Ninguno de los 70 desalojados de La Quimera necesitó de alternativa habitacional, según el Ayuntamiento

De las 70 personas desalojadas por Policía Nacional y Policía Municipal este miércoles en La Quimera, hasta entonces edificio okupado en el corazón de Lavapiés, ninguna necesitó una alternativa habitacional, según la información transmitida por fuentes del distrito Centro a este diario.

Oficialmente, solo siete de los desalojados se acercaron a la glorieta de Embajadores donde se había desplegado una unidad del Samur Social, compuesta por tres trabajadores, para atender a quienes se acababan de quedar sin un techo bajo el que cobijarse y, siempre según las mismas fuentes del distrito, tras analizar la situación de esas personas se determinó que tenían otro lugar donde pernoctar, por lo que no se les ofreció las camas de emergencia que se habían reservado para ese supuesto, unas camas que, en cualquier caso, seguirían estando disponibles: “A pesar de que los que han acudido no han requerido de esas plazas, se han reservado plazas de alojamiento en el Centro Municipal de Urgencias Sociales (CEMUS) por si fuera necesario usarlas”.

A pesar de que las condiciones de vida de quienes habitaban hasta ahora en La Quimera dejaban bastante que desear, al no disponer de servicios tan básicos como suministro de luz o de agua, vivir entre basura y objetos abandonados y tener que soportar las adicciones, trapicheos, peleas y ruidos de algunos de los moradores con quienes compartían vivienda, según el Consistorio ayer todos ellos disponían de una alternativa habitacional, otro lugar donde podían vivir.

Durante el desalojo del miércoles la misma policía había calificado de “indigentes” a una parte de las personas que habían sacado del edificio, indigentes que, oficialmente, todos eran capaces de reubicarse por sus propios medios.

También habló la policía de que entre los desalojados había un niño pequeño. Preguntado por esta cuestión, el distrito dijo a Somos Lavapiés que ningún menor había llegado a pedir ayuda al Samur Social, por lo que podemos decir que entre la plaza de Nelson Mandela, donde está La Quimera, y la Glorieta de Embajadores, donde estaba el Samur, el radar de los servicios sociales de la zona perdió a un niño en una situación cuanto menos complicada.

Y hasta aquí es donde llega el relato oficial y da comienzo otro algo distinto al que dan forma personas como Besha, una mujer africana vecina de la zona que dice haber acompañado ella misma a nueve desalojados de La Quimera hasta la unidad del Samur Social para ayudarles a conseguir una habitación y que, sin embargo, vio cómo lo que les ofrecían era solo información ante la falta de esos alojamientos que el Ayuntamiento asegura que tenía preparados.

Cuenta Besha que la mayoría de los desalojados de La Quimera son de origen africano y que carecen de esa alternativa habitacional de la que habla el Ayuntamiento. Ante esta realidad, y a través de las redes sociales, esta vecina inició ayer una pequeña campaña de acogida temporal de personas desalojadas en casa de voluntarios. A media tarde confesaba a este periódico haber encontrado techo por una noche para 12 de ellos.

Participando también de este relato 'off' otros testigos presenciales de la operación de desalojo narraron cómo la policía alejaba de la zona caliente a grupos de desalojados para dejarlos luego solos por las calles de Lavapiés sin saber dónde iban a dormir, aunque habiéndoles entregado una hoja con información sobre dónde podían acudir a pedir ayuda.

Según estos testimonios, algunos de los que vivían en La Quimera habrán dormido esta noche en la calle.

Durante el desalojo del edificio, las fuerzas de seguridad identificaron a 63 personas que vivían en el edificio y detuvieron a 13 de ellas (nueve por un delito contra la salud pública relacionado con la venta o posesión de drogas y otras cuatro por infringir la Ley de Extranjería).