Los costes de la COVID-19 en los jóvenes: “Han aumentado los problemas psicológicos del tipo trastorno obsesivo compulsivo, ansiedad o sintomatología depresiva”
La vuelta a las aulas cada septiembre es un reto para los niños y adolescentes de todo el país, que se ven obligados a decir 'adiós' a unas largas vacaciones y volver a la rutina diaria. Sin embargo, este año, la rutina no será como siempre y en poco más de dos semanas, la vuelta a las aulas, dejará una imagen de largas colas a las entradas de los centros educativos, clases de seis horas en las que la mascarilla será un elemento obligatorio y recreos organizados a través de los ‘grupos burbuja’.
Tras seis meses desde que los estudiantes pisaran por última vez sus centros educativos, ‘la nueva normalidad’ trae “nuevos retos” que están relacionados con lo que los jóvenes han vivido estos meses y que tendrá una repercusión en su salud mental, como ha explicado Juan Pedro Martínez Ramón, psicólogo educativo, coordinador del grupo de trabajo de psicología educativa y vocal de la junta de gobierno del colegio oficial de Psicología de la Región de Murcia.
“Durante estos meses han aumentado los problemas psicológicos del tipo trastornos obsesivos compulsivos, ansiedad o sintomatología depresiva en los jóvenes, sobre todo los relacionados con el miedo al contagio y a interactuar con otras personas”, afirma Martínez Ramón. Una situación que “se da sobre todo entre los jóvenes que se encuentran en la etapa de secundaria y bachillerato” y a lo que se suma la incertidumbre y los desafíos presentes en el nuevo curso, en los que Martínez Ramón ve “una fuerte fuente de estrés”: “La incertidumbre es normal, lo que no es normal es que eso te cause malestar”.
María Jesús Ruiz, orientadora educativa del IES Alcántara y vocal de la Asociación de Profesores de la Orientación Educativa de Murcia (APOEMUR), relata que antes del confinamiento “los jóvenes nos tocaban la puerta y a muchos de ellos se les atendía por este tipo de problemas [de ansiedad]”, pero con el final del curso telemático, “no nos han podido tocar la puerta, entonces, se ha perdido este vínculo que se ha canalizado a través de los tutores”.
Con la vuelta a las aulas, la orientadora prevé una situación compleja: “Vamos a tener de todo. Desde el alumno que viene tranquilo porque no ha tenido ningún acercamiento más allá de haber estado confinado en casa hasta el que ha sufrido la pérdida de un familiar”. Destaca que esto es una de las cosas que más “preocupa” dado que “somos pocos en el departamento y en el centro para tantos alumnos” y recalca que “a nosotros en el departamento esta situación nos va a desbordar”.
“Empezar clases me genera ansiedad”
Israa El-Youssr se encontraba en segundo de bachillerato en el IES Vega del Táder cuando se decretó el ‘estado de alarma’ en todo el país. Desde mediados de marzo tuvo que asumir una enseñanza telemática que le ha causado “crisis de ansiedad muy fuertes” hasta el punto de tener que acudir varias veces al médico, sobre todo de cara a la EBAU.
Para ella, este último curso ha estado marcado por la mala conexión y ausencia de recursos básicos como un ordenador en condiciones con el que seguir sus clases online: “Vivo en un pueblo y tengo mala conexión hasta tal punto que una vez se me cayó internet en medio de un examen”. Esta situación ha hecho que la principal preocupación de Israa en estos momentos se enfoque en conseguir una buena conexión y ordenador con el que estar bien preparada para el grado en Economía que estudiará a partir de este septiembre en la Universidad de Murcia, aunque asegura: “No me siento preparada para el nuevo curso. El empezar clases me da ansiedad”.
De una forma similar, Julia Nortes y Nerea Ortega finalizaron cuarto de la ESO con una educación telemática que les fue “bastante bien”. Su miedo empieza con el nuevo curso y el peligro al contagio que supone la vuelta a las aulas dado que ambas tienen personas de riesgo en su hogar. La madre de Julia es diabética y el hermano pequeño de Nerea tiene bronquitis, lo que acrecienta la preocupación de las jóvenes por contagiarse y transmitirlo.
“Mi hermana todos los meses se pone mal”, afirma Nerea y asevera que esta es una de sus mayores preocupaciones porque “cuando sales del instituto, cada uno tiene su vida” y es “muy difícil evitar los contagios”. Por otro lado, Julia destaca que la “gente irresponsable” es la que le hace tener miedo de volver a clases y sufrir un contagio. “Somos muchos alumnos y no puedo aguantar que los demás estén haciendo tonterías”. La joven añade que “tengo un poco de miedo de volver y más ahora que hay tantos contagios en la Región”.
Los jóvenes con necesidades específicas, un grupo de riesgo
“Si hay dificultades en alumnado con necesidades educativas, en alumnado con con necesidades específicas esta situación los convierte en un grupo de riesgo”, afirma Martínez Ramón y añade “es más posible que puedan exacerbar los problemas que tienen de integración”.
Conchi es la madre de un joven de 14 años que se encuentra dentro de este grupo de personas con necesidades específicas. Durante el confinamiento, ha visto preocupada cómo su hijo permanecía en casa sin posibilidades de relacionarse con otros niños de su entorno, algo que es necesario en su caso, dado que posee síndrome de Asperger: “Tiene que relacionarse porque le hace enfrentarse a situaciones que le ayudan a madurar y eso es muy importante para niños con déficit de atención con trastornos de espectro autísta”.
“Él no lo nota, pero a la larga tú sabes que no es bueno”, asegura Conchi, a lo que añade “esta situación no les da ansiedad, al contrario, a ellos les da ansiedad relacionarse con la gente, pero tú como adulto sabes que a la larga lo necesitan” y recalca “al final, la ansiedad me da a mí”. Pese a ello, Conchi asegura que el colegio ha sido un apoyo fundamental durante este confinamiento, no solo para su caso, sino para todos los jóvenes que acuden allí, ya que les ha proporcionado todo el material y apoyo necesario para hacer las clases online lo más cómodas posibles.
Precisamente esta interacción colegio-familia es la que Martínez Ramón destaca como uno de los ejes fundamentales para ayudar a la prevención atención temprana de este tipo de trastorno en los jóvenes. “La apatía, dificultades para conciliar el sueño, cambios en la alimentación extremos. Por ejemplo, tuvimos un caso en el que una persona comía menos y no quería comer con su familia por miedo al contagio”, relata el psicólogo y advierte: “Cuánto más tiempo estemos en una situación que no se considere normal, más síntomas habrá, y más se prolongará en el tiempo”.
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