Al cumplirse 10 años de su implantación, el permiso de conducir por puntos ha visto mermada su eficacia en la lucha contra la siniestralidad, que se ha acrecentado ligeramente en los últimos tiempos. Pere Navarro y Jordi Jané, dos de los grandes impulsores del sistema, abogaron ayer por reformarlo y mejorarlo para reencauzar esta situación.
La Fundación Pons reunió en una jornada celebrada en su sede de Madrid a las “viejas glorias” –en expresión de uno de los protagonistas, Pedro Calvo– involucradas de forma directa en la puesta en marcha del carné por puntos allá por 2006. Además de los citados, acudieron al llamado de la entidad Ramón Ledesma, responsable entonces de Ordenación Normativa de la DGT; Antoni Riu, autor del diseño de los cursos de recuperación de puntos; y Chantal Perrichon, que compartió con los anteriores la experiencia francesa en la materia.
Jordi Jané, portavoz de la Comisión de Seguridad Vial del Congreso que sacó adelante el proyecto y hoy conseller de Interior de la Generalitat de Cataluña, señaló en el foro que el permiso por puntos está necesitado de un “marco de novedad” que lo revitalice y animó a todos los actores implicados a “buscar métodos” para reducir de nuevo las tasas de siniestralidad.
Jané es partidario de “adaptar los cursos de recuperación al perfil del conductor”, para discriminar a los reincidentes de los despistados, así como de perseguir con especial celo las distracciones –relacionadas con el 30% de los accidentes– y establecer la educación vial como contenido obligatorio en la escuela. También propone elevar el nivel de exigencia a los conductores dado que los coches son ahora mucho más seguros.
Pere Navarro, exdirector general de Tráfico, puso de manifiesto que, a diferencia de los países más desarrollados de nuestro entorno, España no ha revisado el carné por puntos en sus 10 años de vigencia, e instó a hacerlo ante la magnitud de un problema social que implica la muerte de más de 1.600 personas al año.
Coincidente con la conclusión general de que el sistema ha resultado muy satisfactorio, Navarro destacó como claves de ese éxito que el proyecto fue elaborado por los mismos técnicos que lo iban a aplicar, la más o menos rápida incorporación de los municipios y el apoyo de la sociedad, sin la cual el permiso no habría contado con la necesaria credibilidad.
El antiguo responsable de la DGT y actual patrono de la Fundación Pons recordó que la siniestralidad se redujo en nuestro país en cuanto se comenzó a hablar del carné por puntos en los medios de comunicación, meses antes de la entrada en vigor, el 1 de julio de 2006. Subrayó además que “las leyes eran las mismas” antes y después de la implantación: “Lo que cambió es que comenzaron a cumplirse”.
Para Ramón Ledesma, verdadero factótum del sistema ahora enrolado en el asesoramiento de administraciones latinoamericanas interesadas en reducir sus sangrantes cifras de siniestralidad, lo determinante para rebajarla en España no fue el carné en sí, sino la sensación de que la impunidad en la carretera se había terminado. En sus palabras, que hace tiempo tenemos grabadas a fuego: “El que la hace, la paga, y además rápido”.