Aunque el verdadero cumpleaños será el próximo 28 de mayo, hoy celebramos en Madrid el segundo aniversario de las asambleas de barrio del 15 M. Durante aquella primera semana inolvidable de acampada en la Puerta del Sol empezó a trabajarse en las asambleas de barrio como salida descentralizadora y lógica de una territorialización del 15M en la plaza que, obviamente, estaba abocada a terminar. Hay quien dice que durante aquellas interminables asambleas generales de Sol el único punto del orden del día fue ¿nos quedamos o nos vamos? Más allá de la exageración, en las infinitas asambleas surgidas alrededor de aquel vórtice expontáneo de energía nacieron las semillas que luego habrían de conformar -diseminadas más allá de aquel centro – los nodos de una red de movilización y relación ciudadana que aún sigue tejiéndose. Allí surgió también la idea de las asambleas de barrio.
Se convocó a los distintos barrios en la plaza del Carmen para preparar las primeras asambleas y la convocatoria desbordó las expectativas más optimistas: decenas de corros de personas que eran en sí mismos asambleas numerosas. La expectación era grande. La gente de Malasaña estaba sentada al lado de la de Tetuán, en uno de los extremos de la plaza y un improvisado cartelito de papel la señalaba.
Y llegó el sábado 28 de mayo. Más de 70 asambleas convocadas en otras tantas plazas de Madrid a las12 del mediodía. De entonces a ahora – dos años son muchos días de luchar por una estructura aún inestable– muchas de esas asambleas se han ido deshaciendo (en ocasiones reagrupando), otras han visto cómo el desgaste las ha mermado en número, pero un buen número de ellas ha aglutinado un tejido barrial que flaqueaba desde los tiempos gloriosos del asociacionismo vecinal. En cualquier caso, las asambleas de barrio, además de ser un espacio de convivencia y un experimento democrático, se han convertido también en un polo de referencia del activismo ciudadano. Allí se han preparado la respuesta a los desahucios de los barrios; se han articulado luchas transversales -como las consultas por la sanidad, o por el agua-, o se ha hecho posible la recogida de apoyos a la ILP de la PAH.
En Malasaña han nacido también un banco de tiempo, un grupo de consumo, un mercadillo mensual de trueque... La tendencia parece ser la de mezclarse cada vez más con otras manifestaciones de los movimientos sociales y vecinales, lo que se ha visto reflejado aquí, por ejemplo, en la integración en la plataforma que organiza las fiestas autogestionadas del barrio.
En opinión de algunos, la asignatura pendiente – quizá por la urgencia de los tiempos difíciles, que parece reclamar más acción que discusión – es la de crecer más como espacio de decisión ciudadana. Los ámbitos activistas se han multiplacado en estos dos años y las horas del día siguen siendo las mismas. De esta manera, son muchos los vecinos que han dejado de asistir a todas las asambleas de los sábados, pero siguen participando en grupos de trabajo surgidos de ellas, o están en contacto con la red que la circunvala.
Volvamos al día 28 de mayo de 2011. Aquella primera jornada unas 600 personas abarrotaban una plaza del Dos de Mayo en la que el sol caía a plomo. Poco se decidió en aquellas primeras asambleas: fueron más un titubeante desentumecer de la política a pie de calle que un debate de contenidos, pero el entusiasmo se podía adivinar en las sonrisas y en las manos agitadas en el aire. Ya ese día se decidió que en la Plaza del Dos de Mayo los vecinos podrían encontrarse cada dos semanas.
Para este sábado, a las 13 horas, en la Asamblea han preparado una de las charlas-debate a las que nos tienen acostumbrados (las asambleas temáticas son una de las características de la Asamblea de Malasaña). En la Puerta del Sol hay a las 18 horas una asamblea extraordinaria de la APM (Asamblea Popular de Madrid), órgano supra asambleario de las asambleas barriales que no ha conseguido encontrar su lugar como paraguas de las distintas asambleas.
Hoy las asambleas de barrio se celebran a sí mismas, sin grandes estruendos, tal y como transcurren el resto del año. Ya no saben si quieren ir tan despacio, pero saben que quieren ir lejos.