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De la lucha vecinal a presidir la Feria del Libro: Fernando Valverde, Premio Leyenda de los libreros de Madrid

Fernando Valverde y su hija Rocío Valverde en la librería Jarcha de Vicálvaro.

Guillermo Hormigo

Madrid —
16 de enero de 2025 07:30 h

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“Me he quedado muy sorprendido, muy feliz. Yo que he sido uno de los impulsores de estos premios estoy más acostumbrado a darlos que a recibirlos”. Así asimila la noticia Fernando Valverde, conocido como “Nani” por sus allegados: la Junta Directiva de la Asociación de Librerías de Madrid ha decidido otorgar el Premio Leyenda 2024 a este prestigioso librero.

Fue en 1974, hace más de medio siglo, cuando Valverde fundó Jarcha en el distrito de Vicálvaro. “Es una satisfacción que tus colegas te reconozcan”, admite emocionado en conversación con Somos Madrid. Lo cierto es que su trayectoria lo pedía a gritos. Además de dedicar décadas junto a su esposa Isabel al negocio de la calle Lago Erie, que desde hace unos años regenta su hija Rocío, Valverde fue presidente del Gremio de Libreros (y con ello de la Feria del Libro de Madrid) entre 2000 y 2003.

La Asociación de Librerías argumenta en la concesión del galardón que “Valverde ha encarnado la esencia de las librerías independientes dedicándose en cuerpo y alma a hacer de ellas espacios de encuentro, conocimiento y amor por los libros y la lectura”. Destacan “su espíritu incansable y su defensa a ultranza de la importancia del contacto directo entre los autores y sus lectores”, gracias a lo cual “este librero de raza tiene en su haber la consolidación de la Feria del Libro de Madrid como un evento clave en la agenda cultural española”.

Medio siglo como referencia librera y organizativa

Valverde repasa su trayectoria con sencillez y sin alardes, pero es tan apabullante que habla por sí sola: “Fundé Jarcha con 21 años, junto a un grupo de personas que hacíamos intervención social y llamábamos a la movilización vecinal en San Blas [el nombre con resonancias al grupo que popularizó el himno Libertad sin ira no es casualidad]. También teníamos gente conocida en Vicálvaro y surgió la oportunidad de gestionar el negocio en este local. Luego nos fuimos quedando mi mujer y yo, y después Rocío”.

Solo tres años después, en 1977, Valverde estaba ya muy implicado en el Gremio de Libreros de Madrid y colaboraba en diversos grupos de trabajo, por ejemplo el que se encargaba de coordinar y mejorar todo lo relacionado con los libros de texto y escolares. “Fui vocal en muchas juntas directivas, hasta que a mitad de los ochenta una generación de libreros decidimos organizarnos mejor”, explica.

“Creamos un grupo de acción amplio, con muchos liberos y libreras [cita establecimientos como Rumor, Pedagógica, Rafael Alberti o Antonio Machado] movilizados para liderar el Gremio. Nos reuníamos en la librería Naos, en Argüelles. Aquel era un tiempo en el que lo asociativo tenia un poder más grande a nivel social y político”, prosigue. Nació así el germen de la actual Asociación de Librerías de Madrid.

“Más tarde me eligieron presidente del Gremio y por tanto de la Feria, hasta que en un momento dado la junta directiva me pidió dejar el cargo de presidente y ocupar la secretaría general, puesto que ya no podía compaginar con la librería. Tuve que dejarla y hubo un relevo muy natural: mi mujer y otra persona empleada siguieron, luego se sumó mi hija mayor aunque luego emprendió otros proyectos y al final acabó tomando el relevo mi otra hija Rocío, que ya había trabajado en Rumor”, rememora Fernando Valverde. Su currículum se completa con su etapa al frente de la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros (Cegal), entre 2001 y 2013.

Un relevo generacional con el que seguir construyendo barrio

Pese a semejante bagaje, Fernando mira al futuro de Jarcha henchido de esperanaza y orgullo depositados sobre su hija Rocío: “La gente que ha mamado la librería tiene más fuerza para poner las cosas en orden, pero tambén en otro orden. Es bueno que haya al frente personas abiertas y con conocimientos para encarar el proceso online y de digitalización. Ha sido muy natural, por fortuna no hemos tenido un problema que otras librerías sí sufren: el relevo”. Recuerda dos casos angustiosos en Madrid, aunque ambos con final feliz: “El Buscón sí consiguió que unos empleados que se hicieron cargo y Pérgamo llegó a cerrar, pero clientes y trabajadores jóvenes con nuevas ideas consiguieron reabrirla”.

Valverde es menos optimista en otros aspectos: “Ahora cuesta más formar grupos y asociaciones, lo asociativo ha perdido fuerza en favor de lo individual. Lo notaba ya cuando me jubilé en 2018, el entusiasmo era menor que años atrás. Yo nunca lo entenderé, porque estoy convencido de que todo lo que se hace en colectivo acaba beneficiando al individuo. A mi generación nos tocó un tiempo en el que había que pelear y eso facilitaba el organizarse y reunirse. Hay que tener en cuenta que cuando abrimos Franco todavía vivía”.

Porque el espíritu combativo y colectivo ha marcado a Fernando Valverde y su Jarcha: “El último viernes de cada mes en la librería montamos una tertulia que es casi una asamblea”. Con ella han tenido tal tanto éxito de público que se han coordinado con una profesora que organiza otra en la Universidad Rey Juan Carlos para dividirse a los asistentes y algunas tareas.

“Es maravilloso porque hay gente de todas las edades, desde veintipico hasta setenta y tantos, además con miradas muy diversas. Nos gusta fomentar la actividad social, hemos estado siempre vinculados al movimiento vecinal y la colaboración con los colegios, incluso cuando las librerías no hacían tantas actividades ni había tanta interacción con el barrio”, añade.

El barrio es precisamente un elemento clave para entender la manera en la que Fernando Valverde entendió siempre su oficio: “En el sur de Madrid ha costado mucho generar hábitos, cuando abrimos acababa de inaugurarse un año antes el primer colegio público de Vicálvaro. Durante décadas fue un barrio abandonado y sin servicios, como Villa de Vallecas. Ha requerido mucho esfuerzo que el barrio sea otro, y todavía queda mucho por hacer”. Mucho, sí, pero con personas como él (personas que son leyenda) siempre queda un poquito menos.

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