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Tablada 25: la buena salud de los locales de ensayo donde cupieron La Movida, Leño y el Muelle

Arturo Pozuelo, actual director de Tablada 25, posando junto al "Muelle" que hay en una de las salas de ensayo

Luis de la Cruz

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Estamos empezando 2025 y en Somos Tetuán aún no habíamos dedicado el artículo que se merece a Tablada 25, los míticos locales de ensayo que este año cumplirán 45 años abiertos. Detrás del gran portón metálico del edificio, situado en el número y la calle que el nombre señala, se abre un gran complejo de cuevas mágicas  –antes fue una fábrica de zumos– donde se han cocinado un buen número de canciones adheridas al imaginario sonoro de este país. Recientemente, se ha aprobado señalizarlo con una de esas placas municipales que dan carta de naturaleza a los lugares que son ya patrimonio de todos.

Pepe Robles e Hilda Gómez fueron los capitanes de las primeras cuatro décadas de música en la calle Tablada. Cuando lo abrieron como cooperativa –al principio con otros compañeros– aquello era el viejo Tetuán, repleto de casas bajas. Hoy queda en frente uno de los último cogollitos de casitas de un piso que recuerdan aquella época –sobre ellas se alzan las silueta de las Cuatro Torres– pero Tetuán ha cambiado hasta ser casi irreconocible y lo que entonces fue una cuña vanguardista se ha convertido ya en historia de la barriada. Y de la música española.

Charlamos distendidamente con Arturo Pozuelo, actual director de Tablada 25, en su saloncito, junto a una pequeña barra que da servicio a los músicos. Ha puesto de fondo un disco de blues de Albert Collins, “es precisamente de 1980 ”, explica recordando que ese año abrió sus puertas Tablada 25. A nuestro alrededor hay guitarras eléctricas, cuadros y pósters que presumen de toda la gente ilustre que ha ensayado allí. A simple vista alcanzo a distinguir a Micky, Leño o Los Rodríguez. Podríamos sumar a Cucharada, Pistones, Mermelada, Miguel Ríos, Las Grecas o Alaska y los Pegamoides, entre muchos otros.

Pozuelo explica cómo llegó el negocio a su vida. “Yo conocía Tablada porque había venido alguna vez a ensayar y me acerqué a comprar un plato para una batería. No me lo llevé porque no me valía, pero según me iba tuve un pálpito, me di la vuelta y le pregunté a Hilda si seguían traspasando el negocio. Tuvimos una conversación y me lo quedé. Les debí caer en gracia porque había otras personas interesadas”.

Los principios no fueron fáciles. “Cojo los mandos de Tablada el 6 de marzo de 2020 y el 13 tenemos que cerrar por el confinamiento”. Después de una primera semana de subidón, un músico llamó a Arturo y le dijo que encendiera el televisor. Allí, en la pantalla, estaba el presidente del gobierno. “Me he buscado la ruina, pensé”, rememora Arturo.

Pero la familia de músicos de Tablada llegó al acuerdo de que nadie abandonaría el barco y él pudo negociar una rebaja del alquiler con la casera. Luego, llegó una “nueva normalidad” que casaba mal con la música: las mascarillas y los aforos reducidos en los locales de ensayo. Pero aquí están, celebrando los 45 años de vida

La llegada de Arturo a las salas fue un alivio para mucha gente del ambiente musical, que temía que el traspaso terminara con los locales convertidos en otro negocio más acorde con el tsunami inmobiliario en marcha. Otros locales de ensayo no pudieron sobrevivir a la pandemia, de hecho.

Arturo hizo entonces una pequeña reforma para poner los locales al día y darles luz. Ahora, ha vuelto Ana Curra a ensayar, y continúan haciéndolo Los Enemigos, Def Con Dos y otros grupo de nivel, que coinciden con bandas que aspiran llegar a ser tan grandes como ellos o, simplemente, a disfrutar de la música.

Piensa que la placa puede darle un nuevo impulso también. “Me animó a solicitarla Fernando Argüello, el hermano del mítico grafitero Muelle, después de que pusieran la suya en el barrio de Campamento”. Cuenta con humor que insistió mucho para lograrlo. “Como Tim Robbins en Cadena Perpetua, que se dedica a mandar cartas a las bibliotecas durante años. No le hacen caso hasta que, de repente, llegan todos los libros que ha pedido de golpe”.

