El intento del Ayuntamiento de Madrid por mejorar el firme de la céntrica calle Arenal se resquebraja solo un mes después del final de sus obras. Sobre el nuevo pavimentado, compuesto por un derivado del granito, han empezado a aparecer miles de pequeños agujeros, en todos sus tramos, a consecuencia del desprendimiento de los pequeños guijarros de los que está formado. Las faltas en el terreno son todavía de apenas un centímetro de diámetro, aunque en algunos lugares ya empiezan a levantarse partes del suelo de mayor tamaño.
El área de Obras de Almeida gastó un millón de euros en la renovación de esta calle. Lo hizo para conseguir “mayor durabilidad” frente a los desperfectos que se originaban en las antiguas losetas de granito de colores que adornaban esta vía desde 2008, cuando el alcalde de entonces, Ruiz Gallardón, peatonalizó toda la calle Arenal, desde Sol hasta la plaza de Ópera. La nueva corporación priorizó esta zona frente a otras vías del distrito Centro y sustituyó las losas por microaglomerado con árido granítico en las franjas centrales y en las intersecciones. “El objetivo es mejorar el mantenimiento de estos firmes que resultan poco adecuados para el paso de vehículos de carga y descarga”, explicó el departamento de Obras al finalizar los trabajos, en nota de prensa.
Era la primera vez que Madrid utilizaba esta mezcla de componentes para una de sus calles, una actuación con la que el equipo de Almeida destacaba que se había reducido el ruido de rodadura y aumentaba “la comodidad del tránsito peatonal” al haber elegido un pavimento sin juntas, frente a los “numerosos tropiezos y caídas de los viandantes” registrados hasta la fecha. Según datos municipales utilizados para justificar la actuación, las calles Arenal, Montera y Preciados suman más del 10 % de las caídas reclamadas de todo el distrito de Centro, lo que representa algo más del 1% de todas las que se producen en la ciudad.
Al igual que en Arenal, la calle Montera fue pavimentada de la misma forma (con un coste de 1,5 millones) y presenta también el mismo aspecto agujereado, como si de la superficie de un queso gruyère se tratase. Expertos consultados por este periódico apuntan a que se están soltando los áridos graníticos de su capa más superficial, lo que técnicamente se denomina pérdida de agregado, que puede deberse a varias causas relacionadas con la aplicación irregular del ligante, problemas de adherencia o contaminación de la capa de rodadura, entre otras. El paso de tráfico rodado no tiene relación aparente, al menos en Montera: el tramo más transitado por vehículos de cuatro ruedas -el que va del cruce con la calle Aduana a la entrada de la plaza del Carmen- presenta menor desgaste que el que usan mayoritariamente peatones. Y los boquetes se están produciendo principalmente en la zona central de la calle.
El área de Obras del Ayuntamiento de Madrid ha solicitado un análisis de laboratorio sobre los agujeros aparecidos para conocer su origen y determinar la forma en la que debe ser reparado. “El problema se va a solucionar ocasionando las mínimas afecciones posibles”, indican a este medio después de la publicación de la información de los agujeros y aclaran que “no supondrá ningún coste para las arcas municipales” además del ya abonado, porque los acabados se encuentran en garantía.
Un pavimento que 'absorbe' la contaminación
En otros lugares del centro de la capital, el Ayuntamiento había optado por readoquinar o arreglar con asfalto impreso las calles con mayor intensidad de tráfico, como sucedió en Barco o San Andrés (Malasaña) después del buen resultado de durabilidad obtenido en Cruz o Augusto Figueroa. Pero en la calle Arenal eligió una solución nueva, un superpavimento que además de evitar caídas tenía la capacidad de absorber la contaminación: lo presentó el pasado 13 de julio con una visita de la concejala de Obras, Paloma García Romero, y del concejal de Centro, José Fernández.
Entonces se informó que además del microaglomerado se había aplicado una pintura fotocatalítica incolora “de alta eficacia descontaminante”, que supuestamente utiliza los rayos ultravioletas de la luz solar para la purificación del aire. El consistorio asegura, atendiendo a los datos del fabricante, que cada diez litros de pintura aplicada tienen la capacidad de eliminar la contaminación producida por 20 vehículos en un año y es equivalente a plantar 1.500 árboles. En Arenal echaron 335 litros.
Se desconoce si esta pintura fotocatatítica ha tenido algún efecto sobre la mala conservación del pavimento que ha tenido lugar en la calle Arenal. Con respecto a su beneficios contra la contaminación, los expertos consideran que en las ciudades con problemas de polución como Madrid su acción puede ser limitada e incluso irrelevante. Si fueran ciertos los datos municipales, la pintura vertida sería suficiente para eliminar la contaminación que emiten 670 coches en un año. Y equivaldría a plantar unos 50.000 árboles, el triple de los que crecen en el Retiro.
Las reformas de Arenal y Montera han sido muy criticadas por algunos urbanistas y vecinos. Consideran que han retomado un aspecto de carretera urbana debido al nuevo pavimentado, impropio de una zona monumental de Madrid y más acorde con la época en la que el asfalto de carretera ocupaba su parte central. “Sí que es más feo, pero va a durar”, decían los comerciantes al ver el resultado final, confiados en que serían las últimas obras que tendrían que sufrir en su calle durante los próximos años. Tal vez la vuelta de las máquinas no esté tan lejana.