Dos poetas inclasificables, cercanos pero universales, tranquilos pero conectados con el universal y con la calle. Víctor Peña y Ángel Manuel Gómez Espada visitan este viernes Murcia para presentar sus últimos trabajos, Obsolescencia programada (RIL) y Ventana de emergencias (Huerga y Fierro). Charlamos con ellos de cara al evento (viernes 14, 19:30 horas, en Libros Traperos).
¿Por qué resulta tan poético el desencanto?
Víctor Peña: No sé si resulta poético, sí considero que el desencanto, como la rutina, el fracaso, la muerte o las pequeñas alegrías son inevitables y la poesía, junto con otras sustancias más o menos definidas, suele ser un recurso fácil para afrontar todas esas batallas despojadas de épica. Es decir, creo que el huevo del desencanto viene antes del gallo de la poesía, al menos en mi caso o, mejor, en mi casa.
Ángel Gómez Espada: Lo poético, como apunta Víctor, no es el desencanto, sino la vida. Y la vida es desencanto. Y tan hermosa precisamente por sus continuas imperfecciones. Me encanta la vida. La mía, también, a ratos. Y escribir poesía me invita a reeducarla, más amable.
Leyendo vuestros últimos libros, percibo mucho en común entre vosotros, cierto aire de familia o generación. ¿Os sentís parte de algo así, en el panorama poético contemporáneo?
Víctor Peña: Estos días he estado releyendo a Ángel y me ha dado una sensación de afinidad similar a la que describes… No deja de ser curioso, dado que Ángel, como sabe cualquiera que nos conozca y notará cualquier fisonomista medio, es muchísimo mayor que yo... (guiño).
En cuanto a la segunda parte de la pregunta, no me siento especialmente adscrito a ningún grupo generacional poético, ni creo que aceptara formar parte de ninguno que osara admitirme como integrante. En cambio, sí sé que mi generación ambigua e inexistente (a la que, a falta de un nombre mejor, he bautizado como Generación Simpson en un ensayo que tengo pendiente), tiene la habilidad o la necesidad de mantener el cinismo, la ironía y el humor más negro en sus escasos arrebatos de “compromiso político y amor adolescente”. Pienso tambien que dentro de su canon hetereogéneo, además de `Confesiones de un soltero autopoético´, `Suplicaréis clemencia´ o `Piedras en el agua´, debe incluir referencias como `Los hijos de los hijos de la ira´ de Ben Clark, `Economía de guerra´ de Ana Pérez Cañamares o `Los hijos de Ulises´ del señor Espada.
Desde un enfoque menos generacional y más personal también confieso que siento muchos versos de Ángel como propios o cercanos y que, en el caso improbable de que hubiera que tomar partido por un bando, preferiría estar en la misma trinchera que Ángel M. Espada: por las risas entre las bombas, por la afinidad antes mencionada y, last but not least, porque, si hubiera que salir corriendo (no sé si lo he dicho, soy más joven que él), creo que le gano.
Ángel Gómez Espada: Es probable que el señor Peña y yo tengamos concomitancias. Yo, particularmente, me siento muy a gusto leyendo su poesía, y también leyéndola a los demás. Es un poeta que recomiendo, sobre todo a esas nuevas generaciones a las que quieren apartar de la poesía desde las instituciones. También hago míos a algunos de los que nombra él, como Ben Clark y Martín Iglesias. Creo que nos preocupan mucho los mismos temas e intentamos llevarlos a nuestra poesía de manera similar, con un toque de “escepticismo tocapelotas” que promueve “el grito en el cielo” de los “puristas”. En cuanto a lo de las generaciones, es fácil responderte: pertenezco a una extraña, puesto que en aquellas antologías o “estudios” en los que se habla de mi poesía, se esfuerzan por apartarme de ellas. Yo me siento afín y leo con gusto a muchos de mi generación, incluso de los nacidos en el 72, que ya no nos ajustamos a ningún plan B poético, estamos caducos, pero somos legión. La poesía hoy es mucho más libre de lo que la crítica quiere hacernos creer, mucho más democrática. Y yo leo a todo quisqui (que merezca la pena).
Si hay un `Juego de tronos´ que enfrenta a familias poéticas, ¿quién va ganando?
Víctor Peña: Creo que la poesía española está muy lejos de `Juego de Tronos´ y muy cerca de charlas inconexas y absurdas con dictadores asiáticos vía Skype, tal y como retrató David Pérez Vega en `Los insignes´, un libro con el que nos sentimos tan interpelados que preferimos ignorar…
Por otra parte, entre las pocas cosas positivas que tiene el submundo poético está que la diferencia entre el éxito y el fracaso es mínima, casi imperceptible. Así que los que somos del Atleti y de los Stark y, por tanto, estamos curtidos en el sabor de la derrota sabemos pregonar la máxima de “no es que hayamos perdido, es que no ganamos todavía” sin que se note tanto que estamos llorando por dentro como en otras ocasiones.
