Como cada verano, la piqueta se ha vuelto a llevar un pedazo significativo de la memoria de Tetuán. El esquinazo de la calle Ceuta con Gonzalo Herrero, a pocos metros de una de las entradas laterales de la plaza de La Remonta. Uno de los pocos reductos que, a primera vista, recordaban al viejo barrio de casas bajas que todo el mundo asimilaba a Tetuán hasta hace no tantos años.
En los bajos del edificio estaba el restaurante El Ancla, establecimiento muy popular que llevaba cuatro décadas dando comidas en el barrio. Sin duda, el hecho de que haya estado abierto hasta hace poco ha alargado la vida del inmueble. También era muy significativo el letrero de la Huevería Gallito, cerrada, que subsistía en buenas condiciones junto al bar.
Sobre el edificio, que databa de 1904, pesaba una licencia de derribo firmada por la Junta de Distrito el pasado mes de diciembre. Actualmente, en el esquinazo de las calles Ceuta y Gonzalo Herrero hay uno de los habituales solares vallados llenos de ventanas que no dan a ninguna parte y concreciones. Un paisaje urbano hoy más típico del distrito de Tetuán que el de las casas bajas que, sin embargo, pronto desaparecerá también para dar paso en la parcela resultante de 261 metros cuadrados a un nuevo inmueble con catorce viviendas edificado en dos plantas bajo rasante, baja, primera, segunda, tercera, ático y bajo cubierta.
El pintor y gran conocedor del barrio Carlos García Alix, que en su momento inmortalizó El Ancla en uno de sus cuadros, dijo en una entrevista en Tetuán 30 Días que “lo más antiguo que queda del barrio es un trozo de construcción, donde está el Restaurante El Ancla, junto a la Huevería Gallito. Todo ese esquinazo blanco con la calle Ceuta. Ese local, al que le cayó una bomba y restauraron, ya daba comidas en el año 12”.
Existen edificaciones más antiguas, el edificio bajo del bar La Pampa, por ejemplo, data de 1876, pero es cierto que apenas quedan conjuntos tan representativos como el que había en la calle Ceuta, que además estaba a un paso de Bravo Murillo y a las puertas de La Remonta, la plaza más importante de Tetuán.
Anejos al edificio derribado, formando casi una unidad, estaban otra casa de las mismas características y edad que aún sigue en pie y habitada (aunque en el catastro está catalogada como ruinosa) y, en el lado de Gonzalo Herrero, una edificación de dos plantas de ladrillo de los años veinte. En Tetuán, los vecinos saben bien que la probabilidad de supervivencia de una casa baja mengua dramáticamente cuando se queda aislada.
Actualmente, hay en Tetuán varios solares a la espera de ser edificados en lugares donde hasta hace poco estuvieron edificios históricos, además del esquinazo de Ceuta. En la misma situación están en Bravo Murillo los que albergaron Casa Sotero o el neomudéjar de Bravo Murillo 315, demolido completamente, aunque el Grupo para la protección del patrimonio de Tetuán había conseguido que el nuevo proyecto de edificación incluyera la máxima reutilización de los materiales de la fachada.
En los últimos años se ha despertado entre el vecindario una importante sensibilidad hacia el patrimonio del distrito, despreciado durante años y en peligro de extinción. En sentido contrario a este renovado interés de la ciudadanía, no se recuerda hasta la fecha ninguna actuación municipal encaminada a poner en valor una edificación baja como equipamiento del barrio ni para protegerlas pese al peso que han tenido históricamente en la identidad la identidad de Tetuán.