Adiós a Caballero Bonald, el poeta de la Dehesa de la Villa

Luis de la Cruz

10 de mayo de 2021 23:26 h

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El domingo 9 de mayo se despidió la semana con el adiós de José Manuel Caballero Bonald con 94 años. Poeta, ensayista, novelista y  flamencólogo, ganador del Premio Cervantes y de todos los galardones literarios posibles, vivió durante décadas junto a la Dehesa de la Villa.

En una entrevista que concedió en 2012 a Amigos de la Dehesa de la Villa desgranaba con mucho detalle su relación de vecindad con el bosque urbano, por el que tantas veces paseara y que sirvió de escenario para ilustrar infinidad de entrevistas al autor. También en su volumen de memorias La costumbre de vivir aparecen los pinares de la Dehesa. Caballero Bonald siempre sacaba a colación la “soledad apetecible” de perderse por el parque -Quien convive con árboles dispone de poderes, versificó- donde muchos versos acudieron a su cabeza mientras paseaba por las cercanías del Cerro de los Locos o las laderas arboladas de una Dehesa aún menos parquificada que ahora.

Caballero Bonald llega a Madrid y recae en la calle María Auxiliadora, en las cercanías del parque, en 1963. En los años inmediatamente anteriores había empezado a entablar relación con algunos de los poetas que luego serían conocidos como el grupo del 50 y conocido, en Europa e Hispanoamérica, a varios de los nombres más importantes de las letras en castellano, especialmente en Colombia, donde enseñó en la universidad y trató con Gabriel García Márquez y otros participantes de la revista Mito.

Este mismo año, recién llagado, será detenido por motivos políticos y publicará Pliegos de Cordel, que contiene, precisamente, el poema titulado Dehesa de la Villa. Bonald y su pareja se enamoran del entorno en una visita a la casa del poeta Fernando Quiñones, tras la que deciden comprar otro piso en la misma finca. En ese mismo portal vivieron otros literatos como Paco Brines, José Ramón Ripoll, Arcadio Blasco o Carmen Perujo. Toda una generación literaria reunida en las asambleas de la comunidad de vecinos.

Aunque nunca fue afiliado al PCE, colaboró activamente con el partido durante la lucha antifranquista y su casa se convirtió en lugar de reunión clandestino del comité central. Tanto es así que, en diciembre de 1976,  recabó en aquella casa el mismo Santiago Carrillo con la célebre peluca con la que entró escondido en España.

Aún mucho después, siguió diciendo que la Transición fue “un pacto de urgencia” con el que no estaba de acuerdo, “la historia sin culpables y el punto final” por la que “el franquismo sale todavía de vez en cuando y se nota en la vida cotidiana”. Un diagnóstico que incluía explícitamente a aquel Santiago Carrillo que una vez pisó su casa.

Dijo detestar un concepto fuerte de patria pero tener algunas, que estaban allí donde uno mira por la ventana en la casa donde se encuentra en paz, en su caso en Doñana, Colombia o en Palma de Mallorca. Sin duda, también en la Dehesa de la Villa.