Vox cierra en Colón la campaña de la xenofobia y la provocación con el reto de sumar junto a Ayuso

Laura Galaup

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Vox se envuelve de nuevo en la bandera de España para cerrar en una plaza de Colón abarrotada su campaña más polémica. Su programa electoral ha consistido en un decálogo de medidas populistas y xenófobas. La principal propuesta económica repetida por la candidata autonómica, Rocío Monasterio, en todos su actos públicos se fundamenta en la disminución del número de diputados autonómicos, bajar todos los impuestos y eliminar las restricciones contra la pandemia en la Comunidad de Madrid. 

Su exiguo programa lo han compensado con una campaña repleta de provocaciones. A base de ellas ha logrado un hueco a la derecha de Isabel Díaz Ayuso. Hasta el acto que organizaron en Vallecas, después de llamar “estercoleros multiculturales” a los barrios obreros, los de Santiago Abascal estaban desaparecidos y todos los focos apuntaban a la presidenta-candidata. Con ese mitin que concluyó con cargas policiales y lanzamiento de objetos y piedras a los agentes, consiguieron que la actualidad política volviese a girar a su alrededor. 

A partir de ahí, la actitud desafiante de Monasterio en el debate de la Cadena Ser, junto al mensaje xenófobo diseminado en todos sus actos ha contribuido a que polémica tras polémica la formación de extrema derecha haya tenido un papel en la campaña sin aportar propuestas y con un tono agresivo contra sus adversarios de izquierdas. Han llegado a pagar una campaña en la estación de Cercanías de la Puerta del Sol atacando a los menores extranjeros no acompañados (MENA). Y han llegado a cuestionar las amenazas de muerte vertidas contra el candidato de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, el ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska, y la directora de la Guardia Civil, María Gámez. A este episodio, Abascal se ha referido en el acto con el que ha cerrado la campaña bajo el calificativo de “sainete balístico”.

Este domingo, los de Abascal han regresado a Colón, su plaza talismán, donde consiguieron que PP y Ciudadanos legitimasen su discurso al retratarse conjuntamente las tres derechas por primera vez, cuando Vox solo tenía representación en Andalucía, y el lugar escogido también por la formación de Abascal para cerrar sus dos últimas campañas nacionales. Es la única formación política que reivindica el trío de Colón años después. En esa plaza han vuelto reunir a varios millares de seguidores.

Media hora antes de que empezase el mitin las sillas dispuestas por la organización — 3.000 aseguraba la formación de extrema derecha — ya estaban ocupadas y centenares de seguidores se congregaban de pie alrededor de los asientos colocados por Vox. Los intervinientes en el acto, el diputado catalán Ignacio Garriga, la candidata autonómica, Rocío Monasterio; y el presidente del partido, Santiago Abascal, han enmarcado los comicios del 4 de mayo en clave nacional, asegurando que esperan que “sea el principio del fin del Gobierno de Pedro Sánchez”, calificado en varias ocasiones como el “de la ruina y la miseria”.

Insultos de los seguidores de Vox a Pablo Iglesias

Los representantes de Vox han insistido en que el objetivo en estas elecciones “es evitar que la izquierda entre en el Gobierno madrileño”. En sus intervenciones han criticado duramente a las formaciones progresistas, llegando a asegurar que “Sánchez gobierna ilegítimamente la nación española”. Aunque los descalificativos más insultantes han ido dirigidos contra Pablo Iglesias, contra el que los seguidores de Vox han llegado a corear “rata” ante la impavidez de Abascal. “¿Qué nos encontramos nosotros cuando entramos en las redes sociales? Y tenemos más derecho para quejarnos”, ha asegurado, a pesar de que unos segundos antes había destacado que “no le gustan los insultos”.

Aprovechando que uno de los episodios más polémicos de la campaña ha sido protagonizado por su candidata, el presidente de Vox ha vuelto a recordar lo sucedido en el debate de la Cadena Ser para homenajear a Monasterio y continuar con sus descalificaciones hacia el líder de Unidas Podemos. Sin mencionarle, Abascal ha agradecido que su representante autonómica defienda sus ideales frente a aquellos que “se van lloriqueando con el rabo entre las piernas cuando una mujer libre le lleva la contraria”.

