La portada de mañana
Acceder
España, locomotora de Europa: aporta el 40% del crecimiento económico
La basura del diluvio dos meses después
OPINIÓN | '¿Y si Trump repensara la globalización?', por Enric González

Los servicios sociales siguen desviando personas a las despensas solidarias de los barrios pese a que Villacís cuestiona que sean necesarias

Antonio Pérez

16 de noviembre de 2020 00:01 h

0

La despensa solidaria de Malasaña, Chueca y Conde Duque, una de las que atienden en el distrito Centro de Madrid a centenares de personas, permanece activa desde el 28 de abril, fecha en la que un puñado de vecinos solidarios la creó ante la creciente necesidad que la crisis social de la Covid-19 estaba generando en familias del entorno.

Los voluntarios que la sustentan con trabajo y quienes la nutren con donaciones desearían poder dar por finalizada la labor que llevan realizando desde hace casi ocho meses pero las colas del hambre no desaparecen y el deseado relevo institucional de asistencia no llega como debería, pese a las recientes palabras de la vicealcaldesa, Begoña Villacís, insistiendo en que el Ayuntamiento no deja atrás a nadie y que “la mayoría de las familias que están siendo ayudadas con alimentos por las asociaciones de vecinos de la capital están siendo atendidas al mismo tiempo por los canales municipales”.

En la actualidad, Malasaña Acompaña proporciona alimentos y productos de primera necesidad a 250 personas pero, lo más curioso, es que esta red de apoyo continúa prestando ayuda a personas que les llegan derivadas de los propios servicios sociales municipales. 

“Sorprendentemente, han estado derivando solicitantes de ayuda de forma continua a nuestra despensa. Las propias familias así nos lo han contado y así figura en los mismos informes que los propios servicios sociales les han proporcionado. Hemos recibido correos electrónicos de trabajadores de los centros sociales del Ayuntamiento pidiéndonos que nos hagamos cargo de personas que no pueden atender y en los que reconocen su propia incapacidad ante una saturación que no cesa por falta de recursos y una emergencia que todavía persiste”, afirman desde Malasaña Acompaña.

Desde que el gobierno municipal pidiera a las despensas de Madrid, a finales de mayo, datos sobre sus usuarios, con el objetivo de hacerse cargo de su atención, la red de Malasaña se los proporcionó, sin que esta colaboración haya servido de mucho, según afirma esta red: actualmente, sólo un 11% de sus habituales tiene informe abierto en los servicios sociales municipales y esto, además, “no significa que estén recibiendo ayuda alguna”, cuentan.

Malasaña Acompaña ha llegado a estar atendiendo a más de 600 personas, pero el descenso de donaciones y de voluntarios registrados durante los meses de verano provocó que tuviera que centrarse sólo en ayudar a quienes residen en el distrito. Por el momento, esta red no ve una fecha próxima en la que pueda desmovilizarse y, entre otras cosas,  recuerda al consistorio que medidas largamente esperadas y anunciadas por las autoridades, como la tarjeta monedero para familias necesitadas, siguen siendo una mera promesa.

Ante esta situación, a los voluntarios de Malasaña Acompaña les escuece especialmente declaraciones como las de la vicealcaldesa, a las que hemos hecho referencia. Junto a otras redes de apoyo vecinales preparan una respuesta a esas palabras, apoyada en datos del mismo ayuntamiento. 

En ese borrador de respuesta se dice que, en el mejor de los casos y dando por buenas algunas de las cifras de dinero que Begoña Villacís afirma que el Ayuntamiento ha dedicado a alimentar a personas necesitadas, el gobierno municipal habría dedicado durante toda la pandemia un máximo de 136 euros a cada una de las 220.000 personas a las que habría reconocido estar necesitadas de ayuda. “¿Aún se extraña la señora Villacís de que las familias tengan que recurrir a otra fuente de suministro que no sea el Ayuntamiento”, se preguntan, acusándola de “falta de empatía con las necesidades sociales” y de “despreciar la labor de las asociaciones vecinales”.