El negocio de vender árboles centenarios en Madrid y cómo El Retiro consiguió un olivo de 627 años
Los jardines del Buen Retiro lucen desde el pasado 12 de abril un nuevo árbol, ahora el más anciano de Madrid, que ha llegado para convertirse en emblema de la capital. O al menos ese es el propósito del Ayuntamiento, que lo presentó como “símbolo de su compromiso con la sostenibilidad local y de su lucha contra la deforestación” pese a que la ciudad ha perdido 78.616 árboles maduros con José Luis Martínez-Almeida como alcalde. Un recién llegado que realmente no es tan novedoso, ya que según el consistorio data de 1396 y supera a un ahuehuete de principios del siglo XVIII para convertirse en el abuelo del parque. Ahora bien, ¿cómo se muda al Retiro un ser vivo con 627 años? La respuesta está en un pueblo al sureste de Madrid.
Carabaña, a orillas del río Tajuña, es una localidad madrileña donde el cultivo del olivo tiene mucho peso ya desde la época romana. Sus aceitunas y especialmente su aceite son los más valorados de toda la Comunidad. Pero en una empresa familiar, El Ventorro 1920, se percataron de que este árbol tiene potencial en sí mismo por su belleza, su imponente tamaño y la facilidad para conservarlo y trasplantarlo. A comienzos de la primera década del siglo XXI, José María Madrid, su mujer Pepi y sus hijos José María, Arturo y Carlos convirtieron la venta de olivos enteros en su negocio principal.
Como en muchas grandes historias, el primer giro llegó con una herencia. Pepi y su hermana recibieron un terreno en Carabaña con 162 olivos. La familia Madrid vendió la propiedad pero se quedó las plantas y las reubicó en su propia finca, El Ventorro. En 2004 dieron un nuevo impulso al negocio. Después de un viaje por la Costa Azul francesa, José María padre y José María hijo descubrieron la enorme veneración que el olivo despierta en distintas partes de Europa. Llegaron a encontrar extraordinarios ejemplares en Mónaco, muchos de ellos llegados de España. Así que se lanzaron al mercado de su conservación, venta y transporte.
Así se compra un olivo
“El proceso es muy sencillo. En el caso del que ha comprado ahora el Ayuntamiento, por ejemplo, enviaron a alguien de Acciona [empresa de promoción y gestión de infraestructuras de construcción, servicios y energías renovables]. Le gustó un olivo, nos lo señalizó y dos años después se lo han llevado”, explica Arturo Madrid, uno de los actuales copropietarios de El Ventorro 1920, en declaraciones a este medio.
Por “decoro” prefiere no concretar la cuantía que el consistorio ha abonado por el ejemplar. Sí detalla que “pueden llegar a pagarse 1.500 o 2.000 euros”, pero las cantidades varían dependiendo fundamentalmente del tamaño, la estética y en menor medida la antigüedad. Aunque aquí la iniciativa haya partido de una administración, Arturo apostilla que “el 90% de los clientes son particulares que quieren colocar un olivo en su jardín”. Y añade: “El principal negocio está en la exportación, se venden mucho por el resto de Europa y Asia. Nosotros no nos metemos ahí y nos centramos en España”.
Eso en cuanto a la venta, pero el paso previo es conseguir los árboles que luego ofrecen. Algunos, como el que ahora puede verse en El Retiro, han sido cultivados en la propia Carabaña. “Es nativo”, presume Arturo. Otros los seleccionan en sus continuos viajes por la Península Ibérica y luego los trasladan: “Los arrancamos, los podamos y los traemos a nuestro olivero. Aquí los enmacetamos y es donde los clientes los visitan para echar un vistazo o después de hacerse con ellos en nuestra página web”.
Posteriormente, se encargan de llevarlos a la casa del comprador con un camión-grúa y plantarlos en la propiedad. “Es una especie que aguanta muy bien el trasplante, aunque hay que saber hacerlo y es recomendable que esté podado casi en su totalidad. Más allá de eso rebrota muy bien y no necesita muchos requisitos de conservación, no es una planta pija”, asegura Arturo. Estos árboles soportan tan bien el paso del tiempo que actualmente tienen un olivo de 1.500 años, originario de Portugal.
Al Ayuntamiento le dijimos que este era un árbol con alrededor de 600 años, no sé si posteriormente han hecho algún análisis para saber la edad más específicamente o simplemente es marketing
No obstante, este empresario admite que es difícil conocer con exactitud la edad de un olivo, pese a que el Ejecutivo municipal la ha comunicado con absoluta concreción: “No es como un pino, que puedes averiguarlo gracias a los aros si cortas el tronco. En este caso es un poco aproximado. Se puede dar un margen de 40-50 años arriba y abajo por el grosor o la corteza, pero orientativamente. Al Ayuntamiento le dijimos que este era un árbol con alrededor de 600 años, no sé si posteriormente han hecho algún análisis para saberlo más específicamente o simplemente es marketing”.
Una modesta competencia
No es la única empresa del sector en la región, aunque casi (son más comunes en zonas del interior de Andalucía o la costa mediterránea). Su principal competidora también se asienta en la misma población, de hecho el municipio da nombre a la compañía: Olivos Carabaña. Eso sí, es un negocio más modesto. Así lo cuenta su responsable, Eduardo Andeluche: “Yo en realidad soy transportista. Lo que hago es rescatar olivos del campo que se están secando. Los llevo a mi finca, los arreglo, los saco adelante y les pongo un jardín. Cuando un particular lo compra se lo llevo y se lo planto”.
“No como de esto”, afirma Andeluche, que circunscribe la actividad a “sus ratos libres”. Relata que si a algún árbol no le encuentra dueño “ahí se queda en mi finca”. En este caso la horquilla de precios está fijada entre 500 y 1.000 euros. “Yo los vendo más barato que nadie”, presume. Aunque no es su principal sustento, sí le preocupa que “ahora con la sequía el negocio se ha frenado un poco”. Aumentan los costes de mantenimiento y el potencia cliente también sabe que su dispendio será mayor, así que se lo piensa mejor antes de adquirir un olivo.
No ha sido el caso del Ayuntamiento de Madrid, que con la compra de este nuevo y centenario árbol ha hecho toda una inversión para intentar trasladar el mensaje de ciudad verde. Que lo haya conseguido es algo que dirá el paso del tiempo, ese que tan bien resisten los olivos.
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