(No sé si he contestado a la pregunta pero, en caso de duda, voy con el enano)
Ángel Gómez Espada: En estas últimas semanas se ha creado el postureo de que hay mucha gente que ha salido afirmando que no ha visto GOT (cuando la octava temporada ha sido un truño, según comentan). En mi caso, no es postureo, sino realidad. Es una serie que no me ha llamado la atención y, por lo tanto, no sé cómo atacar la pregunta. Quizás, como respuesta, me adscriba a aquellos que firmaron para repetir la última temporada.
Uno de vosotros es antólogo, el otro codirige una de las revistas literarias digitales más veteranas del mundo hispanohablante… ¿Seguimos necesitando, como lectores, mediación para encontrar propuestas interesantes?
Víctor Peña: No sé, como profesor de Secundaria siempre intento transmitir a mis alumnos la necesidad de filtrar la información y trato de tener en mente la viñeta de El Roto de “con las nuevas tecnologías me informo al segundo y me olvido al instante”. O, lo que es lo mismo, me temo que, en este mundo de tan fácil acceso a infinitas posibilidades muchas veces precisamos de algún aliciente a la hora de aproximarnos a una fuente determinada (cualquiera que se haya tirado horas para elegir una película o serie en una plataforma sabrá a lo que me refiero).
Por supuesto, este sistema, lejos de resultar infalible, mantiene su condición azarosa. Como ejemplo, baste citar que Diáspora: antología de poetas extremeños en el exilio es un libro necesario que hay que comprar, leer y difundir (dentro de nuestras posibilidades) a pesar de tenerme a mí como antólogo.
Ángel Gómez Espada: Personalmente, yo, cada vez que necesito encontrar propuestas interesantes, me acerco al suplemento `Alfa y Omega´. De no encontrar nada allí, lo que suele ser bastante anómalo, ya si eso hablo con amigos, que me siguen siendo fieles en las recomendaciones. Y, por lo general, aciertan bastante. Incluso aquellos que me recomiendan sus propios libros (que cada vez son más).
Compartís cierta concepción cívica de la poesía, y vuestros libros están muy conectados a la actualidad y al presente… ¿Debe un poeta leer periódicos, o a los clásicos?
Víctor Peña: Un poeta debe leer todo, aunque sea para tener más posibilidades de extraer, en palabras de Roger Wolfe, “toda esa poesía que nunca cabe en en un poema”. Para mí, el mejor ejemplo reciente de “poesía cívica” es el poemario García, de Pablo García Casado y (aunque lo agradezco) no sé si mis “poemas pequeñoburgueses” encajarían tan bien en esta etiqueta. Eso sí, igual que PGC realizó un poema a partir de las nada líricas declaraciones judiciales de una Infanta, Obsolescencia programada ha encontrado fuentes de inspiración en la sórdida cotidianeidad de Facebook y Twitter, en los banales discursos de M. Rajoy o en el brillante anuncio en que (“nosotros somos…”) un hombre pedía ayuda para completar integrantes para un trío.
Ángel Gómez Espada: Un poeta que se aleje de su realidad, o de los clásicos, tendrá un vacío interior que no podrá llenar mirándose en su propio ombligo, o hablando de todo lo que ve a través de ciertos espejos. Para mí, el periodismo siempre ha sido fuente de inspiración. Tal y como los clásicos. Al final, como dije antes, la inspiración poética viene de la vida, de lo que uno consume en esa vida.
Además, como muy bien ha señalado también Mr. Peña, el PP como musa podría ser un buen tema para una gran antología de poesía española actual. Para ellos, como para tantos otros, nos hemos convertido en Spam, en Obsolescencia programada. Somos lo que les estorba. Lo que no acierto a entender por qué, si somos muchos más, no terminamos de arrinconarlos a ellos, que son los que nos estorban. Quizás llevo décadas engañado y, realmente, la minoría somos los que queremos vivir en paz.
¿Y qué me decís de internet y las redes sociales? ¿Diluyen o transportan la poesía?
Víctor Peña: La poesía ni se diluye ni se transporta: solo se escribe y, en ocasiones especiales, se lee.
Ángel Gómez Espada: No hemos entendido muy bien el poder de Internet. Mucho menos, el de las redes sociales. Al final, han sido captadas por el Capitalismo también, nos han llevado justo al territorio que querían. Con respecto a la poesía, qué puedo decirte. Como uno de los directores, junto a Juan de Dios García, de “El Coloquio de los Perros” he de decirte que une puentes poéticos, y hemos conectado en estos casi veinte años con mucha gente a través de la web y Facebook. En nuestro caso, prefiero pensar que es positivo, que lo ha sido, que por eso nos mantenemos en pie y no hemos decidido cerrar el chiringuito. Aunque es cierto que en esta última década, con las redes sociales, el concepto ha cambiado, porque los mediocres (que siempre están inventándose de nuevo gracias a los consejos de los #MisterWonderfuls) hacen excesivo ruido y, en ocasiones, nos ponen los pelos tan de punta que… Buf.