Litografías de Miquel Barceló en la galería La Aurora
Las litografías y la novela tienen como escenario el África ecuatorial y más concretamente el tórrido ambiente desértico de Mali junto al río Níger, en el que vivieron y quedaron encantados Bowles y su amigo Barceló.
Las obras exhibidas rivalizan con el punto de vista de ciudadanos occidentales respecto a las peculiaridades y extremas condiciones de vida en el desierto, la monotonía de sus días y noches de sequedad absoluta y sobre todo su incondicional silencio. El título de la exposición, “Sekuo”, referencia al personaje nativo contrapunto del visitante europeo y norteamericano.
Barceló escruta el paisaje concentrado en caminos que no van a ninguna parte y tierras sin caminos en donde la presencia humana es microscópica relativizada por el desierto inmenso. Los inevitables camellos son solo eso, inexcusables por convención. El negro Sekuo actúa como catalizador entre la realidad y los sueños de los colonos blancos, entre la idealizada África y su realidad.
El punto de vista de la novela de Bowles, en primera persona y el de un narrador omnisciente, centrado en la hermana de un pintor embelesado con el desierto, obsesionada ésta con el mundo de la negritud, que no comprende, pero le sorprende, sirve a Barceló para describir la soledad del hombre en espacios de horizontes infinitos con el “arriba y el abajo como únicas dimensiones”.
Apenas se distinguen en el océano de arena las figuras humanas, cuyas siluetas se funden con la materia candente, dando más valor a sus sombras que a ellas mismas. La tan escasa como quemada vegetación es tan tenebrosa que no se distingue de las sombras que deberían proyectar.
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