Y así fue. Recibió una llamada de la Junta de Distrito para decirle que al día siguiente se pasaría por allí la concejala presidenta de Tetuán, que salió de los locales con la camiseta de Tablada 25 puesta. Pocos días después, la colocación de la placa fue aprobada por unanimidad en la Junta de Distrito de Tetuán.

Muelle es, por cierto, una de las ánimas con rastro en Tablada. Juan Carlos Argüello, Muelle, ensayaba con su grupo de punk Salida de emergencia en la sala 16, donde se conserva una gran firma original pintada con espray en la pared. Hay, además, otros recuerdo suyos, como una firma con rotulador sobre una fotografía o una intantánea suya.

Pero Tablada 25 es un ente vivo. El día empieza a las 10.30 –Arturo llega antes para tener todo en orden– y acaba a las 10 de la noche. Por la mañana acuden los grupos profesionales cuando tienen que ensayar y algunos profesores. Pero por la tarde es cuando aquello coge ambiente y los fines de semana el trasiego es continuo.

“Ayer, por ejemplo, vinieron dos chicos de Rock a la par, un grupo cuyos integrantes tienen discapacidad intelectual, Dani Summers (hijo del cantante de Hombres G) y Kike Román. Saqué las guitarras, un piano y aquí estuvimos haciendo música. Nunca sabes qué va a suceder por las tardes en Tablada”, cuenta Arturo con palabras que delatan su enamoramiento con el espacio.

Hubo un tiempo en el que en Tablada 25 se celebraron conciertos más allá de las actuales improvisaciones. Había un escenario donde tuvieron lugar grandes actuaciones, que cesaron para asegurar el descanso de los vecinos “Aquí han tocado grupos como Los Secretos o Leño, entre muchos otros, hay carteles de aquellos conciertos”, explica Arturo.

La fama del sitio ha llegado hasta sitios inesperados. A veces llegan por sorpresa musicazos que pasan por España y han escuchado hablar de Tablada. “Hace poco vino Fidel Nadal [ex Todos tus muertos], un rastafari argentino que ha estado nominado a Grammys. En ese momento no sabía quién era”, cuenta el director de los locales.

La intención de Arturo es que Tablada 25 acabe siendo un museo. Reliquias no faltan, pero sabe que podrían ser más. “Hace poco estuvieron rodando aquí un documental sobre la vida de Antonio Flores, que ensayaba en el local 3, y Antonio Villa, su cuñado, me lo decía, que la gente se va a brindar a ceder más cosas”, relata mientras enseña un viejo premio concedido a Enrique Urquijo.

 Poco después, señala una vetusta funda de bajo con una calavera dibujada que Nacho Canut regaló en su día a Ferni Presas (Gabinete). “La he visto en muchas grabaciones de la época”, comenta, y añade que Tablada 25 tiene un sótano sin utilizar que ambiciona poder acondicionar como sala polivalente y museo.

Después de la charla, Arturo nos enseña todo el espacio, señalando con auténtica devoción cada uno de los carteles o fotografías de época que adornan los pasillos que dan paso a los locales. Visitamos, por ejemplo, el número 2, donde ensayaban Gabinete Caligari. “Ferni Presas y Edi Clavo siguieron viniendo a tocar mucho tiempo después de que se disolviera el grupo. Hasta la pandemia no se movieron del local, estuvieron desde el principio del todo hasta 2022”, explica.

Una prueba del destilado musical que encierran las paredes de Tablada 25 está en YouTube. Con un poco de paciencia, uno puede encontrar conviviendo allí las escenas que Almodovar rodó para Laberinto de pasiones con una entrevista reciente a Sidonie o con los ensayos de un montón de grupos emergentes. Tablada 25 tiene historia, pero también vida. A la pátina cultural acumulada durante décadas, Arturo va añadiendo sus propios fetiches, como las fotos en blanco y negro de su padre (que fue músico) o una vieja cinta pirata de la Polla Récords que compró en su día en El Rastro. Y cuenta que no tiene intención de moverse del lugar hasta al menos los setenta años. The show must go on, parece.

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