El gobierno bipartito de PP y Ciudadanos en el Ayuntamiento de Madrid no se pone de acuerdo en una parte nuclear de las políticas contra la contaminación: qué hacer con los coches de combustión menos contaminantes. La principal discordia entre los dos socios tiene como eje los vehículos con etiqueta C de la Dirección General de Tráfico. Esto es, los gasolina posteriores a 2006 y los diésel a partir de 2014.
Esta semana, la vicealcaldesa, Begoña Villacís, amenazaba con unirse a la oposición para tumbar el recorte de Madrid Central que abriría la zona de bajas emisiones a estos coches siempre que tengan dos o más pasajeros. Es el frente más acusado que mantienen abierto a los dos partidos pero no el único. Existe otra guerra, menos mediática pero igualmente relevante, relacionada con las ayudas municipales para cambiar los vehículos por otros más sostenibles.
El alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, anunció en noviembre que destinaría 200 millones de euros para la renovación de flotas en cuatro años, 25 de ellos para los conductores que cambien su coche particular sin distintivo por otro Cero, Eco o C. En reuniones internas, el delegado de Medio Ambiente, Borja Carbante, y el propio regidor defienden incluir, como ya se avanzó, a los vehículos con etiqueta C en las ayudas porque “contaminan muy poco”. Pero Ciudadanos no comparte esta tesis y defiende que los coches de combustión diésel más nuevos, aunque menos, siguen emitiendo gases a la atmósfera. El tráfico rodado es el principal causante de la presencia de dióxido de nitrógeno (NO2), un gas dañino para el sistema respiratorio que sale de los tubos de escape.
El debate continúa caliente en el Palacio de Cibeles. Carabante confirmó el martes que todavía no se ha decidido qué vehículos se incluirán en las subvenciones y que la previsión es hacer públicas las bases en el mes de febrero.
Si pesa más el criterio del PP, habida cuenta de que el área de Medioambiente le corresponde, el Ayuntamiento de Madrid sería un ejemplo anómalo como administración en la gestión de estas ayudas. Ni el Ministerio de Industria, a través del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía, ni la Comunidad de Madrid -gobernada también por el PP- incluyen a los coches con distintivo C en su línea de subvenciones. La administración regional sí recoge a los híbridos en las convocatorias (Eco) y no solo a los eléctricos puros (Cero).
“A los vehículos C se les ha dado un logo como si fueran coches limpios y no lo son. Por eso en Madrid Central, hasta ahora, no han podido entrar. Es cierto que es una cierta mejoría respecto a los coches más antiguos, pero no es la solución”, considera Nuria Blázquez, coordinadora de Transporte en Ecologistas en Acción. La experta advierte de que “las ayudas dan una señal al consumidor sobre por qué vehículo apostar y dar un apoyo a los C es como validarlos como limpios”.
Un estudio reciente de la organización Transporte and Environment concluye que los modelos diésel más modernos -entre ellos la versión diésel del todoterreno urbano más vendido en España, el Nissan Qashqai- reducen las emisiones de NO2 pero no solucionan el problema de las partículas finas (PM2,5 y PM10), el compuesto más dañino para la salud, según los especialistas, que sale de los tubos de escape de estos coches de combustión.
El mejor escenario: solo para coches eléctricos
Los ecologistas y los técnicos coinciden en que la clasificación creada por la DGT con las etiquetas es bastante “discutible”. Para Jesús Casanova, catedrático por la Universidad Politécnica de Madrid en Motores Térmicos, “no parece coherente subvencionar los Eco y no los C, desde un punto de vista técnico, porque contaminan parecido”. El experto asegura que el mejor escenario sería extender las ayudas solamente a los vehículos eléctricos. “Debería ser la prioridad”, dice.
En este sentido, Blázquez expone otra variable del problema: los vehículos son cada vez más grandes y eso implica que consumen más (en el caso de los que son de combustión interna). “En el caso de los híbridos, en el mismo espacio metes dos motores y tal vez no es el tamaño óptimo”, señala.
La autonomía de los coches eléctricos es otro asunto de debate en el Ayuntamiento para decidir qué alcalde tendrá la línea de ayudas. La ciudad dispone de una escasísima red de puntos de recarga de los que depende la movilidad de estos vehículos, que son los más caros del mercado.
Por eso, Ecologistas en Acción también se pregunta a quiénes van a ir dirigidas las ayudas. “Tal vez sería mejor que se dedicara al transporte público, a infraestructura ciclista... Tenemos que ir hacia la descarbonización del transporte y nuestra aspiración es que haya menos coches”, apunta la coordinadora de Transporte de la entidad.
El Ayuntamiento de Madrid está tomando medidas para vetar el centro a los coches más contaminantes. El 1 de enero de 2020 se puso en marcha la prohibición a los vehículos A, sin distintivo, de circular dentro de la zona de bajas emisiones (ni siquiera con invitación) y de aparcar en las zonas de Estacionamiento Regulado (SER) de toda la ciudad.
Estas políticas estaba incluida en el Plan A de Manuela Carmena, en vigor todavía, pero ha sido aplicada por el Gobierno de José Luis Martínez-Almeida, que ha hecho una calendarización más detallada para sacar progresivamente a estos vehículos de la ciudad. En 2025 su circulación no estará permitida en toda la capital.