Por Mar Carpena
Por Mar Carpena
La magia del teatro vuelve a hacerse realidad en el escenario del madrileño Teatro Amaya gracias a Miguel Ángel Solá y Blanca Oteyza; un placer su trabajo, su sensibilidad y un placer volver a verlos.
El amor de madre (Nana), la admiración del hijo (Miguel) y su relación, desde la infancia hasta la muerte. Ese es el discurso narrativo de 'Por el placer de volver a verla', un camino salpicado de sentimientos universales, sensaciones cotidianas, encuentros y desencuentros, la pérdida, la memoria, la pena, la alegría…. Todo esto y (por suerte) mucho más es lo que nos ofrece esta expresión máxima de la genialidad del teatro, un regalo mágico gracias a tres inmensurables: Miguel Ángel Solá (el hijo), Blanca Oteyza (la madre) y Manuel González Gil, el director.
Una puesta en escena sin adornos (seis cubos que operarios convierten, allí mismo sobre el escenario, en un tren, una azotea o un salón… y un ciclorama que maneja el color de las emociones que durante casi dos horas invaden y seducen al espectador); un texto de Michel Tremblay y un único mensaje: el amor, tal vez la única razón que nos permite volver a quien ya no está, sentirlo, abrazarlo, hablarle, susurrarle, demostrarle cuánto nos duele su ausencia.
Una obra en la que volvemos a disfrutar de la ya sabida maestría de Miguel Ángel Solá pero en la que, más que nunca, descubrimos a una Blanca Oteyza soberbia, grande. Y una ocasión más de contemplar su complicidad, la que les une en el día a día y la que les ha permitido, con su anterior obra, 'El diario de Adán y Eva' robar el corazón a espectadores de aquí y de allá durante diez años.
Ahora, este nuevo regalo: 'Por el placer de volver a verla' nos da el placer de volver a verlos a los dos.
Dónde: General Martínez Campos, 9
Cuándo: De miércoles a viernes a las 20:30 h; sábado, a las 19:30 y a las 22 horas; domingo, a las 18 horas.
Cuánto: De 12 a 25 euros.