Cerca de la medianoche la nieve había hecho ya suyo el barrio. Ni la sal esparcida por las calzadas evitó que éstas quedaran bajo un manto blanco. En la plaza del Dos de Mayo, guerra de bolas y buen humor. Aquí y allá, mucho vecino paseando con una sonrisa colgada en la cara y flashes de fotos. En la calle Escorial un coche no puede subir la pequeña cuesta que le conduciría a la Corredera de San Pablo, las ruedas le patinan -y lo peor está por llegar, cuando hiele-. Es la cara menos amable de esta gran nevada que ha permitido a Robert y a Josías construir un enorme muñeco de nieve en Juan Pujol; tres horas de esfuerzo les ha llevado hacerlo, pero a cambio ven cómo no hay quien pase por la plaza sin alabar su obra.