Como ha sucedido en los actos de campaña, la candidata ha intervenido antes que Abascal y con un discurso más corto que el de su jefe de filas. En su intervención, la arquitecta ha señalado que el día 4 de mayo los electores escogen entre “el Madrid que defiende el producto local frente a la competencia desleal de los manteros, que van en las listas de la extrema izquierda de Pablo Iglesias”. “Elegimos el Madrid hostil con los de casa o el Madrid de la prioridad de los nacionales en las ayudas sociales”, ha apuntado Monasterio, agitando de nuevo el discurso de los españoles primero.

En su intervención, Abascal se ha dirigido al resto de candidatos de formaciones de izquierdas. Al líder socialista le ha llamado “Biden Gabilondo”, en referencia al presidente de Estados Unidos. Y ha “agradecido que se quite la careta” tras dirigirse a Iglesias en el debate de Telemadrid y apuntar que “tenían doce días para ganar” las elecciones. Los candidatos de Más Madrid también han estado en el disparadero del presidente de Vox por llamar a su formación “Más País” y no “Más España” . “¿Si no se atreven a decir Más España cómo van a representar a los españoles?”, ha añadido.

Sin menciones a Ciudadanos y burlándose de Ayuso por su comentario sobre la libertad madrileña y los encontranazos en Madrid con las exparejas, el presidente de Vox ha cargado contra Pablo Casado por “estar en la equidistancia frente al Gobierno de Sánchez”. Para Abascal la actitud del presidente del PP “va camino de convertirse en la veleta azul” porque ha dicho “que quiere ser un cruce entre la señora Ayuso y el señor Núñez Feijoo”.

A lo largo de la campaña, las críticas a la presidenta han sido muy tenues. Abascal ha recordado en su discurso que en la pandemia han muerto millares de ancianos, “en las residencias abandonados” y “sin poder recibir el beso de un hijo”, cuando trataba de culpar al Gobierno de Sánchez de la cifra de fallecidos por Covid. No ha explicado que durante la primera ola en la Comunidad de Madrid fallecieron el 18% de los usuarios (7.690) de geriátricos. Tampoco ha recordado que el Gobierno autonómico impulsó un triaje que impidió que los residentes fuesen derivados a los hospitales.

El presidente de Vox no ha aludido a una de las medidas más criticadas adoptadas por el Ejecutivo de Ayuso en este último año y que se encuentra bajo investigación judicial. La formación de extrema derecha es consciente de que la candidata del PP tiene un perfil y un estilo muy atractivo para los seguidores de Abascal. “Creo que Ayuso está arrasando con un tipo de retórica, programa y estilo muy parecido al de Vox. Ayuso está ganando voxizándose”, alerta el investigador Guillermo Fernández-Vázquez y autor del libro Qué hacer con la extrema derecha en Europa (Ed. Lengua de Trapo y ctxt.es). Aún así, Monasterio ya ha asegurado que no tendrá “ningún problema en ponerse de acuerdo” con la candidata del PP. En Vox son conscientes de que su futuro electoral y su capacidad de influencia está vinculado al resultado que los populares obtengan este martes.

Desde que empezó la campaña Vox ha conseguido mejorar su proyección demoscópica, la candidatura de Monasterio arrancó con algunos sondeos que le situaban a pocas décimas de no conseguir representación en la Asamblea de Madrid. Conforme han avanzado las semanas, han ido revertiendo la tendencia. Según el promedio de encuestas actualizado de TheElectoralReport para elDiario.es, la formación de extrema derecha sería la cuarta fuerza más votada —por delante de Unidas Podemos y Ciudadanos— con el 9,3% de voto y 13 (entre 8 y 18) escaños. Hace dos años Monasterio entró por primera vez en el parlamento autonómico junto a once diputados. El escenario descrito por las últimas proyecciones de las encuestas apuntan a una holgada victoria del Partido Popular de Isabel Díaz Ayuso, que tendría muchas posibilidades de gobernar gracias a los apoyos de los diputados de extrema derecha.