Vecinas a la fresca es una iniciativa que propone a los habitantes de Lavapiés algo tan aparentemente simple como quedar en una plaza del barrio a la hora de la cena para conocerse compartiendo alimentos, inquietudes, alegrías y penas; vida, en definitiva.
Este miércoles, a las 20:30 horas, celebra su segunda edición, después de la inaugural y exitosa del pasado día 10, una cita medio improvisada que al grito de 'Toma la fresca' congregó a un buen número de vecinos en la plaza de Arturo Barea y, sobre todo, generó ilusión de cara a la continuidad de la propuesta.
“Nos quieren asadas y dispersas. Nos tendrán juntas y tomando la fresca”, se decía en aquella primera convocatoria que acabó en improvisado concurso de tortilla de patatas y con vecinos y vecinas apuntándose a la misma, bajando mesas y sillas de sus casas.
Más vida de corrala
Pero, ¿de dónde surge Vecinas a la fresca? Una de las voceras del grupo motor de la iniciativa lo explica a Somos Lavapiés de forma muy clara: “Parte de un encuentro en un bar entre vecinas a las que no nos gusta el rumbo que está tomando el barrio. Queremos llevar a las calles la forma de vida de las antiguas corralas de Lavapiés, lugares donde la gente lo compartía todo y en los que se creaba una red de apoyo que hacía la vida más sencilla; donde se acogía y se era solidario con el resto de personas”.
“Queremos pensar un barrio distinto al que tenemos, aportando soluciones de forma conjunta. Creemos que existe la necesidad de verlo de otra manera y que quienes vivimos aquí nos conozcamos y nos sentemos a hablar. El sitio ideal para hacer esto es una de esas plazas duras que nos han dejado en el barrio y que nuestra propuesta humaniza”.
Las quedadas de Vecinas a la fresca pretenden ser también “un juego entre vecinos” y en la de este miércoles habrá un informal concurso de tapas en el que se espera que cada participante en el encuentro lleve una pequeña especialidad culinaria para compartir con el resto de personas.
Otra forma de protesta y de crear redes de apoyo
El componente reivindicativo de estas citas, desenfadadas y alegres, es fuerte, que nadie se llame a engaños con, por ejemplo, la divertida cartelería que usan para dar a conocer las convocatorias. No siempre las protestas y los toques de atención deben ir acompañados de caras largas.
Estos encuentros vecinales son “tomas de contacto”, primeros pasos para crear estructuras de personas “con ganas de hacer cosas”. “Que todo el mundo se conozca, luego ya se verá lo que sucede”, indican los organizadores.
Detrás de las primigenias Vecinas a la fresca hay personas que llevan muchos años viviendo en Lavapiés, capaces de hacer un breve y crítico barrido por la reciente pequeña historia del barrio y firmes defensores de que los problemas que tiene la zona no se solucionan con medidas policiales.
“La seguridad en un barrio es conocer a tu vecino y vecina”, sentencian. “El barrio vive hacia dentro y lo que pretendemos es que la gente se relacione entre sí, algo que tampoco es fácil cuando muchos son sólo vecinos de fin de semana”, indican en relación a la gran cantidad de pisos turísticos que hay en la zona.
“Llenar el barrio de policía, como se ha hecho en los últimos tiempos, no ha mejorado la vida en Lavapiés, que tiene un problema social y sufre abandono institucional. Hay muchos vecinos con pocos recursos a los que se les tiene abandonados, sin intervención social”.
“Lavapiés ha vivido varios procesos de expulsión de vecinos de toda la vida que han ido minando el fuerte tejido social característico de la zona. Desde las subvenciones dadas por el Ayuntamiento a finales del pasado siglo para reformar los pisos del barrio, que acabaron generando derramas inasumibles por parte de las gentes de menores recursos, a su conversión en un polígono industrial invivible durante los 2.000 y las fuertes subidas de los alquileres de las viviendas de la zona que hace años que venimos sufriendo. Trapicheo de droga siempre hubo, pero los narcopisos son también un foco gentrificador que genera la marcha de los vecinos, especialmente de las personas mayores”.
Vecinas a la fresca es una llamada a la resistencia de un barrio bajo una máscara tan deliberadamente naíf como rebelde.