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Sobre este blog

Carlos Elordi es periodista. Trabajó en los semanarios Triunfo, La Calle y fue director del mensual Mayo. Fue corresponsal en España de La Repubblica, colaborador de El País y de la Cadena SER. Actualmente escribe en El Periódico de Catalunya.

La izquierda tiene que ser algo más que buenista con la inmigración

Sahra Wagenknecht

Carlos Elordi

“Hace falta un nuevo discurso para parar a la ultraderecha”

El lanzamiento del movimiento Aufstehen ('En pie') por parte de Sahra Wagenknecht, copresidenta del grupo del partido izquierdista Die Linke en el parlamento alemán, ha tenido un amplio eco en toda la prensa europea. Porque es la primera concreción orgánica de una reflexión que atraviesa a no pocos partidos de la izquierda, particularmente a los de aquellos países en los que la ultraderecha ha crecido y crece en torno a un discurso xenófobo contra los inmigrantes.

Wagenknecht, que lleva varios años defendiendo su posición en contra de la mayoría de su partido, cree que la izquierda tiene que oponerse al laxismo del gobierno germano en materia de inmigración y que es necesario endurecer las condiciones de entrada y de estancia en el país. Parece claro que su propuesta tiene como objetivo frenar el crecimiento electoral de la ultraderecha alemana (AfD), que en los últimos años ha quitado significativos porcentajes de voto a Die Linke.

El debate crítico sobre el 'buenismo' de la izquierda con relación a la inmigración también está abierto en Italia tras el éxito político de la ultraderechista Lega de Matteo Salvini que no deja de crecer en los sondeos, particularmente a costa del Movimento 5 Stelle, pero también del Partito Democratico de centro izquierda. Massimo Recalcati, un conocido intelectual no precisamente de derechas ha publicado este miércoles un largo artículo dedicado a la cuestión en La Repubblica, un diario que siempre ha estado próximo al PD.

"La política, lúcida y sin prejuicios, de Salvini – dice Recalcati- ha sabido transformar a la Lega de un movimiento popular vinculado a una etnia y a un territorio concreto, en un verdadero partido nacional. ¿Qué ha hecho posible ese éxito? En términos psicoanalíticos, Salvini ha sabido explotar la pulsión securitaria que para Freud es la base de toda psicología de masas".

"La defensa de la propia identidad, el rechazo del extraño, el enroque frente a la amenaza del extranjero, antes que xenofobia o racismo es, guste o no, una inclinación fundamental del ser humano. La filosofía política que olvide ese dato corre el riesgo de ser idealismo impotente. Una de las leyes fijadas por Freud como determinantes para regular nuestra vida psíquica es, justamente, la de la dura defensa del propio equilibrio interno y de los propios límites. Salvini gana fácilmente porque ha elevado esa tendencia básica de la vida pulsional a la dignidad de la acción política".

"La izquierda se equivocaría una vez más si no tuviera en cuenta esta realidad 'demasiado humana' invocando a Europa como antídoto universal. En política el universalismo siempre tiende a perder frente al particularismo. La fuerza mediática de Salvini consiste en acorralar a Europa frente a sus responsabilidades concretas. Desafía a una Europa solo de papel en nombre de la concreción realista de las pulsiones securitarias. Y la izquierda no podrá batir a esa oleada reaccionaria invocando un deseo abstracto de Europa, porque el deseo sin pulsión se queda, como enseña el psicoanálisis, en algo totalmente vacío".

"La política tiene el deber de medirse con esas cristalizaciones de las pulsiones sin ignorar su peso específico para darles una salida distinta de la del populismo o la pura instrumentalización reaccionaria. De lo contrario, la palabra Europa corre el riesgo de terminar como la de Hombre. Es decir, de convertirse en un puro artificio retórico, una abstracción vacía de contenido, un deseo alejado de la base material de la pulsión. No existe el Hombre con H mayúscula. Existen los hombres de carne y hueso. No existe una Europa alejada de sus pueblos, de sus diferencia, de sus territorios".

"La Lega que funda el nuevo partido de la nación cabalga sobre la pulsión securitaria, olvidando sin embargo que sin deseo genera odio y destrucción. La izquierda no debe oponer el deseo –el sueño- a la pulsión. Debe tratar de leer la pulsión sin esnobismo, como obsesión legítima para sus intereses parciales y territoriales. Pues si no corre el riesgo de dejar que la canalización de la pulsión securitaria únicamente emprenda el camino del odio y de la laceración".

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Carlos Elordi es periodista. Trabajó en los semanarios Triunfo, La Calle y fue director del mensual Mayo. Fue corresponsal en España de La Repubblica, colaborador de El País y de la Cadena SER. Actualmente escribe en El Periódico de Catalunya.

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