Bellas Vistas será un barrio verde: una reflexión encaminada a implantar una supermanzana en el barrio

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Bellas Vistas es hoy un barrio céntrico, bien comunicado por transporte público, pero históricamente, creció como un arrabal a las afueras del ensanche norte madrileño (Chamberí). Su original estructura urbana procede de aquel crecimiento orgánico a orillas del carretera “mala” de Francia (Bravo Murillo), y partir de los caminos que unían la ciudad con fuentes de recursos primarios, como el camino de Leñeros procedente de la Dehesa de la Villa, o el paseo de la Dirección (del canal de Isabel II), que acompañaba el canal Bajo, y cuya manifestación más notable es el acueducto de Amaniel en la calle Pablo Iglesias.

El barrio de Bellas Vistas es una pequeña ciudad de unos 30.000 habitantes. Su situación, su tortuoso trazado, su singular tejido urbano y su multiculturalidad, explican este valioso y rico conjunto histórico y cultural, pero al mismo tiempo esta originalidad constituye una vulnerabilidad, al haber sido sometido el barrio a una ordenación urbana deficiente, que ha tenido como objetivo priorizar al automóvil.

La subordinación del espacio público al transporte privado, que ocupa sus estrechas calles con aparcamientos y vías rápidas, constituye un riesgo de salud y seguridad para las personas. Pero esto está cambiando; cada vez un mayor número de ciudades adoptan políticas coherentes con el cuidado de su población. 

Si Madrid es la ciudad entre mil ciudades europeas con mayor carga de contaminación atmosférica por dióxido de nitrógeno (Khomenko et al., 2021), Bellas Vistas con sus calles angostas, viviendas en planta baja y estrechas aceras, se encontraría entre las más expuestas y peor tratadas.

En particular, la infancia es la población más excluida y expuesta a los peligros de la ciudad cochecéntrica. En comparación con otros barrios de la almendra central de Madrid, en Bellas Vistas hay una mayor representación de personas jóvenes (11% hasta 14 años y 29% entre 15 y 29 años). Tal como señala el conocido impulsor del movimiento de la Ciudad de los Niños y las Niñas Francesco Tonucci, los niños son el mejor indicador de la salud de una ciudad. Igual que los gorriones, las golondrinas y otros representantes de la biodiversidad urbana, los niños, cuando dejan paulatinamente de estar presentes en la calle, nos están señalando el deterioro de la ciudad.

Cuesta trabajo ser conscientes y aceptar cómo en las últimas décadas hemos conculcado a los niños este derecho al espacio público. Nuestro barrio está lleno de niños rodeados de raudales de coches sin zonas verdes ni espacios de juego libre. El “interés superior del niño” y el “derecho a ser escuchado” establecidos en la Convención sobre los Derechos del Niño de Naciones Unidas (1990) están siendo sistemáticamente desatendidos.

La carencia de naturaleza es especialmente preocupante desde una perspectiva de salud pública. El Plan de Infraestructura Verde y Biodiversidad del Ayuntamiento de Madrid (2018) señala la escasa presencia de zonas verdes en el barrio, con una disponibilidad de 0,6 m2/Hab, más de 16 veces inferior de la que el mismo estudio señala como la idónea conforme a las recomendaciones de la OMS (10 m2/Hab). En el barrio Bellas Vistas sólo se encuentra el 3% de las zonas verdes de mantenimiento municipal del distrito. Por tanto, no existe un ecosistema verde que pueda contribuir a mejorar la calidad del aire, y los múltiples beneficios físicos y psicológicos asociados a la presencia de vegetación en el entorno cotidiano.

A pesar de ser un barrio con muchos niños, Bellas Vistas presenta la menor accesibilidad a áreas infantiles de todo el distrito. En nuestro caso no reivindicamos la solución en forma de enclaustrados parques infantiles artificiales. Los niños requieren espacios abiertos de juego libre en las proximidades de sus domicilios donde puedan acudir con confianza.

El distrito de Tetuán, al que pertenece Bellas Vistas, presenta el peor índice de desarrollo humano entre los distritos de la almendra central de Madrid según el “Estudio de Salud de la ciudad de Madrid” (Encuesta de salud 2017). Es también el distrito de Madrid con mayor índice de prevalencia de Limitación Crónica de la Actividad Habitual. En conclusión, en Bellas Vistan confluyen su situación céntrica con los indicadores negativos de salud del distrito.

Tiene interés señalar que la mayor parte del vecindario de Bellas Vistas se desplaza en transporte público (50%) y caminando (35%) conforme a los datos de la Encuesta Domiciliaria de Movilidad de la Comunidad de Madrid realizada por el Consorcio de Transporte de Madrid en 2018. Más el 85% de los desplazamientos tanto de origen como de destino en el barrio se realizan a pie y en transporte público. El barrio tiene un índice de motorización muy inferior a la media madrileña: 236 coches por 1.000 habitantes frente a 429 en el conjunto de la ciudad. El automóvil, que representa tan solo el 15 % de los viajes, cuando según los estudios urbanos ocupa aproximadamente entre el 60% y el 80% del espacio público. Viajar en automóvil consume entre 10 y 20 veces más espacio que caminado, en bici o en transporte público (Brau, 2018).    

