generar redes para pintores, espacios de diálogo cultural y reflexión colectiva, emisión de podcast, colaboraciones con productoras audiovisuales e instituciones, retomar un programa de Residencias Artísticas dentro del programa Europa Creativa en Movimiento de la Unión Europea”. Por si fuera poco, alrededor de La Tabacalera “se ha generado una red internacional de poesía, quizás la más destacada que existe en castellano en el mundo”, indican desde su entorno.

La rama más poblada del espacio, con diferencia, la alimentan “grupos de teatro y yoga de barrio, compañías profesionales, subcolectivos de baile con más de 100 participantes, más de 200 artistas de disciplinas circenses, bailarines profesionales, acróbatas, talleres de expresión escénica y deportistas” en torno a dos colectivos con programación diaria. “Esta rama se ha convertido en el primer punto de encuentro de un amplio abanico de artistas de diversas disciplinas escénicas que visitan por primera vez Madrid y es el espacio del barrio de Lavapiés en el que lo lúdico de la danza o el yoga nos salvan del malestar de nuestra cultura y el único marco en el que muchos artistas que practican la autoformación y/o el intercambio de técnicas y conocimientos pueden proyectar su desarrollo artístico”.

Por último, señalaremos que desde la rama de Integración Sociocultural se ha trabajado, por ejemplo, “la visibilización radical del cambio climático y sus consecuencias y las posibles medidas y acciones que se pueden llevar a cabo al respecto. Se ha hablado del racismo en todas sus escalas y de cómo generar espacios seguros para personas racializadas, o de cómo generar las dinámicas precisas para eliminar este tipo de violencias”.