Nos reunimos una mañana entre semana alrededor de las diez y media. Ambos llegamos un poco tarde y tenemos el café todavía a medio tragar. Ataviado con una chilaba escarlata y una larga melena rubia recogida en un moño, apura un cigarro de buena gana.
Es un perfil diferente al que suele estar uno acostumbrado al pensar en un rapero. En realidad, tiene más aspecto de metalero, pero todo aquello son estereotipos, y este hombre los rompe todos. Perteneciente al colectivo murciano Murcia Finest, es uno de los nombres clave para entender la escena del rap de la Región. La ambientación de sus temas suele ser oscura; tanto, que algunos fragmentos te erizan la piel de la emoción que transmite.
Siempre he querido preguntar a Jaro Cristo su relación con la fe. En Twitter lo mismo maldices a todas las cofradías de España que asomas la espiritualidad sin despeinarte.
Siempre me ha interesado el tema. Dios es un concepto tan complejo que ni siquiera los ángeles, o los mayores representantes de la Iglesia pueden explicarlo. Me interesan todos los dogmas. He trabajado en centros con menores árabes y me interesé mucho en su momento por la cultura musulmana. De hecho, esta chilaba es un regalo de los chavales con los que trabajé. Incluso llegué a aprender algo de árabe trabajando allí. Tengo fe en algo: llámalo la ciencia del pasado que antiguamente era la magia y hoy día es la ciencia empírica, algo que hace que todo se mueva y todo pase, pero no le doy una imagen concreta.
Como agnosticismo.
Algo así, sí. Yo no creo que sea incompatible la ciencia y la religión. Einstein por ejemplo era panteísta. Cuanto más investigamos la creación más nos acercamos a Dios, o a la respuesta a todas las preguntas, que vendría a ser Dios.
Llamamos magia a lo que no podemos explicar, y en cuanto lo entendemos pasa a ser ciencia automáticamente. Has mencionado antes tu trabajo en un centro de menores inmigrantes. ¿Cómo fue la experiencia?
Sí, trabajaba con árabes principalmente. Estuve desde el año antes de la pandemia hasta unos pocos meses después de que empezara. Yo estaba de celador allí, aunque al final me acababa comiendo los mismos marrones que los educadores.
Bueno, y a propósito de la música. ¿Cuándo empezaste a rapear?
Hay mucha gente que se avergüenza de decirlo, pero yo empecé con la película de 8 millas. En 2002, cuando salió la película…madre mía, 2002, han pasado veinte años. Cuando salió la película recuerdo un lunes en el colegio, mi colega Kariota, que fue el que produjo el primer disco de Jaro & Sin H, El blues de los ahogados, me habló de la cinta, que iba de unos raperos, unos poetas que hacían batallas y se insultaban entre ellos. Algunos meses después me la compré y la vi y aquello me voló los sesos. En los colegios antes los chavales no crecían con un estilo de música. Ahora ves a críos de once y doce años escuchando a Morad y empezando a crecer dentro de la cultura. Yo en el coche de mi madre escuchaba La Oreja de Van Gogh.
Y 8 millas iba precisamente de batallas de freestyle.
Claro. De hecho, en las primeras ediciones de la Red Bull recuerdo que había raperos de prestigio siempre: Dano, Zatu, Rayden… Imagina para mí que vi esa película y justo después me enteré de que en mi país había un panorama así.
¿Cuál fue el primer tema que recuerdas de rap?
Escuché el recopilatorio de Hip Hop Solo en Español vol. 2 y ahí había un tema de Mucho Muchacho, Rap en mi Cuaderno, que me voló la cabeza. Algo me pasó. Tenía todo el tiempo los bombos y las cajas y las rimas en mi cabeza sin parar. Y Kariota un día vino a mi casa y con los temas de ese recopilatorio escribíamos sobre las bases, aunque sonasen las voces de los otros. To toyacos, mezclando rimas de Kase O con las de Sicario. Él se metió de lleno en las producciones y empezamos a grabar desde casa.
¿Quién no ha empezado grabando rap en su casa?
Claro, por lo menos los que somos de generaciones un poco más antiguas que las que han salido ahora. Para nosotros era lo más, jugando con las distancias del micro, súper cutre todo, pero para nosotros era increíble: estábamos grabando.
En los últimos años la cultura del hip hop ha trascendido sus propias fronteras y ha alcanzado públicos en España que habrían sido inimaginables años atrás. La deriva más melódica y musical del género, en detrimento de los estándares del bombo y la caja han hecho del rap una música mucho más fácil de digerir, lo cual no quita para que el rap en español esté en su mejor momento de la historia.
Antes éramos los raros de la clase por escuchar rap.
Antes tampoco había tantas posibilidades de escuchar música como las hay ahora. Pero sí, estábamos un poco marginados. Recuerdo un concierto de Violadores del Verso en La Fica donde veíamos llegar a las crews del Infante, las del Carmen… todos éramos colegas porque estábamos en el mismo barco. Éramos los repudiados de nuestras clases, pero ahí estábamos todos juntos. Luego volvías el lunes al instituto la sensación era horrible después de haber pasado un finde increíble con tu comunidad. Antes hacíamos piña porque sólo éramos nosotros.
En un concierto de Sho Hai en Murcia Parque hace unos cuantos años fueron los de Falsalarma de teloneros y había muchos chavales que ni los conocían.
Porque ahora en los conciertos te encuentras de todo. Desde un pureta con unos pantalones Ecko XXL a un heavy o a un pijales con la pulserita de Vox.
Las pulseritas de Vox en los conciertos de rap, ¿eh?
Sí…tenemos muchos infiltrados de derechas en los bolos de la cultura negra.
En vuestra presentación de The Finest Stories en la REM no hubo ninguno.
La presentación del disco fue increíble, el ambiente que había, la gente sabiéndose las letras a las dos semanas de haber sacado el disco…
Pude observar que había muchísimo hype alrededor del disco y del concierto. Creo que todos estábamos esperando esa juntera.
Nosotros estábamos como críos chicos, no tuve que cantar ni un estribillo prácticamente, y se notaban mucho las ganas de la gente. Inolvidable.
Y hablando de The Finest Stories, cuando sacasteis el adelanto, Haddonfield, lo vi un tema tan oscuro que creí que todo el disco iba a seguir la misma línea.
Es una montaña rusa. Subión, bajón, estribillo cantado…parece un recopilatorio más que un disco.