En algunas calles del barrio, muy transitadas por ser vía de conexión peatonal, como es el caso de la calle Almansa, los viandantes se ven obligados a sortear cubos de basura, en aceras de menos de un metro de anchura, con coches que ascienden por la calle curva a velocidades de 40 km hora. No queda más remedio que admitir que el espacio reservado para los coches es demasiado grande y que el coche, ésto costará reconocerlo, es ineficiente en la ciudad.

 ¿Y qué se puede hacer? Imaginemos un barrio y una ciudad que, como otras grandes ciudades, apostase por la ciudad post-coches, dando preferencia a viandantes, bicicleta y transporte público. Y donde prevaleciese el interés por la naturalización y la biodiversidad urbana, el espacio libre de juego infantil, sin artificios, solo espacio para jugar.

Un grupo de personas, preocupadas por nuestro barrio, profesionales del urbanismo y del medio ambiente, amantes del barrio y sus gentes, estamos en continuas conversaciones con sus habitantes, en espacios vecinales abiertos, asociaciones, en la calle, las plazas, las terrazas de los bares, en un proceso de urbanismo democrático deliberativo. Como resultado: encontramos que es posible mejorar mucho las condiciones de vida de las personas, los espacios de juego de los niños, los lugares de estancia y encuentro, la presencia de vegetación en la calle, lugares para nuestros perros en unas calles más limpias. He aquí el resultado de la deliberación que sometemos a un respetuoso debate público. Admitimos que nos falta todavía consultar más con los niños. Esta será nuestra principal tarea próximamente.

Si algo importante hemos aprendido con la pandemia es nuestra capacidad como sociedad de cambiar costumbres y prioridades. Ahora disponemos de una ventana de oportunidad que tal vez nos permita pasar hacia nuevas formas de cuidarnos como sociedad. Nuestro bienestar y nuestra salud dependen en gran medida de la calidad de nuestro ambiente de vida; y a veces la solución es tan sencilla y está tan cerca que sólo una pertinaz resistencia al cambio puede explicar que aún no hayamos adoptado elementales medidas de higiene urbanística.

Conforme al conocimiento científico, la falta de espacios verdes es la principal causa ambiental evitable de enfermedad. La contaminación atmosférica, causada por el tráfico, así como el sedentarismo debido entre otras cosa a la falta de alicientes para moverse (la gente camina más, en particular los mayores, cuando dispone de entornos más verdes) son factores interactivos con un deficiente desarrollo urbano no pensado para la salud de las personas.

Regenerar el espacio público y por consiguiente mejorar las condiciones ambientales, económicas y sociales exige/requiere, en primer lugar, evitar el tráfico de paso y la circulación errática en busca de aparcamiento, y fijar la preferencia peatonal y el tráfico compatible con el desplazamiento a pie. A continuación, este espacio liberado abrirá las posibilidades de rediseño del uso de los lugares públicos del barrio.

Bellas vistas es un candidato ideal a adoptar una medida implantada con gran éxito en diferentes ciudades en España y en el mundo: la CÉLULA URBANA COMPACTA o SUPERMANZANA. Se trata de invertir las proporciones entre el espacio ocupado por el vehículo y por el resto de los usos dando prioridad a la salud y el bienestar. El barrio de preferencia peatonal y tráfico lento queda protegido de la circulación por vías más rápidas que lo circundan. Y esa solución es la que deseamos.

  • El primer paso es bien sencillo: mediante una adecuada señalización el tráfico que atraviesa el barrio utilizando las vías interiores a modo de atajo pasa a ser eliminado mediante bucles circulatorios encaminados a facilitar el acceso local. El tráfico de paso se canaliza por las calles exteriores, quedando las calles del barrio para el servicio de vehículos de carga y descarga, y de residentes. Será necesario ampliar la zona de calles de plataforma única a todo el núcleo histórico de Bellas Vistas redefinir las zonas de reducción de velocidad y calles de sentido único con doble sentido para bicicletas.
  • En segundo lugar y de forma inmediata el espacio liberado en las calles interiores se destina a la movilidad peatonal y con vehículos que requieran poca ocupación de la vía pública y no impliquen segregación de los viandantes, así como a lugares de encuentro y convivencia, al juego de los niños o la estancia de adolescentes. Esto se logra mediante la instalación de elementos de mobiliario urbano como jardineras, asientos, etc.
  • Los nuevos espacios públicos orientados al fortalecimiento de la cohesión social requieren el fomento de espacios verdes y equipamientos adecuados. Una tercera etapa debe consistir en la introducción de elementos de reverdecimiento, adecentamiento y embellecimiento de las calles con objeto de promover el bienestar y la biodiversidad urbana en el espacio liberado.

 

Por nuestra parte, este grupo de vecinas seguimos reflexionando sobre nuestro barrio, de encontrar soluciones que lo hagan más amable y habitable. Una acción muy relevante en el inicio del proceso debería consistir en la peatonalización y pacificación del tráfico en torno a los colegios del barrio. Poner a los niños en el centro permitirá aplicar un termómetro al proyecto verificando si se satisfacen las necesidades verdaderamente reales. Si la ciudad funciona bien para los niños será buena para todos.

 

HABLA TETUÁN

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