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Pablo Puey (Stellantis): “No nos hemos precipitado con la electrificación. Liderar implica riesgos”

Pablo Puey es máximo responsable de Stellantis Iberia desde febrero.

Pedro Urteaga

El bonaerense Pablo Puey ha tomado en el mes de febrero las riendas de Stellantis Iberia después de cinco años llevando las del mercado portugués y de una trayectoria de 25 años en el grupo PSA, uno de los dos socios que conformaron el consorcio automovilístico en 2021. Hasta ahora no se había expuesto demasiado públicamente, razón por la que su alocución en el marco del Stellantis Electrification Day era esperada con notable expectación.

El discurso de Puey se aparta sensiblemente del habitual en los mandatarios españoles del sector, instalados en general en una serie de mantras repetidos hasta la saciedad y amplificados en los últimos tiempos por la ralentización del mercado eléctrico. “La reducción del CO2 y la huella de carbono es un camino que no tiene retorno -señala el ejecutivo argentino-; se trata de un compromiso medioambiental necesario” con el que Stellantis se identifica plenamente y para el que postula como “un actor fundamental” tanto en España como a nivel global.

“Queremos no solo cumplir las normas (y, por supuesto, no pagar multas de la Unión Europea), sino estar tranquilos con las generaciones futuras. Pretendemos llegar lo más lejos posible y liderar este cambio a la movilidad eléctrica”, prosigue Puey.

Con todo, es consciente de que España se encuentra 10 puntos por debajo de la media europea en electrificación y de que el mercado eléctrico puro no llega al 5%. Sin embargo, a su juicio, “el mayor problema es el parque antiguo, no hay ninguna duda sobre esto; y el problema es no hacer nada: no haciendo nada, lo que tenemos es un parque de 14,2 años como promedio (dos años más viejo que el europeo) y el consiguiente crecimiento de las emisiones”.

A este respecto, recuerda que el 59% de los turismos de nuestro país posee la etiqueta B o carece de distintivo, porcentaje que roza el 68% en el caso de los vehículos comerciales. Solo el 1,5% de estos últimos es beneficiario de una de las dos mejores etiquetas, Eco y 0 emisiones, al ser híbridos enchufables o 100% eléctricos.

Modular la velocidad del cambio

Pablo Puey, que ha aprovechado la convocatoria para desmentir que quiera presentarse a la presidencia de la patronal Anfac -vacante desde la dimisión de Wayne Griffiths-, se niega a creer que el grupo se haya precipitado en sus planes de electrificar completamente el catálogo de sus diferentes marcas. A ello da una explicación casi de principios, más que económica o empresarial: “Stellantis pretende liderar el cambio a la movilidad eléctrica, y liderar implica asumir riesgos, lo que supone tomar decisiones, invertir antes -asevera-. Había un camino que estamos transitando y ahora estamos en condiciones de decidir la velocidad de ese cambio”.

En un rapto de sinceridad raro de ver, el directivo asegura que cualquiera que trabaje en el automóvil en estos tiempos debe aprender a admitir que no sabe lo que va a pasar, después de una pandemia, una crisis de suministros y mil avatares más sucedidos en poco más de cuatro años. “Cuando llegué aquí en febrero estaba seguro que el mercado de eléctricos iba a crecer rápidamente, y ahora de hecho está decreciendo. Ante esto, lo mejor de nuestro grupo es la flexibilidad y la capacidad de adaptación: hoy disponemos de 65 modelos electrificados de 11 marcas distintas. Recientemente hemos añadido la tecnología mild hybrid y, en cualquier caso, nos adecuaremos al contexto que se presente”, reflexiona.

Políticas estables

Qué mejor demostración de esa agilidad, a su criterio, que la transformación de las plataformas STLA del consorcio, concebidas en principio como exclusivas para modelos eléctricos y reconvertidas ahora en plataformas multienergía. “A mí me gusta estar en un grupo que se anticipó a la transición eléctrica”, concluye Puey. En el caso concreto de España, aboga por contribuir entre todos a empujar la movilidad sostenible “si realmente queremos un futuro de menos emisiones”.

Sobre la prórroga del Plan Moves, resalta la importancia de contar en cualquier país con “políticas que sean estables, sin vaivenes que confunden al usuario, sobre todo en un contexto cambiante y caracterizado también por la confusión acerca de la tecnología. Ampliar el Moves es, pues, una buena noticia, aunque sería mejor que las ayudas se cobraran de manera más ágil”.

Tiene muy fresco el recuerdo de Portugal, que no tiene en absoluto por “un país menos burocrático que España”, solo que se ha dotado de una política mucho más ágil a este respecto y especialmente con las empresas. “Una empresa que compra allí un coche eléctrico se deduce el IVA inmediatamente, sin presentar nada. Las políticas simples e inmediatas evitan tener que inventar productos financieros que compensen” las carencias de determinado plan y “den tranquilidad al cliente”.

Con respecto a los aranceles a los modelos eléctricos chinos, Puey indica que no han hecho ninguna simulación del impacto que aquellos pueden tener en sus ventas “porque con un 4,6% de parque eléctrico no tiene mucho sentido hacerlo”. El director de Stellantis Iberia está convencido de que “el mercado eléctrico tiene que crecer en nuestro país sí o sí, con o sin ayudas, con o sin aranceles”. Como es obvio, los niveles en que se halla ofrecen un potencial de crecimiento enorme.

Para remar en esa dirección, el consorcio se dispone a comercializar en la segunda mitad del año sus propios coches chinos, merced a la joint venture suscrita con Leapmotor y a los permisos para producirlos y ponerlos a la venta en Europa. Además, ha lanzado otros modelos eléctricos muy económicos como el Citroën ë-C3 -seguramente el eléctrico más asequible de los producidos en el Viejo Continente- y, como última iniciativa, ha decidido duplicar las ayudas del Moves durante el mes de julio. “Estamos aquí para competir y hacer crecer el mercado electrificado”, sentencia Puey.

Preparados para la ‘explosión’

Un primer clic que podría hacer cambiar las cosas sería, según el ejecutivo, que los hogares con dos coches dieran el paso de que uno de ellos fuera eléctrico. “Yo me daría por satisfecho ahora mismo si empezamos por convencer a estas familias”, afirma, pues de ese modo se pondría en marcha el círculo virtuoso deseado por todos: “Crece el mercado, baja el precio de las baterías, los vehículos se abaratan…”.

Después de eso, las personas que se lanzan a probar el coche eléctrico “se vuelven embajadores de la tecnología”, aumenta la infraestructura de recarga, con lo que “el usuario se siente soportado” y espanta temores, y por último conducir un eléctrico se convierte en algo normal. “Ahí se produce el quiebre, y sin duda va a existir en España”, vaticina Puey.

Stellantis quiere estar preparado para cuando llegue ese momento de ruptura y, entre tanto, seguirá vendiendo modelos mild hybrid -con los que reconoce que han llegado tarde al mercado- y de otras tecnologías. “Vamos a por todas: cuando se dé esa explosión, seremos los primeros en beneficiarnos gracias a que nos hemos sabido adaptar”, concluye el directivo al frente de Stellantis en nuestro país.

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